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“¿Verdad, Loles? Claro que sí”

Barbijaputa

Elenco del nuevo anuncio de Ciudadanos:

PACO: héroe nº1. Camarero.

LOLES: heroína nº2. Mujer, madre, esposa, trabajadora, cuidadora.

ALBERTO: héroe nº3. Parado.

COLETILLAS: villano. Vago de izquierdas.

CAMARERO #2: héroe nº4. Anónimo.

RAJOY: villano y corrupto.

DAVID: héroe nº5. Repartidor.

HOMBRE SENSATO Y TRANQUILO: héroe nº 6. Anónimo.

RIVERA: Héroe de héroes.

Loles entra en un bar nerviosa y con prisas. El móvil le suena pero antes de dar con el móvil dentro de su bolso, se topa con un biberón. Es mujer, madre, trabajadora, cuidadora y esposa. “No puedo seguir así... ¡que me va a dar algo!”, se queja tras colgar la llamada. Acto seguido, los hombres presentes en el bar dan por hecho que es el trabajo lo que la agota, aunque con quien hablaba era con su marido (damos por hecho que se trata de un marido y no una esposa, basándonos en que cuando Rivera no era aún presidenciable decía que “llamar matrimonio a la unión homosexual era crear tensiones innecesarias”).

El camarero entiende que está estresada por el curro, y no por el hecho de que el marido está preguntándole que cuando vuelve a casa (“sí, voy enseguida, es que tengo otra reunión”) o porque los cuidados más simples, como preparar la merienda a las criaturas, recaen sobre ella (“sí, la merienda está en la mochila”). Y hasta aquí la intervención del único personaje femenino del anuncio, que ya han cubierto de más la representación femenina con mujer, cuidados, niños, estrés y qué me va a dar algo. (Y ya hemos tenido nosotras más suerte que la comunidad negra, gitana, sudamericana...)

Paco, el camarero, responde a su queja: “Tú al menos tienes trabajo”. Porque sí, tener trabajo es un privilegio, así que no te quejes, Loles, y mira qué mal está Alberto (el siguiente prota, también hombre, por supuesto... porque hombres siempre hay de muchas clases; mujeres sólo hay de un tipo). Alberto asegura que está buscando trabajo, pero no encuentra. Quizás lo echaron de su último empleo acogiéndose a la reforma laboral del PP, esa que Ciudadanos asegura no tener intención de derogar. Pero el problema en el que incide Ciudadanos no es cómo ni por qué ni en qué condiciones se quedó sin trabajo Alberto (sería entrar en causas pasadas que Ciudadanos nunca ha cuestionado), únicamente es importante que ahora no encuentra (no como pasará si ganan ellos, que tienen un gran plan para el futuro sin mirar ni cuestionar qué falló en el pasado).

Cuando Alberto intenta pagarle el café a Paco el camarero, éste rechaza el dinero al más puro estilo Lotería de Navidad, pero estropea la emotiva escena un muchacho con coleta dando golpes a una máquina tragaperras de forma agresiva. Es el único que lleva camiseta, todos los demás van en camisa o polo. Cómo somos en la izquierda, ni tenemos educación ni respetamos el dress code.

Rajoy aparece entonces en la tele del bar diciendo que se convocan nuevas elecciones. Alberto, el parado, lo acusa de no haber hecho nada “en estos cuatro meses”, no como en los anteriores cuatro años, que el hombre ha estado dándolo todo. Paco recuerda de pasada la corrupción, asunto que no tiene más protagonismo en el anuncio que justo ese instante. No hay que cebarse, claro, que a ver luego cómo explicas que quieres pactar con el PP. De hecho, el verdadero problema parece ser el chico de la coleta, que interviene convenientemente cuando el camarero habla de corrupción, para decir una frase que no venía a cuento pero que había que meter con calzador (al igual que la cerveza que se está bebiendo, siendo de hecho el único que bebe alcohol) para ridiculizar a los movimientos sociales: “El poder para la gente”. El sucedáneo de Pablo Iglesias dice esto levantando el puño. Una parodia de la lucha obrera muy necesaria en un país donde, precisamente, lo que falta es lucha obrera.

Pero al de la coleta ya lo tienen fichado en el bar, se ve que va mucho a vaguear (no como el parado, que va pero a buscar trabajo en el periódico) y a liarla, como todos los perroflautas, vaya. Entonces entre Paco y Alberto cuchichean y critican al problemático, al típico vago verdadero causante de todos nuestros problemas: “Para la gente, dice, será para su gente”.

¿A qué gente se refiere Ciudadanos con esta frase? Si ese chico representa obviamente a Pablo Iglesias, ¿“su gente” somos las personas que votaremos a Unidas Podemos? ¿Somos la “gente” que votará a Unidas Podemos diferente “gente” que un parado, un camarero, un repartidor o una mujer trabajadora con un marido garrulo? La respuesta es sí. Somos diferentes. Si de verdad eres una persona que se esfuerza y que trabaja, no eres compatible, desde luego, con movimientos sociales, activismo, llevar el pelo largo, levantar el puño o decir que el poder es del pueblo.

El camarero sigue con el cuchicheo sobre el chico de la coleta: “A ver si hay suerte y lo enchufan a éste como hacen con todos ellos”. Ciudadanos, el partido cuya directiva en A Coruña ha dimitido en bloque porque el cabeza de lista fue nombrado a dedo, relaciona al “Coletilla” con el enchufismo. Claro que sí. ¿Por qué no? ¿Y por qué no sacar a otro hombre más en el anuncio (eran pocos) que haga de repartidor y lo primero que diga sea también una crítica al chico de la coleta (que yo no sé cómo sigue yendo a ese bar)? Pues por el mismo motivo que es buena idea poner a Alberto, el parado, respondiendo “¿Levantar España? Este lo que hace es levantar el móvil”. (Aquí, opino, faltaron unas risas enlatadas). Relacionar el estar enganchado al móvil y a las redes sociales con la izquierda es otra forma de ridiculizar el activismo, en este caso el ciberactivismo. No sé por qué se cortaron y, dado que el cuñadismo es el protagonista, no pusieron a otro personaje masculino más (que han quedado los hombres poco representados) diciendo “muy comunista pero bien que tiene un iPhone”.

Y entonces viene el discurso final, el definitivo, a manos del más sensato de todos: el único que no había criticado al “Coletilla” porque tiene más clase que eso, el más tranquilo, el que controla bien el asunto, el mayor de todos pero aún dentro del mercado laboral (que Ciudadanos ya sabe que el voto pensionista lo tiene perdidísimo), y con Rivera en pantalla, hablando tranquilo, hablando naranja, dice señalando a la tele: “Este es el que lo ha entendido todo. [Música de violines]. Porque yo he visto muchas veces caer a este país [violines y guitarra], pero también lo he visto volverse a levantar”.

El hombre sensato añade que es gracias a esos héroes anónimos como Paco y Roberto. Entonces baja un poco el tono, condescendiente, y sonríe “O como Loles, que puede con todo, ¿verdad, Loles?”. A Loles no le da tiempo a responder, porque el hombre sensato se da a sí mismo la razón en un emotivo mansplaining: “Claro que sí”. Loles, tú asiente, que ya tuviste tu frase estrella de queja y biberones.

Loles podría pasar por cualquier madre trabajadora del país, pero el análisis que hace Ciudadanos a su situación no es la falta de feminismo para que la crianza entre madres y padres sea igualitaria. Lo que hace Ciudadanos es alabar ese malabarismo que consiguen las mujeres vete tú a saber cómo ni falta que nos hace saberlo. Quizás también quiera hacernos ver la necesidad de la conciliación, porque ése es un tema que nos atañe únicamente a nosotras. Ninguno de los hombres presentes en el bar parecían estresados ni con prisas. El personaje de Loles, como decíamos, colaría como una mujer cualquiera si no fuera porque las mujeres trabajadoras y madres no frecuentan tabernas de cuñaos en mitad de la jornada laboral, más cuando les falta el tiempo.

El hombre sensato también tiene palabras bonitas para David, el repartidor que entró humillando al de izquierdas sin ningún tipo de provocación previa, porque “David se lo curra día tras día y no espera que le regalen nada”. David no quiere regalos, y aquí no sabemos de qué regalos hablan pero suponemos que, como buen partido neoliberal, Ciudadanos se refiere a subvenciones y mamandurrias.

El doble de Pablo Iglesias mira embobado el mitin del hombre sensato, como uniendo conceptos y dándose cuenta, de repente, de la verdad de todo aquello. Aunque le dura poco la epifanía, porque tras beberse la cerveza, pide al camarero que se la apunte. Qué cara tiene siempre la izquierda. Claro, a Paco no le queda otra que protestar: “Todos los días con la misma coletilla, macho”. Coletilla. Guiño, guiño, patada, patada.

El final es lo mejor, porque reclaman que los políticos sean humildes y estén a la altura de la gente, pero te acaban de cascar un anuncio de casi tres minutazos donde, básicamente, han dado por hecho que la gente es tonta.

“Lo mejor que le pueda pasar a este país es que haya cambio”, acaba diciendo Rivera.

Pero, por favor, no se me amotinen, un cambio tranquilo, que la gente honesta, sensata y trabajadora no tiene ninguna prisa.

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