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Vente para Catalunya, Mariano

Antón Losada

Las masas respiran aliviadas. Dice la prensa mas patriótica que “después de encauzar la economía” el presidente Rajoy se va a poner a arreglar lo de Catalunya. Para desmentir a todos aquellos que dicen que no estamos ante un hombre de acción. Dicho y hecho. Acababa de anunciar que iba a ir más a Catalunya a explicarse, y ya tenemos la primera fecha ¿Quién dijo que Rajoy no cumple sus promesas?

Lo mismo está pasando con los fiscales y la querella contra Artur Mas. Aseguró que el Gobierno no iba a intervenir, y otra vez dicho y hecho. Ya interviene y hace todas las presiones que haga falta con total autonomía el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce.

En España está bastante extendida la curiosa costumbre de pensar que cuando alguien no está de acuerdo contigo es que no te entiende o te explicas mal. A Rajoy en Catalunya le han entendido todo perfectamente. El problema no es que no le comprendan, o que se haya explicado mal, es que la mayoría no está de acuerdo.

Si Rajoy viajara a Catalunya a explicarles y reconocer que en el PP se confundieron al convertir sus legítimas aspiraciones en un arma de oposición para tumbar a Zapatero, al lanzar el boicot contra los productos catalanes y al recurrir el Estatut, a lo mejor las visitas del presidente servían para algo y podían empezar a hacer política.

Si va a decirles otra vez lo que no pueden hacer, o lo que dice el Gobierno que les prohíbe la ley, por mucho que se vaya para Catalunya, por mucho que sonría mientras se lo repite y por mucho que le diga Artur Mas, sólo irá a hacer turismo.

Resulta emocionante la confianza que algunos demuestran al esperar que el mismo presidente que firmó el recurso de anticonstitucionalidad contra el Estatut vaya ahora a ponerse al frente de un reforma constitucional, que acabe reconociendo a Catalunya como nación y disponga algo parecido al concierto fiscal. Rajoy es un político hábil y tiene su código para resolver los líos de la política, pero de momento no puede obrar este tipo de milagros. El anticatalanismo ha criado muchos independentistas, pero también muchos españoles convencidos de que esto lo arregla la Guardia Civil en dos minutos.

Es cierto que el president Mas tiene un problema con una Esquerra que cada día le roba un poco más de su espacio electoral. Pero no resulta menos cierto que Rajoy tiene un problema con su propio partido, donde una mayoría entendería cualquier movimiento como una cesión intolerable ante Catalunya. Y lo peor de todo no es que cada uno tenga sus problemas. Lo peor es que todos tenemos un drama con los dos.

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