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La chapuza y la homofobia como 'Marca España'

Una bandera española

Carlos Hernández

Gran imagen la que está dando nuestro país en Europa… otra vez. En menos de una semana hemos sabido que de la terna de candidatos que presentó el Gobierno para cubrir una vacante del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) uno no alcanzaba ni de lejos el nivel requerido, otro andaba en el límite y la mejor de los tres tiene una mentalidad más propia de la época en que Torquemada hacía de las suyas.

Imagino las caras de los miembros de la comisión del Consejo de Europa encargada de entrevistar a los candidatos cuando prepararan sus interrogatorios. Les debió bastar con entrar en Google para percatarse de que el number one de la propuesta española había llegado a la presidencia del Tribunal Constitucional envuelto en la polémica. El pecadillo de Francisco Pérez de los Cobos era ser o haber sido, nunca quedó completamente aclarado, militante del Partido Popular. Los comisionados europeos leerían que su nombramiento no había sido ilegal, sino más bien alegal. En España ningún juez en activo puede tener el carnet de un partido político, salvo los miembros del Tribunal Constitucional que no forman parte, formalmente, del poder judicial. Pérez de los Cobos tenía derecho a su cargo, sí, pero ética y políticamente resultaba más que cuestionable.

A pesar de estos antecedentes, o quizás debido a ellos, el Gobierno había preparado el terreno para que la Asamblea del Consejo de Europa se inclinara por él. En primer lugar había retrasado la presentación de la propuesta hasta que Pérez de los Cobos acabó su mandato en el alto tribunal. Después le allanó el terreno eliminando a los posibles rivales españoles que podían hacerle sombra. Así logró completar una terna con otros dos candidatos que, según fuentes jurídicas citadas por este mismo diario, eran “candidatos de paja” que no podrían competir con todo un expresidente del Constitucional.

Todo estaba atado y bien atado, pero al estilo de barra de bar Marca España. El resultado fue que Pérez de los Cobos sacó cero votos en su examen ante la comisión. El frustrado candidato fue incapaz de responder en inglés y su manejo del francés no pasó de un lacónico “correcto”. No sabemos si fue solo por eso, o si “eso” fue la gota que colmó la paciencia de los examinadores que acabaron decantándose por los “candidatos de paja” y no por el hombre de Rajoy.

El resultado de esta chapuza no podía traer nada bueno. Este jueves hemos leído en eldiario.es que la magistrada que fue elegida finalmente por la Asamblea del Consejo de Europa, en una votación en que Pérez de los Cobos acabó en último lugar, tiene una especie de tara mental en lo que respecta a la homosexualidad, la transexualidad y la identidad de género. En estos temas sus ideas nada tienen que ver con el país al que va a representar en el TEDH, el país tolerante que legalizando el matrimonio entre personas del mismo sexo abrió un camino que ha sido seguido por numerosas naciones.

Si nadie lo remedia, y ahora parece complicado hacerlo, en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos habrá una magistrada española que no parece incluir a los homosexuales entre los humanos con derechos. Sin duda nos dirán ahora que sus declaraciones están sacadas de contexto, que se trata de viejos trabajos y zarandajas por el estilo. Sin embargo es difícil defender que un cargo tan relevante, tan específico y tan sensible como ese, lo vaya a ocupar una persona como María Elósegui que equipara la homosexualidad con una enfermedad. Ser gay, lesbiana o bisexual, según defendía Elósegui en entrevistas, artículos e informes, provoca “distintas patologías”, a diferencia de los heterosexuales que “desarrollan una conducta sana y equilibrada”. La magistrada cree además que los transexuales requieren terapia psicológica o psiquiátrica.

Imagino hoy a los miembros de la Asamblea del Consejo de Europa que votaron a esta señora siendo conscientes de que han apoyado a una persona que tiene una mentalidad más eclesiástica que jurídica. Solo así se explica que Elósegui haya llegado a expresar sus reticencias ante los proyectos de control de la natalidad llevados a cabo por la ONU. Imagino a los miembros del TEDH leyendo las perlas que ha escrito su nueva “colega” sobre el aborto, la fidelidad en la pareja que da la felicidad “todavía más” a las mujeres, el peligro de que el preservativo fomente los abusos sexuales o la necesidad de que la asignatura de Religión sea obligatoria en los centros educativos. ¿Pero a quién cojones nos presentó como candidatos el Gobierno español?, debe ser el grito más escuchado a estas horas en los despachos de la Asamblea y del TEDH.

Lo ocurrido en Estrasburgo eleva la chapuza, los tejemanejes, el cuñadismo, la homofobia, el machismo, la justicia de capilla y confesionario… a la categoría de “Marca España”. Espero que sea más bien “Marca esta España” dirigida por un partido acorralado por la corrupción y presidida por un tal M. Rajoy. Quizás sea un iluso, pero quiero creer que un día no muy lejano todo cambiará. De lo que sí estoy seguro es de que si eso ocurre, a algunos nos costará un poco menos decir aquello de “orgulloso de ser español”.

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