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El corrector de las municipales

Albert Rivera y Pablo Casado durante el desfile del 12 de Octubre

Javier Pérez Royo

La participación suele ser menor en las elecciones municipales que en las generales y, sin embargo, las primeras son de alguna manera, más representativas que las segundas. En primer lugar, porque el número de concejales en los diferentes municipios suele ser considerablemente más elevado que el número de diputados en las diferentes provincias. Traducir el voto en escaño cuesta menos en las municipales. El porcentaje de ciudadanos que no se ven representados en sus municipios es considerablemente menor que los que no se ven representados en los diputados elegidos en sus provincias. Y en segundo lugar, porque reflejan la implantación territorial de los partidos con una intensidad muy superior. Hacer cincuenta y dos candidaturas en las elecciones generales es relativamente fácil. Hacer más de 8000 candidaturas en las elecciones municipales no lo es. La fotografía de los partidos de las elecciones municipales tiene una riqueza y una complejidad incomparablemente superior.

Si hay mucha distancia temporal entre las elecciones generales y las municipales o si las municipales se celebran antes, el resultado de las elecciones generales no se ve afectado por el de las municipales, pero, cuando no es así, cuando las elecciones municipales se celebran inmediatamente después de las generales, el resultado de estas últimas puede verse corregido y corregido de manera significativa.

En España únicamente se han celebrado dos elecciones municipales inmediatamente después de unas elecciones generales, en 1979 y en 2019, y en ambas el resultado de las elecciones municipales rectificó políticamente el de las generales. En las primeras elecciones generales de la democracia UCD derrotó al PSOE y pareció situarse en una posición muy ventajosa para seguir compitiendo. Inmediatamente después, en las primeras elecciones municipales, el triunfo de la izquierda, PSOE + PCE-PSUC, hizo que la mayor parte de las capitales de provincia y pueblos importantes tuvieran alcaldes socialistas y el horizonte político cambió de manera notable.

En esta segunda ocasión, han sido los resultados de las elecciones generales de los partidos, tanto en la derecha  como en la izquierda, que se habían planteado una estrategia de sorpaso a PP y PSOE, los que han visto corregidos de manera significativa dichos resultados en las municipales. Las relaciones de poder que refleja la foto del 28A es muy distinta de la que refleja la del 26M. PP y Ciudadanos que casi habían empatado en porcentaje de voto el 28A se distancian en 14 puntos a favor del primero. (22% y 8% respectivamente). La distancia entre PSOE y Unidas-Podemos, que ya había sido considerable el 28A, se ha multiplicado no se sabe muy bien por cuanto, porque la representación de Unidas-Podemos se diluye tanto, que es hasta difícil de cuantificar.

Los resultados de las municipales ha hecho añicos el espejismo del sorpaso. Como consecuencia de ello, se ha abierto una crisis tanto en Ciudadanos como en Podemos, cuyo desenlace es todavía incierto.

Ramón Lobo escribía el jueves en Infolibre que Albert Rivera está muerto, pero que parece que no lo sabe. Sigue pensando que el sorpaso es posible y que es en el interior de la derecha, entre PP y Ciudadanos, donde se acabará librando la batalla definitiva por la dirección política del país. Esa sigue siendo la línea roja para él. El que protagonice la más mínima cesión en su enfrentamiento con la izquierda, quedará descalificado. De ahí su negativa a reflexionar siquiera sobre las propuestas que han surgido en su propio partido. Da la impresión de que prepara una maniobra de expulsión u ostracismo de quienes han sido portavoces de dichas propuestas. La batalla en el interior de la derecha la ganará quien sea más beligerante contra el PSOE. Con el mapa resultante de las elecciones del 26M parece absurdo. Pero la decisión parece tomada.

Pablo Iglesias sí ha reconocido la inviabilidad del sorpaso en el interior de la izquierda y ha extraído de la posición de debilidad en que le ha situado el resultado del 26M, añadido al del 28A que también fue malo, que su tabla de salvación es abrazarse al PSOE. La suya y la de su partido, del que ha quedado casi como único socio fundador. El problema es que, en una situación de mucha debilidad, pretende definir los términos en que debe producirse el abrazo. Y eso no es posible.

Pienso que se equivoca, independientemente de cuál sea el resultado de la negociación con el PSOE. Es posible que Unidas-Podemos entre en el Gobierno, porque la repetición de elecciones es una opción tan posible jurídicamente como imposible en términos políticos. Pero de poco le va a servir a Unidas-Podemos y a Pablo Iglesias en particular. Más dura será la caída.

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