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Rocky Mariano

El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy

Antón Losada

El mensaje ha debido representar un auténtico alivio para aquellos de vosotros que andabais preocupados, con el alma encogida tras todas esas especulaciones de la prensa de la corte sobre la inminencia del relevo del Gran Timonel o las conspiraciones en palacio para acabar con el César como si vinieran los idus de marzo. Nuestro héroe lo ha proclamado alto y claro. “Voy a seguir luchando por España y los españoles y no me voy a rendir nunca”. Cuando todo falla y todo parece perdido, el código mariano siempre se mantiene en pie firme como una roca. Cuando nos despertemos Mariano Rajoy todavía estará ahí.

No se va y sigue ahí para quedarse. Renace como el legendario Rocky Mariano, el político que nunca tira la toalla y gana todos sus combates a base de aguantar más golpes y más tiempo de pie que todos sus contendientes. Cuanto más le desahucian, más fuerte salta al ring.

Por si quedaba alguna duda tras su exhibición de casquería dialéctica durante el debate de investidura, Rajoy ha lanzado otro aviso para quien ande jugueteando con la idea de desafiar su liderazgo: continua al mando y no da el relevo. Si alguien quiere su puesto va a tener que ir a buscarlo y habrá sangre, mucha sangre.

A los socialistas les avisa que conversará con ellos cuando estén dispuestos a hablar en serio y eso solo se producirá cuando llamen para decir que Rajoy debe ser presidente y cuenta con su apoyo; todo cuanto no sea eso o “no es serio” o parece un “vodevil”. A Albert Rivera le ha recordado que sus votos no son necesarios para la gran coalición y que no va a poder ser ese rollo en plan Adolfo Suarez que se quiere marcar. Cuando Rocky Mariano se pone a repartir derechazos hay leña para todos y no se hacen prisioneros. A Pablo Iglesias y Podemos les da menos porque ya se autolesionan ellos solitos y tampoco es cuestión de malgastar fuerzas.

Mariano Rajoy lo ha apostado todo a la convocatoria de nuevas elecciones. Los sondeos le auguran que repetiría sus propios resultados y el ascenso de Ciudadanos les bastaría para gobernar juntos. Se lo va a jugar todo a esa carta y a desgastar a Pedro Sánchez a base de sarcasmos. Todo lo demás resulta ahora secundario y todo vale para asegurar ese fin.

Encubrirá y protegerá a cuanta Rita Barberá le haga falta y sin dudarlo. Dará y quitará dinero y recursos públicos para recompensar a aliados o castigar a adversarios. Hará que el ministro de Justicia o el ministro del Interior se pasen el día en los medios denunciando o investigando exóticos complots y conspiraciones internacionales. La Vicepresidenta Maravilla nos castigará con sus superpoderes su mirada de acero en todas las ruedas de prensa de los viernes donde hablará única y exclusivamente como militante del Partido Popular.

El ejecutivo opera ahora como un instrumento al servicio de la estrategia del marianismo. Sin pestañear y sin remordimientos Rajoy utilizará de manera indiscriminada su posición de presidente en funciones al servicio de sus objetivos partidarios. Convertirá el gobierno en su Muro de Berlín frente a cualquier intento de control parlamentario. Si el Congreso quiere ejercer su función de control del ejecutivo mas le vale ir al programa de Bertín Osborne, no al Tribunal Constitucional. La democracia es hoy un daño colateral. Para ganar vale todo, está en el código.

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