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La campaña del mondongo

Pedro Sánchez, en la presentación de la precampaña del PSOE.

Elisa Beni

“La abdicación de la responsabilidad política por parte de líderes establecidos suele señalar el primer paso hacia la autocracia de un país”

Levitsky y Ziblatt. Cómo mueren las democracias

A mí el PSOE no me ha mandado flores. A ver, que sí me invitaron a la cosa esa de los influencers con corazón a la que no fui, pero no me mandaron rosas por San Valentín como a otros compañeros. O saben que ya tengo quien me las regale, o me conocen tan bien como para tener claro que las cultivo, o son tan perspicaces que saben que las mujeres adultas nos regalamos la vista cuando queremos y les ha dicho mi florista que yo soy adicta a ello. Eso o soy una influencer de saldo, que es lo más seguro. La campaña del corazón. Honra a los socialistas haber elegido de todas las vísceras la más noble: el corazón, pero no les aparta de ser estratégicamente conscientes de que estamos en la política de las entrañas, en la campaña de los mondongos, en la era de los higadillos.

Critico primero a los que me parecen menos criticables, habida cuenta de que Podemos está aún desaparecido en el útero de su crisis intestina porque, mientras, los líderes de la derecha evisceran las andorgas y nos muestran crudos y hediondos todos los frutos de la barriga a la que llaman para que vomite finalmente un voto que les convenga. Esta es la política del siglo XXI, aquí y en Michigan, no crean que critico por dolerme de España que en esto, como en casi todo, es siempre una alumna tardía y poco aventajada.

¿Y el cerebro? ¿Alguien toca, llama, excita o alienta a ese órgano en el que muchos asientan lo que de plenamente humano nos alientan? Apenas alguno de refilón. Ya no queda lugar para ello. Nos han instruido, nos han formado y nos han lanzado a un mundo pleno de tecnología en la que cada vez nos hace menos falta utilizarlo. Convenientemente idiotizados –¡queridos Orwell y Huxley!– nos lanzan ahora mensajes directos al bazo, uppercut sin misericordia, para lograr ese poder que desean. Llegará el día en que ya ni nos necesiten y para evitar su advenimiento es para lo que hemos de rebelarnos.

Vamos a asistir a una campaña llena de mentiras, de baladronadas, de insultos, de cuestiones absurdas y que no nos importan una higa. Nadie nos va a hablar del grave problema que asusta a Europa, esa posibilidad de que la ultraderecha antieuropeísta bloquee el Parlamento, ni nos van a razonar las inquietudes estratégicas de una Merkel que reconoce como “vemos que la arquitectura que apuntala el mundo como lo conocemos es un rompecabezas que se ha roto en pequeños pedazos”, sin asumir su parte de culpa en esa realidad. Rusia, China y los Estados Unidos de Trump. El auge de la ultraderecha en Europa y la muerte por necrosis de las democracias liberales. Los centenares de ataques antisemitas en Francia y Macron visitando tumbas de judíos profanadas. Ese es el marco al que nos sustraemos con totalitarios que osan reconocer que tienen pocas cosas en la cabeza pero el corazón lleno de España. El corazón. El estómago. Las vísceras. Las tripas. El vómito.

Debemos volver a la razón, a la ilustración, a la fuerza del cerebro que es la única que nos ha traído hasta aquí digan lo que digan algunos de los que no pasan de las cuatro décadas y parecen no conocer nada de aquello de lo que somos deudores. Démosle una oportunidad a nuestro cerebro y a nuestra capacidad crítica. Frente a las fake news, a las intoxicaciones de los grupos de WhatsApp, frente a las frases y a los zascas, frente a la falta de clase y de materia política, démosle una oportunidad a la democracia. Las democracias ya no mueren a tiros ni en asonadas. Las democracias mueren cuando llegan al poder los que quieren destruirlas.

Esta campaña de las tripas merece un contrapeso de la razón en cada uno de nosotros. Porque como Linz explicó, hay cuatro señales de advertencia que pueden ayudarnos a reconocer a un candidato autoritario cuando aún tenemos posibilidades de parar su acceso al poder. “Deberíamos preocuparnos en serio cuando un político rechaza, ya sea de palabra o con acciones, las reglas democráticas del juego; cuando niega la legitimidad de sus oponentes; cuando tolera o alienta la violencia o cuando indica su voluntad de restringir las libertades civiles, incluidas las de los medios de comunicación”. Sólo en ese párrafo hay todo un compendio de reflexiones a realizar. La ideología es libre y el voto también pero la obligación de evitar que los autoritarios lleguen a tocar poder es una cuestión que atañe a todos los demócratas. Y aún hay más cosas sobre las que deberíamos reflexionar: “Según los cálculos, las cuentas de Twitter de la MSNBC, la CNN, la CBS y la NBC, cuatro medios a los que nadie podía acusar de inclinación pro Trump mencionaron al candidato el doble de veces que a su adversaria, Hillary Clinton. Trump disfrutó de hasta dos mil millones de dólares de cobertura en medios gratuita durante las primarias”.

Van al mondongo pero debemos oponerles los sesos. A todos ellos. No hacerlo es una dejación inaceptable. No tomar decisiones es una cobardía culpable. No esperemos a que nos envíen flores ni nos compren con soflamas. La flor de la verdad solo crece en espíritus valientes.

“La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés”, como dejó dicho ese Machado del que hablan tan poco los patriotas de boca.

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