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Urdangarin socializa

Urdangarin en su primer permiso.

Jesús Cintora

Qué tiempos aquellos cuando el escándalo de Urdangarin y la infanta acaparaba la actualidad. Ahora, por esas cosas del destino, Iñaki sale por primera vez de la prisión, coincide con el disgusto de la repetición electoral, y el caso queda prácticamente para los breves. El yerno de don Juan Carlos fue condenado a 5 años y 10 meses de cárcel por corrupción, entró el 18 de junio del año pasado y sale para hacer voluntariado.

Qué tiempos aquellos cuando la prensa contaba ese informe de Hacienda, según el cual, Nóos y sus empresas satélite facturaron más de 16 millones de euros a más de 100 entidades públicas y privadas. O cuando la Agencia Tributaria cifró en 5,8 millones de euros lo que Urdangarin y su socio, Diego Torres, percibieron del Instituto “sin ánimo de lucro”. Y es que para algunos el dinero vuela. Y el tiempo también. Iñaki ya pisa la calle.

Qué tiempos aquellos cuando el fiscal pedía 19 años y medio de prisión para Urdangarin. O cuando fue condenado a 6 años y tres meses por la Audiencia de Palma. O cuando el Tribunal Supremo lo rebajó hasta los 5 años y 10 meses. “Es una condena benévola y de saldo”, dijo quien había sido el juez instructor, José Castro. Mejor le fue a la infanta, pues le salió a devolver más de 300.000 euros. Responsable a título lucrativo, pero la fiscalía le había hecho pagar una fianza de 587.000 y finalmente la multaron con 265.000 euros.

“La justicia es igual para todos”, dijo Juan Carlos I en su discurso de Nochebuena. En contra del criterio del fiscal y de Instituciones Penitenciarias, el juez ha accedido a la petición de Urdangarin, que podrá salir dos veces por semana, ocho horas cada día. Condenado por corrupto, hará labores benéficas. Dice el magistrado que “en el ámbito de la delincuencia económica, cuyo eje es el egoísmo y el afán desmedido de lucro” le vendrá bien “la toma de contacto con la vida real y con los problemas de los demás”.

Imaginemos que, para contactar con la realidad, a Urdangarin le ponen a devolver el dinero. No. Al juez le preocupa la “desocialización” que comporta la soledad del interno. Iñaki está solo en la cárcel de mujeres de Brieva. Es el único recluso en un módulo masculino. Así lo eligió y así lo mantuvo Instituciones Penitenciarias “por motivos de seguridad”. Son las mismas razones por las que la infanta ha ido a verle con distinto modo de acceso y esperas de otras familias o por las que un vehículo ha recogido a Urdangarin dentro de la prisión y no hemos visto la imagen de su salida a pie. Seguridad.

La justicia concluyó que Urdangarin se valió de su “situación de privilegio”, consecuencia de su matrimonio con la infanta, para obtener contratos públicos y delinquir. Lejos parecen los tiempos en los que estas cosas nos escandalizaban. A Iñaki le trasladarán ahora, con escolta, 103 kilómetros de ida, y otros tantos de vuelta, desde la cárcel de Brieva (Ávila) hasta el centro de personas con discapacidad en Pozuelo de Alarcón (Madrid). Dos días a la semana. Le deseo que se reinserte, desearía que se recuperara el dinero robado y el mayor deseo es que Urdangarin no formara parte de una cadena corrupta de la que él pudiera haber caído como uno de los eslabones más débiles.

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