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¿Voto fiel? ¿Cautivo? ¿Masoquista?

Jesús López-Medel

Hay más infidelidades en las parejas o matrimonios que en el voto. En lo primero puede haber diversas circunstancias que motiven un cambio. En lo segundo, pese a muchas situaciones tormentosas incluso, se suele mantener “fiel”. ¿Es esta la palabra? Eso es lo que piensan los partidos políticos y aciertan. ¿Acaso no es mejor llamarle voto “cautivo”? ¿En algún caso, puede ser calificado como voto “masoquista”?

Voy a contar una anécdota en una conversación reciente. Una buena amiga catalana, militante de Unió Democrática que siempre ha votado por CIU. Lloviese o hiciese sol. Como tantos catalanes, andaluces, etc. Piñón fijo. Unió (el partido de Duran) se escinde y nada consiguen. Ella no es nada independentista y allí….Le molesta mucho la corrupción… y allí… Ella tiene planteamientos sociales y no le gustan los recortes…y allí… ¿A quien ha votado? Pues, como siempre, a la agrupación liderada por Convergencia Democrática…¡aunque su líder iba el número cuatro en las listas!

A un mes de que todos podamos elegir, es sabido que en España el voto fijo es muy abundante, sobre todo a partir de una franja de edad. Conocido es también que resulta muy mayoritario el voto en contra. Las empresas entienden bien eso de “fidelizar” al cliente. Procuran mantenerle y asumen que, incluso, maltratándoles o engañándoles un poco, muchos siguen ahí. Son como las compañías telefónicas. Ya no es la obligación de permanencia…; es que es muy difícil escaparse o liberarse. Es complicado y, sobre todo, la inercia y el pensar que todas son iguales, hace que muchos sigan con la misma telefonía. Usualmente, la más poderosa que acoge “generosamente” a ex políticos.

Si, saben bien los partidos políticos que aunque hagan lo que hagan, la factura a pagar no es tan fuerte como se merecerían en otro lugar. Eso Mariano, el que vive siempre en un “tiempo muerto”, sabía muy bien que tenía un colchón muy grande para estar tranquilo…y para echarse una gran siesta.

Me quiero dirigir a los que van a volver a votar al PP. Durante estos larguísimos cuatro años, he oído a no pocos de ellos quejarse amargamente del sin rumbo que su gran capitán les llevaba. Las quejas que yo y muchos hemos escuchado eran de enérgica decepción. Y así, consuela que te consuela. Cada uno por su tema.

Unos votantes del PP estaban muy enfadados por las subidas de impuestos y las amnistías fiscales a los más ricos. Ellos, votantes del PP de clase media veían que bajaban a ser clase media baja y que cada vez llegaban antes al límite de fin de mes. IVA, IRPF, IBI…

Otros votantes del PP porque tenían en su familia una persona con dependencia y vieron como se les quitaban las ayudas para cuidadores. Otros porque veían que la asistencia sanitaria se excluían determinados tratamientos y había que realizar un mal llamado “copago” (verdaderamente es pago doble) por medicinas de siempre.

Otros votantes del PP por ver como bajaban enormemente las becas escolares, subían inmensamente las tasas por matrículas y se disminuía el presupuesto en educación. Cómo hablaban de la “excelencia” y el que tenía menos cualidades, en lugar de ayudarles con apoyo e integración, se les dejaba en el camino cual  “guerra de las especies” de Darwin.  

Otros votantes del PP que creían en el Estado de Derecho, vieron cómo se impedía la tutela judicial de sus derechos con un sistema de acceso mediante unas tasas lacerantes o como de un día para otro se utilizaba abusivamente el decreto ley como instrumento de inseguridad jurídica para alterar sus derechos o se utilizaba indultos para favorecer determinadas personas.

Otros votantes del PP tuvieron que perder el trabajo, viendo reducida la indemnización y limitadas las prestaciones por desempleo. Otros, veían como sus hijos, hasta con estudios superiores, tenían enormes dificultades para encontrar algo. Y a lo sumo, eran contratos precarios, les duraba muy poco y eran explotados y les decían, no te quejes que es peor.

Otros votantes del PP que eran funcionarios vieron que les quitaban, mediante el decreto ley, por supuesto, y con carácter retroactivo, parte de su salario. Que les suprimían (¿para qué?) sus días de permisos y algo de vacaciones y ahora, porque hay elecciones les anuncian que se los devuelven. Además, como empleador, trasladaba a la opinión pública la idea de que eran holgazanes. Se congelaban las convocatorias de plazas, con más envejecimiento de la Administración.

Otros votantes del PP vieron como en este tiempo se han liquidado la gran hucha del “fondo de reservas” de pensiones y ven su futuro sombrío a medio plazo, entre esto, el desempleo y la bajísima tasa de natalidad. Ellos pensaban, inocentes, que el partido de Rouco era el de las familias que procrean cuando era más bien de protección de las “famiglias. ¡Cuánto colocado!

Otros votantes del PP creyentes en que debía administrarse con honradez los fondos públicos, se han encontrado con que los numerosos escándalos en ese partido, su partido, se han enriquecido no con una o dos o tres operaciones sino actuando sistemáticamente en redes criminales organizadas. También utilizando dinero público en abundantes ayuntamientos y algunas Comunidades Autónomas como la Valenciana y en Madrid donde había una fichadora con un ojo clínico. Que la abundante corrupción solo ha sido superada por la inmensa impunidad alentada desde el poder y mecanismos que controla. También con la protección e implicación del partido uy las instituciones que encontraban en ello una forma de reparto de estraperlos de pícaros.

Y bastantes de ellos… van a volver a votar al PP. Algunos pocos se pasarán al nuevo partido derechista que es pura apariencia e indefinición pero que va a permitir, los votantes lo saben, apuntalar al PP y que este siga. Yo conozco varios ejemplos. Algunos no lo dicen que van a volver al votar a Mariano, el de la palabra hecha broma, porque no queda bien y otros expresan abiertamente que les han perdonado y que vencerá a los sediciosos solo con la bandera, ya la tiene más grande que Pedro Sanchez. Y eso que ahora no hay riesgo de que llegue la izquierda porque el PSOE es todo menos un partido progresista.  

Pero volvamos a nuestros amigos reincidentes votantes del PP. ¿Es lo suyo fidelidad? ¿Acaso cautividad? ¿Les gusta el masoquismo? Pues piénselo bien. Mire, compare y si no encuentra algo mejor, y no quiera quedarse en casa a pesar de que hace frio, vuelvan a votar al PP. Pero, por favor, no se me vuelva a quejar y a desahogarse conmigo. Tengo cosas que hacer.

Si la luz navideña no les alumbra y, en cambio, les llevan las tinieblas  otra vez en compañía de quienes han montado un belén pero de cinco estrellas en terreno no urbanizable o desforestado, alguno les aplicaría la frase de la brillante parlamentaria Alejandra Fabra que en tres palabras habló con el corazón desde el Parlamento.

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