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Silencios que informan

José María Calleja

A falta de que el recuento de los euros de Bárcenas/PP nos lleve a los 70 millones en cuentas bancarias de españoles por el mundo, mientras los lazos entre el PP, su financiación ilegal y la Gurtel se siguen entrechando, nos hemos quedado sin la dosis semanal de cospedalina, y ya van dos semanas sin semejante aporte vitamínico para el intelecto. Tampoco ha salido este lunes pensamiento Floriano, y Pons sigue calentando en la banda, esperando que le llegue la oportunidad de colocar sus frases todo a cien. Arenas sigue mudo, los políticos del partido de Rajoy tienen prohibido por su dirección ir a los debates de televisión, que tildarían de izquierdistas por no llamarlos, y en el PP parece reinar el pensamiento Harpo, Marx, después de haber trasegado con fruición la línea Groucho.

Nos hallamos, pues, sin forraje de frases, vacíos de ideas brillantes, ayunos de mentiras y sin más recurso que volver a los galimatías pasados. Vayamos , por tanto, a los silencios, que, como los buenos pianistas saben, pueden dar más información que las notas.

A estas alturas de la estrategia de la mentira, el pensamiento Mariano ha llegado a la conclusión de que por mucho que chufle el tren, ellos tienen cuatro años de legislatura amarrada con mayoría absoluta. De manera que si aguantamos sin decir Bárcenas hasta 2014, si en ese período hay, aunque sea leve, un repunte de la situación económica que podamos atribuir, en gananciales, a la virgen del Rocío y a este ínclito gobierno, nos plantamos en las siguiente generales con la camiseta de la Champions. No es ajeno a este análisis la certeza de que la oposición socialista esta tocada e IU y UPyD, por mucho que capitalicen el rechazo al bipartidismo en las encuestas de ahora, no nos van a ganar mañana. Hasta aquí la estrategia del silente de la Moncloa.

Pero hete aquí que existe una variante que puede darse en esta legislatura, o en la siguiente, y es que el cabreo incendiario, alimentado todos los días por tanta mentira, incompetencia, corrupción y desprecio a la inteligencia de los ciudadanos, no solo explote, también cristalice en una nueva forma de hacer política que ponga en jaque al bipartidismo y a sus sucedáneos, y entonces tengamos una indignación con siglas que pueda salir a jugar y quien sabe si a ganar millones de votos al itálico modo.

La historia demuestra que las insurrecciones tienden a producirse no en el momento más duro de la crisis, cuando el que más la padece esta hundido, aturdido, recibiendo golpes uno tras otro y casi sin capacidad de reacción. El estallido se ha producido cuando el damnificado ha hecho recuento del destrozo, ha organizado su cabreo, ha confiado en que depende de él que la situación pueda cambiar, ha dejado de recibir golpes, porque ya los tiene todos, ha decidido lanzarse a por los identificados como culpables de su situación y todo eso ha coincidido con un leve repunte de la abismal crisis económica.

De manera que el silente de la Moncloa, a lo mejor, puede estar saliente cuando los millones de indignados pongan a limpio su irritación y, acabada la contabilidad del saqueo, decidan que hasta aquí han llegado las aguas y que, a partir de ahora, toca poner a limpio la indignación y traducir en política el estado de ánimo provocado por el robo de lo público, la mentira organizada, la incompetencia y la burla a la inteligencia en la que vivimos.

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