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¿Quién dejará de beber Coca-Cola?

Trabajadores de Coca-Cola durante una concentración. / Efe

José Vicente Barcia

Ante el anuncio de la compañía multinacional de aplicar un ERE a 1.253 trabajadores y cerrar cuatro de sus plantas, cuando éstas generan beneficios de cientos de millones de euros al año, parece importante extraer algunas razones que arrojen algo de luz a un caso tan turbio como el color del refresco de cola más consumido en el planeta.

1. Despidos baratos y cuantías menores de las indemnizaciones. A Coca-Cola le resulta sumamente ventajoso deshacerse de trabajadores y plantas, precisamente en este momento, cuando está vigente una de las reformas laborales más degradantes que ha sufrido España, abaratando el despido y trazando la senda para el despido libre. Todas las demoscopias parecen consolidar la idea de un cambio de ciclo político. Lo que hace la multinacional es pisar el acelerador para deshacerse de sus empleados de manera barata y antes de que la actual reforma laboral sea derogada, como así ha manifestado que hará buena parte de la oposición.

2. Buscando la rentabilidad en territorios sin derechos sociolaborales. Sonroja ver a algunos dirigentes del PP y del PSOE, neoliberales de pro, escandalizados ante la decisión de esta compañía, que lo que hace no es más que cumplir con precisión de frio cirujano lo que está en su propio ADN: extraer la máxima rentabilidad en un contexto global sacudido por el vendaval de las desregulaciones y azuzado por el terror de la crisis. Es palmario que a resultas de la inexistencia de derechos sociales y laborales en cada vez más lugares del mundo, se consolida la idea de la deslocalización como una operación sumamente rentable.

3. Cortan los árboles y luego se sorprende de que no haya sombra. Pero… Después de todo, ¿por qué Coca-Cola hace esto? La respuesta es tan rotunda como brutal: porque puede. El sistema económico neoliberal que padecemos y cuyos rudimentos han compartido los dos grandes partidos, se basa en establecer un contexto de gran movilidad, no sólo financiera, sino también productiva. Nos encontramos con unas multinacionales que han recibido durante décadas un trato muy favorable por parte de las administraciones públicas Ahora que las vacas flacas han llegado, se marchan sabiendo de la fragilidad de un Estado que se ve incapaz de retener a quienes tantos beneficios han sacado de la sociedad española.

4. ¿Quién dejará de beber Coca-Cola? Con una crisis de legitimidad del sindicalismo y una cultura del consumismo ajena a toda referencia ética colectiva, nos encontramos con un caso, el ERE de Coca-Cola, que tiene claras resonancias metafóricas: ¿Contarán los trabajadores de Coca-Cola con el eco y apoyo social suficiente? ¿Extraerán los partidos aún mayoritarios lecciones que les alejen de los postulados neoliberales? ¿Recordarán los trabajadores de esta compañía y los propios consumidores, la supuesta relación de la multinacional con la violación de derechos humanos en países como Colombia?

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