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¿Salida de la crisis o recomposición de la economía mundial?

Jacinto Vaello

Siempre es posible encontrar la inspiración en una fuente insospechada. En este caso, una intervención de Larry Summers –ex secretario del Tesoro estadounidense, con Bill Clinton, y asesor de Obama– en un foro del FMI, en noviembre de 2013. Llamó la atención sobre la evolución de la economía durante la “crisis”, las burbujas económicas y su probable significado:

¿Qué pasaría si la crisis simplemente se hubiese acabado y en realidad nos estuviésemos enfrentando a un nuevo escenario en el que el escaso crecimiento es lo normal, una especie de estancamiento secular? […] ¿Y si ni siquiera una burbuja es capaz de contrarrestar los cambios estructurales que están ocurriendo? ¿Y si se han terminado los ciclos económicos y sólo podemos crear empleo a fuerza de burbujas financieras o estímulos masivos que suelen acabar muy mal?

Los acontecimientos se van precipitando, pero muchos indicios iban apareciendo desde el comienzo de lo que por simple analogía o por intereses ocultos se ha dado en llamar “crisis”, aludiendo a ciclos económicos y buscando el parangón con la crisis de los años treinta. Por eso no está de más intentar una reflexión que trascienda los estereotipos y las extremas simplificaciones, de manera de apartar los árboles para ver el bosque.

Para no perderse en la maraña de argumentos ni deslizarse de unos planos de análisis a otros de forma inadvertida, puede ser interesante una primera aproximación en términos sintéticos, bajo la forma de hipótesis centrales que encaucen la reflexión (algunas simplificaciones previas son necesarias: por ejemplo, hablamos de un “poder financiero mundial”, que se deja ver en Davos y otros clubes exclusivos pero actúa principalmente sin caras visibles, a fin de evitar discusiones improcedentes acerca de su configuración y sus mecanismos). Tales hipótesis pueden ser las siguientes:

1. La denominada “crisis económica” no es un estado pasajero del sistema, del que se puede salir aplicando las medidas adecuadas, sino una fase culminante de la recomposición de la economía mundial iniciada hace unos treinta años y acelerada en Europa en los últimos veinte.

2. La discusión acerca de las medidas más adecuadas para afrontar la “crisis” tiene dos vicios originarios: tiende a situarse a menudo en el plano doctrinario (marxismo-keynesianismo-neoliberalismo), lo que produce el efecto inmediato de circunscribir la reflexión a la esfera económica y olvidar su vertiente política; y facilita la ocultación del verdadero objetivo de las intervenciones, que no es el de la superación de la “crisis” y, sobre todo, no es el del retorno a la situación desahogada de pre-“crisis”.

3. La polémica situada en ese plano, el de la “crisis” y sus soluciones, suscita además una cuestión inquietante, que empuja a arriesgar una hipótesis: no cabe suponer que todos los intervinientes son torpes. Ni los jerarcas de la economía alemana ignoran que las medidas pro-cíclicas enconan aún más la situación, ni los analistas críticos deberían pensar, quizás ingenuamente, y ni siquiera sugerir, que esos jerarcas están profundamente equivocados. Esta es una orientación muy presente en los análisis de Krugman y Stiglitz, como lo es también en la siguiente reflexión de Juan Torres López, en público.es del 23 de julio de 2015:

Shaüble "es un fanático sin más argumento que el de su poder. Intelectualmente sostiene posiciones que hace casi cien años que sabemos que son erróneas. Son las que conviene mantener para poder justificar una distribución de la renta, de la riqueza y de los poderes de decisión muy desigual, en este caso a favor de los grandes grupos alemanes. Es alguien que, además, desprecia claramente la democracia. De hecho, la está desmantelando." Y añade: "Quienes tienen el poder lo hacen muy mal –lo estamos viendo– pero no están dispuestos a cederlo ni lo más mínimo, de ninguna manera."

O en el artículo de Emilio Ontiveros, en el suplemento de negocios de El País del domingo 9 de agosto de 2015, titulado “Horizonte nublado en la eurozona, según el FMI”:

El impacto más adverso [de la crisis] lo está teniendo en la eurozona. No solo por razones idiosincráticas de las economías que comparten moneda, ni por las deficiencias institucionales del área monetaria sino, en mayor medida, por la manifiesta inadecuación de las políticas económicas adoptadas.

O en el artículo de Bradford deLong, en la misma edición del periódico, titulado “¿Quieren provocar otra depresión?” y en el que se dice, por ejemplo:

Los funcionarios de la eurozona no solo insistieron en repetir las torpezas de los años treinta, sino que parecen decididos a hacerlo en forma más brutal, más exagerada y más amplia.

Entiendo que es necesario recapitular a este respecto en los siguientes términos:

- La visión de Schäuble, las políticas económicas adoptadas o los funcionarios de la eurozona repitiendo ‘las torpezas de los años treinta’ no obedecen a errores sino esencialmente, aunque pueda haber excepciones, a un monumental engaño: ocultan sus verdaderos fines. No son responsables obcecados en imponer la visión neoliberal de salida de la crisis, sino personas que saben muy bien que la estrategia neoliberal conduce al objetivo deseado: imponer del todo en Europa la hegemonía económica del “gran poder financiero”, con Alemania a la cabeza.

- En cuanto a la democracia, la conclusión prácticamente inevitable es que tal como la conocemos en los estados-nación no es ya funcional y hay que constreñirla-eliminarla.

- En suma, la idea de que los actuales dirigentes “lo hacen muy mal” es uno de los núcleos del enfoque erróneo: lo hacen bien pero ocultando su objetivo estratégico. Lo que hay que denunciar es el objetivo, no la calidad del enfoque y de las medidas aplicadas.

Como consecuencia, para quienes se oponen a esto se hace necesario orientar la acción hacia la democracia pan-europea: en nuevatribuna.es, del 28 de julio de 2015, se dice que “Ianis Varoufakis […] prepara un partido de alcance europeo para luchar contra las políticas de austeridad y para reclamar más democracia dentro de las instituciones europeas”, lo que iría en esta línea.

Todo este proceso intelectual y la acción política consiguiente tienen lugar en un plano que no les corresponde y, sobre todo, con la mente puesta en un objetivo que es como una sombra chinesca: nos muestran los desastres de la crisis que habría que corregir, justifican así las medidas aplicadas y tras ello ocultan el perfil del nuevo modelo económico en gestación.

4. Una vez asumido que estamos hablando de cosas y en planos diferentes, tenemos que dar el paso siguiente, que es el de enunciar las hipótesis más prácticas:

a) El campo de enfrentamiento en este momento no es solo ni principalmente el económico sino el político. Por eso tienen mucho más alcance práctico inmediato y también estratégico las medidas políticas que las económicas que se están poniendo en práctica: la ley “mordaza”, en España; la reforma – en realidad, el sometimiento - de la BBC en el Reino Unido; el despliegue militar en Europa oriental y el cordón sanitario en torno a Rusia – no sea que volvamos a los equilibrios de la guerra fría, que podrían dificultar la instauración del nuevo modelo -; el aumento de los gastos en armamento; la negociación de acuerdos estratégicos sin control democrático;…, todo ello como parte del proceso de creación del marco jurídico-institucional y fáctico que fortalecerá la posición del “poder financiero mundial” ante el agotamiento del modelo económico capitalista y la creciente indignación y sublevación de las poblaciones perjudicadas.

b) El territorio en el que de verdad se libran las batallas no es el de los estados-nación que conocemos sino el de las instituciones y los foros supra-nacionales, y la materialización de los objetivos del “poder financiero mundial” se gesta a través de instancias informales y opacas que hurtan la discusión a los pueblos europeos: el tratado ITTP es a este respecto paradigmático, pero hay que destacar también arquitecturas de violencia como la Troika abatiendo a Grecia y advirtiendo a los futuros veleidosos y potenciales imitadores de la dureza que pueden aplicar.

c) La democracia representativa en el marco del estado-nación que conocemos pierde paulatinamente su valor: su legitimidad se vacía de contenido y consigue únicamente sobrevivir en los microcosmos de la vida local, donde no se dirimen cuestiones esenciales para la distribución de la renta a gran escala ni para la reproducción ampliada del modelo económico vigente, ni, sobre todo, para el nuevo modelo económico que se está construyendo.

Estas hipótesis configuran en principio el marco de referencia para situar la confrontación que realmente se está produciendo, y deberían servir para ayudar a definir la estrategia de quienes consideran indispensable afrontar el reto planteado por el “poder financiero mundial”.

No está de más añadir que se llega con mucho retraso a ese frente de batalla, lo que obliga a desplegar un esfuerzo inusitado de análisis, diagnóstico, creación de instrumentos y entrada en acción de las fuerzas disponibles en un período de tiempo muy corto.

Veremos qué es lo que hay que afrontar en el próximo futuro.

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