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Tocqueville y la recuperación

Andrés Ortega

Los periodos de recuperación de la economía tras una recesión brutal y con devastación social como la que hemos vivido son inestables e incluso peligrosos. Alexis de Tocqueville alertaba de ello en El Antiguo Régimen y la Revolución (1856). Las rebeliones, los levantamientos, y las protestas se producen tras un bache cuando las cosas empiezan a mejorar: “Los males que se aguantan pacientemente cuando parecen casi inevitables se convierten en intolerables una vez que se sugiere la idea de escapar de ellos”, escribió el pensador francés. También en línea con Tocqueville lo dice el filósofo esloveno Slavoj Žižek: “Las rebeliones no estallan cuando las cosas están realmente mal sino cuando la gente tiene la sensación de que sus expectativas no se cumplen”.

La visión de Tocqueville es casi la contraria de la que James C. Davies popularizó en 1962  con su famosa curva en J, según la cual los levantamientos y revoluciones se producen cuando tras un periodo largo de crecimiento llega una caída dura y se crea un desnivel entre lo que la gente quiere y lo que obtiene. Aunque conviene recordar que las rebeliones no las hacen los que más sufren, sino los que más pierden. Los populismos en Europa se están alimentando de estos últimos.

No es que en España vaya a haber ninguna revolución. “Los ciudadanos quieren reformas, no revoluciones”, ha afirmado la vicepresidenta Sáenz de Santamaría. Las protestas en España han sido durante la crisis esencialmente pacíficas. La sociedad en España ha demostrado ser cauta y paciente pero la recuperación –ligada a otros fenómenos como la acumulación de casos de corrupción– puede aumentar la demanda de cambio social y político, de cambio del sistema. Ya pasó en los 90 en América Latina tras la década perdida de los 80. O ha ocurrido en Grecia, donde Syriza ha llegado al poder cuando la economía empezaba a mejorar. El malestar político no se tiene que por qué expresar en términos revolucionarios, sino de discurso y de voto. Lo que el economista Albert O. Hrischman llamó “voz” y “salida”, a lo que añadía la “lealtad”. Las lealtades políticas se han quebrado en España, como reflejan los sondeos del CIS y otros.

En España Podemos ha subido en intención de voto con los inicios de la recuperación. También Ciudadanos. La “recuperación” significa que está creciendo la economía y creando empleo (más que trabajo). Pero la recuperación, al menos hasta ahora, está resultando desigual, tras los años de creciente desigualdad de la crisis. No llega aún a mucha gente.

A ello cabe añadir nuevos cálculos que han hecho varios economistas, como Jan-Emmanuel De Neve et.al., basados en un examen exhaustivo de datos. Según ellos la percepción subjetiva por los ciudadanos de una mejora económica no es simétrica con un periodo de crisis, y no sólo por el desempleo o el empleo creados. En concreto, la pérdida subjetiva de bienestar que padecen los ciudadanos en una recesión es entre dos y ocho veces mayor que la recuperación que experimentan en un crecimiento económico equivalente. Esto abonaría la tesis de Tocqueville.

Es decir, no hay ningún automatismo entre la recuperación económica que ya se está dando en España (y en menor medida en el conjunto de la UE, según las últimas perspectivas de la Comisión Europea), y la recuperación política. Especialmente cuando no hay confianza en las instituciones, en los partidos políticos, ni en los sindicatos. Si el último Barómetro (correspondiente a enero de 2015) del CIS refleja una cierta mejora de la percepción de la situación económica (aunque aún con gran pesimismo respecto al futuro), no ocurre de igual manera con la situación política que un 78,7% considera mala o muy mala (78,5% seis meses antes y 82,2% un año antes, cuando no se había producido aún el relevo en la Corona y en el PSOE y cuando no habían surgido aún Podemos, ni, a escala nacional, Ciudadanos).

La recuperación social no es posible sin la recuperación económica. La primera va a tardar dados los elevados niveles de paro (un 35,6% sigue diciendo que es el problema principal que les afecta “personalmente”), los recortes en prestaciones, y la caída para muchos en salarios, cuando llegan a tenerlo. Ojo a Tocqueville.

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