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Ni tanto ni tan calvo

Elisa Beni

Situar el momento concreto en el que el hecho de estar inmerso en una investigación judicial debe provocar responsabilidades políticas es una cuestión que siempre ha estado sobre el tapete. De eso se trata, sí. Por mucho que resulte patético oír al partido que ha mantenido a sus cargos hasta llegado prácticamente el momento del juicio clamar que una providencia de citación debe servir para que dos representantes del pueblo devuelvan sus actas porque así lo prometieron. No creo que prometieran eso y si lo hicieron fue una tontería.

Tras la providencia de Jorge Alberto Barreiro hemos tenido fuegos de artificio, matasuegras y bombas fétidas.Todo menos un debate sensato sobre cuál sea ese punto que permita limpiar la escena pública de personas sobre las que pesan graves acusaciones pero que no suponga abrir la veda a que la mera admisión a trámite de una querella suponga el fin de la carrera política porque eso nos llevaría a ver espurios intentos de quitar de en medio a los rivales. Insisto en lo de providencia  -una resolución sin argumentación jurídica alguna y que, por tanto, no puede recurrirse- para llamar a declarar en calidad de imputados porque permite comprobar como era cierto que el largo auto que dictó Castro para cumplir este trámite procesal con la Infanta sí era una anomalía, una más, en ese caso. A declarar como imputado se cita por providencia de toda la vida de dios.  

La cuestión, insisto, es fijar ese límite sin que resulte injustamente gravoso. Y este es el caso de Griñán y Chaves. No se pueden tomar medidas, ni siquiera políticas, contra ellos en relación con el caso ERE sin haberles oído al menos una vez. Sin que un juez haya escuchado su versión. Hasta ahora están inauditos. Podría suceder que Jorge tras oír su declaración decidiera que no hay ningún motivo para seguir un procedimiento contra ellos y sobreseyera. En ese caso, ¿qué sucedería de haberles obligado a entregar sus actas? Porque esa es una medida que no tiene marcha atrás.

Será tras oírles, en calidad de imputados, claro, no podrían hacerlo sino así o como testigos o peritos, cuando con elementos el juez tome esa decisión. “No pueden ir a declarar en otra condición que no sea la de imputado...a día de hoy no significa nada” ha manifestado el propio presidente del Tribunal Supremo, hombre que lo fuera de Aznar y que no es muy sospechoso de ir a contarnos milongas para salvar la cara de los socialistas. “Habrá que esperar a que el juez les escuche y tome una decisión”, ha dicho. Y en eso estoy totalmente de acuerdo con él y es lo mismo que el PSOE quiere decir cuando se enreda en esos senderos tortuosos de que será cuando se les impute algún delito concreto.

¿Cuál es ese momento, pues? Es cierto que el partido mencionó en su código ético el momento de la imputación y, por tanto, tendrán que atenerse a ello. Si una vez oídos por el juez, éste decide proseguir la causa contra ellos y en un auto justificarlo jurídicamente, entonces Chaves y Griñán deberán dejar sus actas lo que, dicho sea de paso, les haría dejar de estar aforados ante el TS y ante ese juez.

Yo creo, no obstante, que ese momento deberían haberlo fijado los socialistas un poco más adelante. En el momento de producirse el procesamiento (o su equivalente en el procedimiento abreviado). Ni tanto ni tan calvo, señores. Lo han hecho donde lo han hecho y deberán ser consecuentes. Pero justo en ese punto prometido, no cuando la jauría de los que han sostenido hasta a los sentenciados lo indique.  

Por último, tampoco deja de extrañar la decisión del Tribunal Supremo de dictar la providencia ahora, irrumpiendo en el debate electoral, para citar en una fecha posterior a las elecciones andaluzas. Los jueces asumen, de forma general y es una práctica habitual, no entorpecer los periodos electorales y diferir, si no perjudica al proceso, algunas actuaciones para que las elecciones no se vean condicionadas por actuaciones judiciales. Es lo que parece haber hecho el magistrado dejando la cita para después pero debería haber reparado que enviar la providencia tan pronto también le hacía entrar en dicho debate.

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