Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Uruguay, Frente Amplio, 43 años de unidad

El presidente de Uruguay, José Mujica. / Efe

Àlex Mañas Ballesté

Responsable de relaciones con Latinoamérica de ICV —

Mucho se habla hoy en el Estado español sobre la deseable unidad de la izquierda, y en innumerables ocasiones ponemos al Frente Amplio (FA) de Uruguay como ejemplo a seguir. Efectivamente, el FA es hoy el paradigma mundial de la izquierda en el impulso de estrategias unitarias y sin temor a equivocarnos podemos decir que es el único espacio unitario de la izquierda en el mundo que durante más de 43 años ha crecido, ampliando los sectores que forman parte de él, en lugar de menguar a costa de escisiones estériles y purgas ideológicas.

Más allá de la generosidad y grandeza de los que firmaron su acta fundacional, son muchas las diferencias que hacen que para nosotros el FA sea un modelo inspirador pero difícilmente un modelo a seguir, ya que el FA y su historia y cultura unitarias hunden sus raíces en una trayectoria difícilmente repetible. De algunos elementos sí que debemos tomar buena nota: generosidad, respeto a la pluralidad y complicidad con los acuerdos y consensos generados, porque son una formula de éxito que ha hecho de un Frente, en cuyo seno se encuentra desde la Democracia Cristiana a sectores libertarios, una poderosa herramienta de cambio y acumulación de fuerzas en Uruguay. En su día refiriéndose a la cultura unitaria del FA, el presidente Lula dijo: “El PT es un frente y el FA es un partido”. Y en el Estado Español estamos muy lejos de entender todavía ese respeto a la pluralidad y compromiso unitario que en el FA se ha dado durante más de 43 años.

El FA nació en 1971 en medio del derrumbe económico del Uruguay y su modelo, ejemplar en América Latina, de protección social a tan solo 2 años antes del inicio de la dictadura. En su constitución se pensó mucho en el nombre y no en vano se llamó amplio, ni popular, ni de izquierdas, ni progresista. Amplio, pensando ya en la enorme tarea de defender y reconstruir una democracia que se desmoronaba y conservar un sistema que se derrumbaba atacado por las lógicas neoliberales. En poco tiempo consiguió atraer a su seno a importantes sectores y figuras de los llamados partidos tradicionales (Blanco y Colorado) que representaban las dos almas –progresista y demócrata– de estas históricas fuerzas.

La lucha contra la dictadura y por la reinstauración democrática, el exilio y el desexilio, como lo denominó Benedetti, los mártires asesinados por la dictadura cívico-militar, los muertos en el exilio por la dictadura argentina y el sufrimiento de los miles de presos, entre los que hay que destacar al actual presidente José Mujica y los otros llamados “rehenes” del MLN-Tupamaros, dieron a la izquierda uruguaya y al FA un imaginario común de lucha y de mística. En cambio en nuestro país no existe un imaginario común para la izquierda y menos hoy después de la fractura emocional que muchos sentimos respecto a la llamada Transición Democrática española.

Hay algunas características propias de Uruguay que pueden explicar el éxito del modelo unitario del FA. Un país homogéneo nacionalmente y con una fuerte cultura comunitaria de base. La sociedad uruguaya tiene muy arraigada la cultura comunitaria y cooperativa, el carnaval y sus agrupaciones barriales, la cultura del club de barrio, del club deportivo… se replicaron y se trasladaron automáticamente al comité de base, unidad matriz del FA. En el comité de base, demócrata cristianos, comunistas, socialistas, libertarios, blancos y colorados progresistas…, construyeron y cimentaron una tradición unitaria durante décadas. No hacia falta que los líderes decretaran la unidad; la unidad se construyó desde la base y sin duda la tradición de organización civil barrial carnavalera y deportiva del país fue la mejor materia prima para la construcción de ese FA de partidos y sectores, pero en donde el comité de base era la garantía del crecimiento, del cambio social y de los posteriores éxitos electorales.

En otro orden de cosas, hay que remarcar que el propio sistema electoral uruguayo ha permitido modular y garantizar la unidad durante más de 43 años. La llamada ley de lemas y sublemas, vigente hasta 1996, permitía acumular en el candidato presidencial ganador de cada partido los apoyos recabados por diversos candidatos presidenciales del mismo partido. Este peculiar mecanismo explica también el por qué de las diferentes sensibilidades que han logrado pervivir también en el Partido Colorado y Nacional o Blanco.

El FA siempre apostó por un candidato único a la presidencia pero la vigencia de la ley de lemas y sublemas hasta hoy para las elecciones legislativas y las primarias obligatorias internas para las presidenciales desde 1996, permiten “contar” cada 5 años el equilibrio interno de los distintos sectores del FA. Hasta la reforma de sus estatutos en 2011 la dirección del FA se configuraba de acuerdo a los resultados obtenidos por cada sector en las elecciones legislativas y estos ocupaban un 50% de la dirección, siendo el 50% restante elegido directamente por los comités de base. Actualmente, la presidencia y vicepresidencia del FA se escogen en su congreso eligiendo al resto de miembros representantes de los sectores que lo integran en votaciones internas donde tienen derecho a voto todos los adherentes al FA. La ley de lemas vigente todavía para las cámaras legislativas permite visualizar la pluralidad y apoyos de cada sector en cada periodo, para cada institución y en cada uno de los Departamentos en que se divide administrativamente el país. Hoy en nuestro país, a diferencia del Uruguay, no existe ningún mecanismo electoral que permita medir periódicamente el apoyo de los partidos de izquierdas a no ser que concurramos separados en las elecciones.

Hoy el FA, como se demostró en las elecciones primarias del 1 de junio, tiene importantes retos que resolver. Volver a movilizar y empoderar a unos comités de base que han perdido fuerza y militancia, renovar generacionalmente a su dirigencia y conectar con los valores de las nuevas generaciones, ya que más de 200.000 jóvenes votarán por primera vez el próximo mes de octubre en Uruguay Jóvenes que siempre vieron al FA en el poder. Pero, sin duda, con sus problemas actuales y sus propias características es un modelo a admirar y que debería servirnos de inspiración.

Etiquetas
stats