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La contabilidad creativa de Rodrigo Rato

Iñigo Sáenz de Ugarte / Iñigo Sáenz de Ugarte

Rodrigo Rato ha apuntado a todos los lados en su explicación de la crisis de Bankia en el Congreso --el Banco de España, el Gobierno (aunque en este caso de forma velada), los anteriores responsables de Caja Madrid y otras cajas, los auditores y la situación económica internacional-- para explicar el hundimiento de la entidad financiera. En su descripción de todos los pasos dados para garantizar su supervivencia, ha negado tener alguna responsabilidad directa en los errores cometidos.

De creer al expresidente de Bankia, no hay ningún agujero en las cuentas de la entidad, no hay operaciones falsas, no hay pérdidas millonarias, no se ha producido una catástrofe que ha arruinado la reputación internacional del sistema financiero español y del Banco de España. Sólo existe lo que ha denominado como “un cambio en los criterios contables”, una serie de decisiones de los nuevos responsables de Bankia para adelantarse a “deterioros futuros” causados por las nuevas exigencias del Gobierno a los bancos españoles y la evolución negativa de la economía originada por la recaída en la recesión.

“Aquí no ha habido ningún agujero”, ha dicho en un momento de su intervención.

Todos los pasos que dio en sus dos años al frente primero de Caja Madrid y luego de Bankia fueron realizados en estrecha coordinación con las “autoridades” (el Banco de España y el Ministerio de Economía). Es más, en el caso del banco central, Rato le adjudicó la responsabilidad directa en el proceso de fusiones que dio lugar a Bankia. Rato tenía otra idea en la cabeza sobre los protagonistas, pero el entonces gobernador Fernández Ordóñez le obligó a que incluyera en el reparto a Bancaja, una entidad fuertemente dañada por el estallido de la burbuja en la Comunidad Valenciana tras años de inversiones especulativas en el sector inmobiliario. more

La paternidad del pecado original de Bankia --o al menos uno de los más importantes-- fue adjudicada a MAFO, lo que no deja de llamar la atención. Ordóñez fue sumamente comprensivo en su comparecencia parlamentaria del martes con la situación que afrontó Rato y llegó a decir que fue un error forzar su salida del banco.

“El 2 de junio de 2010 el entonces gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, me citó con urgencia a su despacho. También estaban José Luis Oliva (presidente de Bancaja) y el subgobernador. Nos pidió que incorporáramos a Bancaja al SIV de Caja Madrid (la fusión que se preparaba) y nos conminó a negociar”, explicó Rato. Posteriormente, a preguntas de los diputados que querían saber si había sido obligado contra su voluntad a dar ese paso, negó haber sido presionado hasta ese extremo  --“No fui forzado a ninguna fusión con nadie”--, pero admitió que la operación que tenía entre sus planes era otra.

En sus primeros minutos de intervención, los golpes cayeron uno tras otro sobre MAFO. La idea de la fusión con Bancaja, que resultó ser un regalo envenenado, fue idea suya. ¿Dudas sobre la viabilidad de este socio?: el Banco de España nos tranquilizó sobre la situación de Bancaja, comentó Rato. ¿Qué ocurrió a partir de ese momento? “Todo el proceso estuvo controlado por el regulador”.

Y aún hubo más. El Banco de España les animó a que fueran más ambiciosos en la salida a Bolsa, como también hizo el Gobierno de Zapatero. Es decir, más acciones a la venta en el primer día de cotización, que no resultó ni de lejos un éxito en un contexto --recordó Rato-- ya muy difícil para las entidades financieras. Y eso a pesar de que se fijó un precio por acción inferior a las estimaciones iniciales. Sólo un 4,5% de las acciones fue a parar a manos extranjeras, lo que demuestra el escaso atractivo de la salida al parqué del que iba a ser el cuarto banco español.

Al tratar la época en que Bankia tuvo que comenzar a provisionar créditos fallidos con vistas a asegurar su supervivencia, Rato también eludió responsabilidades. Él tenía un plan que era mucho más barato para el contribuyente a diferencia del actual puesto en marcha por el actual presidente, José Ignacio Goirigolzarri. Requería de una aportación de 8.000 millones de euros del FROB --préstamos, recalcó Rato--, una cantidad muy inferior a los más de 20.000 millones finalmente comprometidos y que han exigido un rescate bancario por parte de la UE.

“Ese plan nunca fue aprobado”, dijo.

La responsabilidad está en las “autoridades”, a saber, Fernández Ordóñez y el ministro de Economía, Luis de Guindos, pero Rato se cuidó muy mucho de citar por su nombre al ministro o de explicar en detalle sus contactos con él, como sí había hecho con MAFO. Por ese lado, Rato hizo lo posible por no perjudicar al Gobierno de Rajoy. Existieron varias referencias a las dificultades que suponían los dos reales decretos de reforma del sistema financiero aprobados por De Guindos y que exigían mayores provisiones, pero nunca los criticó directamente.

“Quizá se pregunten por qué me he ido”, contó Rato a los diputados. Aquí se atuvo a la versión oficial del primer día. “Compruebo que las autoridades no comparten mis previsiones de saneamiento. No quise buscar un enfrentamiento”, continuó.

Los diputados le preguntaron cómo fue posible que la entidad pasara de informar de unos beneficios netos de 306 millones de euros a unas pérdidas, admitidas por el nuevo equipo, de 3.030 millones. Según Rato, todo se debió a “un cambio de criterios contables”. Las cuentas eran las mismas, sostuvo, pero se introdujo “una valoración de deterioros futuros”, es decir, se hizo una nueva valoración de los créditos subestándar, “que se estaban pagando” y que en el futuro “podían ser dudosos”.

La razón de ese cambio estaría, según su versión, en los dos reales decretos de De Guindos que aumentaron las exigencias al sector financiero y en la evolución muy negativa de la situación económica de España y Europa a partir de la segunda recesión. “Aquí no ha habido ningún agujero”, dijo levantando un poco la voz. “Aquí lo que hay son valoraciones de efectos futuros (de los cambios aprobados por el Gobierno y de la recesión)”.

Por tanto, el desencadenante la mayor crisis financiera de España tuvo su origen en “cambios en los criterios contables”. Una causa muy liviana para explicar un terremoto de estas características.

Con tal justificación, no es extraño que Rodrigo Rato no admitiera ningún error importante, ni mucho menos se planteara pedir perdón a los españoles. Si había créditos dudosos por valor de miles de millones se debía a decisiones tomadas cuando él no estaba en Caja Madrid durante la presidencia de Miguel Blesa, al que no citó, nombrado para el cargo por el Gobierno de Aznar, del que Rato era vicepresidente. Todo lo que hizo recibió el visto bueno de las autoridades (los gobiernos de Zapatero y Rajoy) y el Banco de España, excepto el plan de saneamiento final. El agravamiento de la situación económica y las mayores exigencias a los bancos por el actual Gobierno desbarataron sus previsiones.

“Yo no he tenido ningún enfrentamiento con nadie en estos dos años”, dijo al final. “Yo he resuelto problemas”.

Actualmente, Bankia es algo más que un problema para la economía española.

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