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Sor Feminista

Barbijaputa

Justo salía la noticia de que el 63% de los españoles cree que las mujeres no valen para científicas de alto nivel, cuando leo un artículo de Clara Grima, mujer y divulgadora científica (seguro que la conocen por programas como Órbita Laika), donde hace una reflexión sobre mis artículos feministas nada positivos (por usar un eufemismo) que ha titulado como “Sor Feminismo” con frases así:

“Siento que en internet, en general, y en las redes sociales, en particular, existe una congregación de 'monjas' que se dedican a pontificar sobre qué es y qué no es lo que debemos hacer las mujeres para no caer en el infierno del machismo (...) No es solo una, son muchas, pero en los últimos tiempos, al menos en mi entorno de redes sociales, la que se gana el puesto de madre superiora del convento es una a la que yo llamo Sor Feminismo. Si no saben quién es tampoco se pierden nada, créanme”.

(No me nombra, no me enlaza, pero se refiere a mí, pueden leer el artículo completo en el link de arriba)

“A veces, muchas, pienso que, en realidad, tras este personaje se esconde el más recalcitrante de los machistas (...) O la otra opción, ha encontrado un filón y se está forrando escribiendo panfletos 'feministas’”.

En un primer momento pensé en no responder a un artículo que no me nombra directamente y que sólo se limita a ponerme un mote y ridiculizar mi trabajo. Me costaba bajar al barro y rebatir a quien no enlaza para su lector las reflexiones que me critica, para que él/ella pueda valorar y crearse una opinión, y opta por mascarlo, deglutirlo y dárselo ya envuelto para que no tenga que pensar mucho. No quería hacer ninguna réplica a alguien que me presupone un hombre y da por hecho que me estoy 'forrando' con el feminismo, sin haberse molestado siquiera en buscarme en Google para comprobar que hace tres años que escribo en este medio (desde que comenzó) y que antes de escribir sobre este tema, ya escribía sobre redes y política. No pensaba responder pero creo que el daño que hacen artículos así al propio feminismo sí que merece réplica, al menos para señalar falacias sobre el movimiento y evitar la desinformación que ya hay sobre esto: de esto ya tenemos demasiado. Así que, más que para curar mi orgullo (que de eso tengo mucho, por suerte o por desgracia), he decidido contestar para intentar amortiguar, en la medida de lo posible, el desprestigio que supone para la lucha feminista que una mujer influyente como Clara Grima la ridiculice o minusvalore.

La autora no sólo niega que mis artículos sean feministas, sino que niega que ella misma lo sea porque es incapaz de odiar a los hombres:

“Mi amiga Mamen se enfada conmigo cuando le digo que yo no soy feminista porque no puedo odiar a los hombres, porque hay muchos hombres importantes en mi vida, porque me gusta que un compañero me invite a café, porque algunos piropos en la calle me hacen sonreír y andar a saltitos, porque no quiero pasar por delante de un colega con más méritos que yo solo por ser mujer, porque, cuando les doy un beso de buenas noches, no puedo ni quiero pensar que alguno de mis dos hijos, varones los dos, pueda llegar a ser una copa de champán envenenada. Ella siempre me responde lo mismo: ”Clarita, lo de esa gente no es feminismo“. Y tiene toda la razón”.

Vayamos por partes, y sin querer hacer sangre o ser sarcástica, me limitaré a corregir significados y falacias:

1. “Yo no soy feminista porque no puedo odiar a los hombres”.

Odiar a los hombres se llama misandria, no feminismo. El feminismo es un movimiento que aboga por la igualdad, y eso pasa necesariamente por luchar contra las discriminaciones y señalar los micromachismos y actitudes machistas que todos tenemos. El feminismo no odia, el feminismo pelea.

2. “Hay muchos hombres importantes en mi vida (...) me gusta que un compañero me invite a café”.

En la vida de toda mujer hay hombres importantes. En la vida de las feministas también. Novios, padres, hermanos, hijos, amigos, compañeros de trabajo, compañeros de piso... En la vida de servidora hay varios, de hecho, a cada cual más importante.

A las feministas también nos gusta que nos inviten. De hecho, aceptamos invitaciones de cualquiera, siempre y cuando no sea una constante y o la invitación se deba al hecho de que el que invita es un hombre y la invitada una mujer. No tiene sentido tener que pagar todo siempre por el hecho de tener un pene.

3. “Algunos piropos en la calle me hacen sonreír y andar a saltitos”.

Claro que sí. A usted y a muchas. No es nada por lo que deba sentirse culpable pero sí invita a la reflexión: ¿por qué esos saltitos con las valoraciones masculinas sobre nuestro físico? ¿Por qué esa necesidad del juicio de un extraño sobre la normatividad de nuestro cuerpo? Obviamente así nos han educado: gustar a un hombre y alegrarle la vista nos hace dar saltitos que no damos cuando el cumplido viene de una compañera. A una mujer que nos dice que estamos muy guapas sólo le sonreímos, le damos las gracias. Nada de saltitos. Es fácil llegar a la conclusión de que el patriarcado nos ha hecho creer que para autorreafirmarnos y sentirnos seguras hemos de agradar con nuestro cuerpo al espectador masculino. Yo también di en su día di esos saltitos, así que lo entiendo. Quizás gracias al feminismo, ahora, esas valoraciones y juicios de extraños sobre mi cuerpo -que nunca les he pedido- me hacen sentir cosificada y sexualizada. Ahora, quizás gracias al feminismo, me cuesta más entender por qué un hombre se cree con el derecho de puntuar mi falda o mi escote; ya no puedo entender por qué se le ha enseñado a él que puede estar ahí arriba valorándome y por qué se me ha enseñado a mí que debo estar aquí abajo esperando la valoración para que, cuando me la dé, poder dar saltitos hasta el siguiente.

4. “No quiero pasar por delante de un colega con más méritos que yo solo por ser mujer”.

El feminismo no busca la superioridad de la mujer ni conseguir con menos méritos lo que le corresponde a otro. El feminismo busca que las mujeres puedan dedicarse a la ciencia, por no ir más lejos, sin que la sociedad rechace su presencia o no confíe en su labor. El feminismo busca que desaparezca el techo de cristal que actualmente sufrimos y que no nos deja avanzar laboralmente. El compañero hipótetico al que se refiere en su ejemplo, puede estar tranquila, no va a quedarse sin un ascenso merecido porque la vayan a poner a usted delante por ser mujer, muy al contrario, el techo de cristal es para usted y para mí, para nosotras, y a lo largo de toda la historia han sido ellos los que, con menos méritos, han conseguido elevarse pisándonos la espalda.

El feminismo no busca la discriminación positiva, intenta eliminar cualquier tipo de discriminación, incluida la brecha salarial que, no sé si le constaba, ha aumentado este año de nuevo, de forma que usted y yo, tendríamos que trabajar 79 días más al año que un hombre para cobrar lo mismo. Su compañero, aquí de nuevo, no necesita que usted lo defienda, al revés, usted y sus derechos necesitan ser defendidos.

Hay otra frase que me gustaría comentar: “Ver machismo en cualquier gesto nimio de la sociedad me recuerda mucho aquel cuento de Pedro y el lobo”. Teniendo en cuenta que esta sociedad es machista, ¿qué sinsentido es resaltar el hecho de que estamos impregnados de machismo en cada cosa? ¿Tiene sentido admitir que vivimos en una sociedad machista (usted misma lo dice: “A ver, que hay aún mucho machismo en la sociedad es más que evidente”) y luego criminalizar en un artículo a las que denunciamos su presencia en la grandes y pequeñas cosas? Realmente no entiendo el motivo que la ha llevado a escribir su artículo, pero en defensa del feminismo, evidentemente, no ha sido.

Acaba su artículo con una frase de su amiga sobre su propia reflexión de lo que es el feminismo. Ella concluye: “Clarita, lo de esa gente no es feminismo”. A lo que usted apostilla: “Y tiene toda la razón”.

Y claro que la tiene, la reflexión que usted hace de mis artículos, de mí, de la presión en redes, de mis 'acólitas' y del feminismo en general, no es más que una visión distorsionada y alienada de lo que pretendemos en realidad.

Feminismo es contestar a un artículo que desprestigia la lucha feminista como el suyo sin ponerle mote a usted, sin ningunearla, sin insinuar que en realidad es un hombre, sin insultarla y sin boicotearla. Feminismo es entender que todas hemos recibido una educación patriarcal que nos hace sacar las uñas por los derechos de los hombres, como si lo necesitaran. Feminismo es poder analizar que, en su discurso, usted me ve como una enemiga o como alguien que odia a todo aquel nace hombre. Y feminismo también es intentar no enfadarse, empatizar con este contexto y explicarse, como espero estar haciéndolo yo ahora.

Feminismo es también creer que en algún momento usted se dará cuenta de que mis artículos no van ni contra usted ni contra el hombre por ser hombre, sino contra el patriarcado que la hace a usted saltar por la calle cuando la piropean, contra la desazón que sentirá cuando no lo hagan, contra el miedo a envejecer porque ahí ya nadie le dirá nada ni en la calle ni en ningún sitio, contra el hecho de que esta sociedad no la ve capaz de hacer su trabajo de científica –que no tengo ninguna duda de que desempeñará de manera brillante–, contra el alienamiento al que nos somete este sistema que la hace ver en mí una contrincante y no una compañera de lucha.

Contra todo eso es con lo que combate el feminismo, y yo, Sor Feminismo, también. Al menos, eso intento.

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