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El cambio del mapa electoral en la Comunidad de Madrid

Ricardo Méndez y Luis Abad

Geógrafos del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC —

Resulta evidente que las elecciones locales y autonómicas del 24 de mayo han supuesto una ruptura con relación a una larga etapa en que, junto a cambios periódicos en el voto a las diferentes formaciones políticas, se mantenía una estructura de partidos bastante estable que ahora se ve cuestionada. La Comunidad de Madrid es uno de los mejores exponentes de esa transformación que, entre otras consecuencias, se ha llevado por delante el mapa electoral heredado de 2011 para dibujar otro bastante más complejo.

Ya desde la noche electoral se publicaron diferentes mapas que identificaban a las formaciones ganadoras en los municipios de la región o distritos de la ciudad de Madrid y apuntaban las tendencias del cambio. Pero un análisis más detallado de las elecciones locales permite comprobar la reactivación de la tradicional división del territorio entre izquierda y derecha, así como identificar los lugares donde el voto fue más estable frente a aquellos donde la irrupción de los nuevos partidos fue más intensa. Entre estos últimos, dibujar las áreas de influencia respectivas de Ciudadanos y de las plataformas en que se integró Podemos posibilita ver hasta qué punto repiten contrastes conocidos o aportan novedades. Al analizar los 35 municipios con más de 20.000 habitantes -que reúnen a nueve de cada diez electores- junto a los 21 distritos de la capital, los resultados confirman que la geografía del voto también está en plena metamorfosis.

En primer lugar, se reactiva la tradicional división política del territorio madrileño que el castigo al PSOE por su gestión de la crisis y el consiguiente tsunami azul de 2011 había desdibujado. Pese a la simplificación de cualquier esquema dual, si se agrupa el voto a los partidos que pueden situarse desde un hipotético centro hacia la izquierda (PSOE, IU y plataformas ciudadanas apoyadas por Podemos) y hacia la derecha (PP, C’s, UPyD, VOX y partidos independientes que en algunas localidades se situaron entre los más votados), el cociente entre ambos aumentó (de 0,63 a 0,83) como reflejo del desplazamiento hacia la izquierda. Pero, además, de nuevo se dibuja con nitidez la clásica frontera intangible que separa el noroeste y el sureste, ya visible en la capital y ampliada al resto del área metropolitana.

El valor máximo correspondió al distrito del Puente de Vallecas, donde el voto a las candidaturas de izquierda multiplicó por 2,67 el de las otras. Pero la diferencia fue también muy grande en San Martín de la Vega, San Fernando de Henares y Fuenlabrada, así como en los distritos de Villaverde, Usera y Villa de Vallecas. Por el contrario, ese voto representó menos de una quinta parte del destinado a las candidaturas de derecha y centro derecha en Torrelodones y Boadilla del Monte, o poco más de una tercera parte en Pozuelo de Alarcón, Majadahonda y Las Rozas, junto a los distritos de Salamanca y Chamartín. La especial vulnerabilidad ante la crisis de aquellos territorios del sur y este con mayor presencia de población desempleada, o con empleo precario y bajos ingresos, más dependiente de unos servicios sociales menguantes y afectada por los desahucios, ha realimentado una oposición a las políticas aplicadas en estos años que vuelve a reflejar las desigualdades socioeconómicas en el mapa electoral.

Un segundo componente del cambio tiene que ver con la emergencia de nuevos partidos que en algunos lugares cuestionan la hegemonía de los tradicionales. Pero de nuevo su implantación está lejos de ser homogénea en el territorio, tal como se observa al ver su proporción sobre el total (incluyendo a Ciudadanos, aunque en 2011 ya obtuvo un testimonial 0,16%).

Aunque en promedio representaron un 27% de los votos, llegaron a superar la mitad en los distritos de Centro, Villa de Vallecas y Arganzuela, estando muy próximos en Vicálvaro y Puente de Vallecas. El mapa confirma que este cambio se ha iniciado en la capital y resulta más moderado fuera de ella, lo que puede vincularse sobre todo al efecto movilizador y aglutinador que parece haber tenido la plataforma ciudadana Ahora Madrid, pues es sólo en algunos distritos con mayor presencia habitual del voto al Partido Popular (Salamanca, Chamartín, Chamberí, Moncloa-Aravaca) donde esa presencia de los nuevos partidos no alcanza el 40%. Aunque fue en municipios de la periferia metropolitana como Algete, Torrelodones, Parla, Boadilla del Monte o San Martín de la Vega donde los partidos tradicionales –de distinto signo- han resistido mejor el embate, concentrando aún más del 80% del voto total.

Por último, se ha discutido hasta qué punto los nuevos partidos mantienen una adscripción ideológica que puede integrarse en los esquemas habituales o tienen mayor vocación de transversalidad. El cociente entre los votos alcanzados por las plataformas ligadas a Podemos y Ciudadanos resulta muy clarificador por su semejanza al compararlo con el mapa inicial que sintetizaba la tradicional divisoria izquierda/derecha. En el conjunto de la Comunidad el voto obtenido por esas plataformas populares (16,3%) superó en más de un 50% el obtenido por Ciudadanos (10,5%). Pero llegó a triplicarlo ampliamente en los distritos del sur y este de la capital incluido el de Centro, y también lo duplicó con creces en la mayoría de municipios del Sur Metropolitano (Getafe, Leganés, Móstoles, Parla, Pinto, San Martín de la Vega…), además de Tres Cantos. Como contrapunto, el voto a Ciudadanos fue superior en un total de once municipios, sobre todo del noroeste (Alcobendas, Boadilla del Monte, Majadahonda, Pozuelo de Alarcón, Las Rozas, Villaviciosa de Odón), pero también del este (Algete, Paracuellos, Arganda del Rey) y sur (Valdemoro, Arroyomolinos), sin lograrlo en ningún distrito de la ciudad de Madrid.

Los mapas cumplen la doble función de orientarnos y sugerir posibles relaciones entre hechos que no se producen de forma aislada, pero su diseño exige siempre seleccionar algunos aspectos entre los muchos posibles. Por eso, complementar los mapas electorales que identifican el partido más votado en cada circunscripción con otros capaces de sintetizar información también relevante nos permitirá alcanzar diagnósticos más precisos y críticos sobre una realidad compleja como la del cambio político que vive actualmente la Comunidad de Madrid.

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