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Temporalidad excesiva

Economistas Sin Fronteras

Rosario Goñi —

Es un dato objetivo que los trabajadores temporales han aumentado en la mayoría de los Estados miembros de la UE. El uso de los contratos temporales puede ser positivo o negativo dependiendo de si acercan o alejan al trabajador de un empleo estable, si es una puerta que nos lleva a un empleo digno o si es una puerta giratoria entre el desempleo y el empleo precario. En un análisis publicado en el mes de julio por La Comisión Europea se alerta, sin embargo, de los resultados que está produciendo su utilización. Los datos sobre el aumento de la movilidad laboral presentan un panorama preocupante. Se aprecia una caída en las tasas de transición de contratos temporales a indefinidos o permanentes en la mayoría de los países de la UE y por el contrario, un aumento en la transición de contratos temporales a situación de desempleo.

Según Eurostat la media anual de asalariados con un contrato de duración limitada suponía en la UE de los 28 un 11% sobre el total de los asalariados en 2014. En España esa cifra se disparó al 19,6 en ese año y que ha pasado a un 20,7% en 2015. España sólo es sobrepasada por Polonia, país que tenía un 22,1% en 2014 y ha bajado a un 21,9% en 2015 reduciendo la distancia entre uno y otro. Según el análisis publicado por la Comisión para el año 2014 España tenía una de las tasas más bajas de transición a empleos estables, sólo un 12% y una de las tasas más altas de transición hacia el desempleo un 20,7%. La situación, por si nos consuela, no es mala sólo en España. Los empleados temporales tampoco tienen unas perspectivas muy halagüeñas en Croacia, Portugal, Italia, Dinamarca o Bulgaria ya que sus posibilidades de pasar a empleos más seguros es baja y tienen un gran riesgo de terminar incrementando la cifra de parados. También Francia, Grecia y Finlandia muestran tasas de transición de puestos de trabajo temporales a permanentes bajas. Por su parte en Malta, los Países Bajos, Polonia y Chipre tienen menor riesgo de quedarse sin empleo pero quedan atrapados en un bucle de trabajos temporales con pocas posibilidades de llegar a obtener un contrato permanente. Austria, Estonia, Reino Unido y Rumanía tienen las transiciones más altas hacia puestos de trabajo fijo y más bajas al desempleo si bien hay que destacar que estos países también tienen baja proporción de empleo temporal, en especial Rumanía con un 1%.

Los datos por tanto sugieren un deterioro de las posibilidades de movilidad ascendente de los trabajadores temporales, no pudiendo asegurar si es un fenómeno asociado al ciclo económico o es otro indicador de la cada vez mayor segmentación de los mercados laborales a la que parece abocada Europa. Hay que recordar que este tipo de contratos afecta en especial a mujeres y jóvenes que constituyen un capital humano que Europa no puede desperdiciar si quiere seguir compitiendo a nivel global.

Los perjuicios para el trabajador temporal son claros. Además del inconveniente de perder casi por completo el acceso a formación, peor acceso a las bajas por enfermedad, al desempleo y a las pensiones tiene el gran inconveniente de un salario más bajo. No voy a hablar aquí de la responsabilidad social que tienen los empleadores cuando utilizan de forma indiscriminada este tipo de contratos, sólo insistiré en que el análisis realizado remarca que los contratos temporales están en general asociados a una menor satisfacción en el trabajo que contribuye a un menor compromiso con la empresa por parte del trabajador y aspectos tan importantes como calidad e innovación se ven resentidos.

El concepto o el instrumento del contrato temporal no es en sí mismo bueno o malo, es la perversa utilización que se hace de él por parte de los empleadores la que trastoca el mercado laboral. Sería bueno que en lugar de insistir en la cifra de contratos realizados se especificaran las condiciones de estos y se establecieran las reglas oportunas para que el uso de este tipo de contratos estuviera limitado a lo estrictamente necesario. Especificar qué razones objetivas lo justifican, reducir la duración máxima total de los contratos sucesivos o la reducción del número de renovaciones son cuestiones que se deberían estudiar.

Por supuesto que es necesario seguir compitiendo en el mundo global pero no a costa de los trabajadores. Se tiene que encontrar la forma de crear puestos de trabajo de calidad, sostenibles y que permitan un nivel adquisitivo decente. Estaría bien que se revisasen otras propuestas para la búsqueda de ese trabajo más digno y no se recurriera a la temporalidad de forma masiva. Hay diversas propuestas, no excluyentes, muy interesantes como la revisión de la jornada laboral o como un programa de empleo garantizado. Ahora bien a lo que no podemos renunciar es que se realice una fuerte inversión pública en sectores como la dependencia, educación, sanidad, energías renovables, rehabilitación de ciudades y edificios o transporte sostenible porque el empleo tiene que buscar el bien común de la sociedad y no sólo el beneficio empresarial.

*Economistas sin fronteras no se identifica necesariamente con el contenido de este artículo, que es responsabilidad de su autora.

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