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Las demandas feministas en la Economía Solidaria

Imagen de archivo de una feria de economía solidaria.

Economistas Sin Fronteras

Alicia Rius-Red de Economía Feminista de Madrid —

La relación entre la economía feminista y la economía social y solidaria se hizo especialmente intensa a partir de los años 80. Aprovechando el empuje que cobra el emprendimiento en contextos de crisis económica y de empleo, tanto en la década de los ochenta como en la actualidad, el fomento de empresas de economía social y solidaria se ha postulado como forma de transformar el sistema de producción.

Su propuesta se centra en un modelo de empresa que sustituye la competitividad como motor, y el beneficio como fin, por otro basado en la cooperación, la equidad y la solidaridad, colocando a las personas en el centro del mismo. Este modelo sustituye el riesgo individual de emprender por el reparto de riesgo del empleo colectivo. En cuanto a la organización del trabajo, la estructura horizontal, democrática, asamblearia e igualitaria de sus miembros, supone un desafío al sistema imperante de los modelos capitalista y patriarcal, basados ambos en la exclusión, las relaciones de dominación /sumisión y la fantasía de individualidad.

En la actualidad, España cuenta con una Ley que regula su actividad (Ley 5/2011, de 29 de marzo, de Economía Social). Aunque esta ley supone un avance en la visibilización de otras formas empresariales, aún no existe un reconocimiento legislativo a la economía solidaria que recoja los principios que sirven de guía a la misma, expresados en la Carta de Economía de la Solidaria aprobada en mayo 2011 por REAS Red de Redes.

Dos de estos principios están especialmente permeados por las aportaciones feministas y son los de trabajo y equidad. Por trabajo se define no sólo aquel que se intercambia en el mercado por dinero, sino todos aquellos que, de manera no remunerada, permiten el sostenimiento de las sociedades. En esta definición se apunta a que todos los trabajos tienen que ser valorados, no exclusiva ni principalmente de manera monetarizada, sino por medio de reconocimiento social y, sobre todo, de reparto justo. Por ello, es necesario favorecer en las empresas una conciencia de que el trabajo que se realiza fuera de ellas, trabajo conocido como reproductivo, dirigido a mantener la vida viva, debe ser favorecido por horarios y medidas que permitan su realización fluida.

En cuanto al principio de equidad, esta carta se refiere tanto a la necesidad de representación paritaria en los órganos de decisión y representación de las mismas, como a la igualdad de salarios y de reconocimiento de los diversos trabajos dentro de las empresas.

Por todo ello, la economía social y solidaria ha sido una apuesta desde el feminismo de corte anticapitalista para responder a la necesidad de creación de empleo por cuenta propia de las mujeres, y hacerlo con criterios que permitan no sólo mejorar su situación, sino transformar su posición colectiva en los diversos sistemas de representación.

Una experiencia situada: La red de economía feminista de Madrid

La necesidad de velar por la incorporación efectiva de la perspectiva feminista en la economía solidaria y nuestra propia práctica como mujeres insertas en ella nos llevó a cuatro entidades, en septiembre del 2014, a fundar la Red de Economía Feminista de Madrid, a la que actualmente pertenecemos más de veinte entidades y profesionales. Nos parecía crucial establecer mecanismos que dieran voz y visibilidad a las empresas, que consolidaran sus iniciativas y propuestas al tiempo que evitaran la reproducción de roles sexistas en su seno.

Nos preocupaba también por entonces que, de forma cada vez más recurrente, las mujeres en situaciones de precariedad económica se acercaban a asesorías de emprendimiento, dispuestas a poner en riesgo su escasa seguridad material. Esto se debía a que el trabajo por cuenta ajena cada vez era más difícil de conseguir y se presentaba de manera más precaria. Por ello, la idea del emprendimiento nacía más como necesidad de responder a la generación de ingresos que como deseo. La red nació también con el espíritu de alertar y acoger a estas mujeres. Tanto si decidían emprender como si no, era necesario que contaran con la información de lo que supone emprender siendo mujer. La conciliación no es más fácil (esto suele ser una creencia extendida), el empoderamiento es necesario a la hora de negociar con bancos y clientes y es necesaria la red feminista de apoyo y visibilidad.

Por todo ello, decidimos elaborar un diagnóstico de partida que situara a la red en la dirección de atender a sus objetivos sentidos. En el I Congreso Internacional de Economía Social y Solidaria de España, que tuvo lugar en Zaragoza en noviembre de 2014, la red fue presentada por primera vez. Allí realizamos un taller para definir el concepto de “Vida que merece la pena ser vivida” (valiéndonos del término de la economista feminista Amaia Pérez Orozco). La idea es que después de definir esta vida hacia la que queremos transitar, la Red sirviera de puente hacia algunos de sus propósitos.

Una vez definida la idea, para organizar sus características hicimos uso de dos términos adoptados del lenguaje informático: precondiciones y postcondiciones.

Con el término precondiciones nos referimos a los requisitos mínimos que las mujeres necesitan para avanzar hacia el desarrollo de otras capacidades a través de un proyecto productivo.

En este ámbito, la idea de desarrollo tiene sus propias condiciones ya que éste constituye un fin en sí mismo, no un medio. Por esta razón, no se puede dar de cualquier forma.

Las postcondiciones, por último, es lo que cabe esperar cuando el itinerario se ha desarrollado correctamente. Si el inicio y desarrollo están bien definidos, las postcondiciones son los valores de retorno que cabe esperar.

Estos términos nos resultaron útiles para concebir la idea de una vida que merece la pena ser vivida como itinerario, alejándonos de una concepción estática y viendo en ella condiciones que deben ser cumplidas desde el inicio (en relación directa a las necesidades básicas), y otras que son consecuencia del desarrollo en las condiciones definidas (intereses estratégicos de género). Sin embargo, el concepto de vida que merece la pena ser vivida lo abarca todo, de principio a fin, y no se centra solo en la meta.

Las precondiciones nos han resultado útiles para advertir a las mujeres en situaciones vulnerables sobre la importancia de contar con una “posición de resguardo” que las permita mantenerse económica y vitalmente hasta que el proyecto productivo de sus frutos.

Posteriormente, se realizaron entrevistas en profundidad a cinco mujeres feministas y cooperativistas, con proyectos productivos tanto en sectores masculinizados como feminizados. De las entrevistas extrajimos las siguientes conclusiones de las necesidades que tiene que atender la Red de economía feminista.

Sobre el trabajo asalariado, los logros expuestos son…

Una de las conclusiones extraídas del acercamiento a la realidad de mujeres insertas en la economía solidaria ha sido constatar un sistema de trabajo que permite tanto responder a la satisfacción propia de las necesidades básicas, a través de un salario y de la gestión de recursos comunes, como de contribuir a la mejora de otras mujeres a través de un trabajo militante. Las experiencias narradas por las mujeres nos han dado cuenta de su bienestar, a pesar de las restricciones externas.

Y los desafíos…

Los desafíos que señalan son múltiples. Por una parte, la economía social y solidaria necesita apoyos estatales e institucionales para fortalecer los proyectos insertos en ellas.

Por otra parte, en su interior, este sistema de trabajo no ha conseguido superar la división sexual del trabajo dentro del mismo, ni los problemas que ésta plantea. Además, en espacios mixtos continúa habiendo una minusvaloración de las aportaciones realizadas por mujeres y ciertas resistencias a las demandas feministas.

Sobre la complejidad de poner la vida en el centro

Cuando nos planteamos responder al sistema hegemónico con un nuevo orden que ponga la vida de las personas en el centro, la primera duda que nos surge es ¿cómo hacerlo? La economía social es una de las formas de organizar el tejido productivo de cara a responder a las necesidades sociales atendiendo a criterios éticos.

Lo que sacamos como conclusión de estas propuestas alternativas de vida frente a los sistemas hegemónicos, es que no sólo es importante la idea de vida digna como meta, sino también como proceso. De ello sí dan testimonio las mujeres entrevistadas, en cuyos discursos se entrelaza la sensación de placer tanto en la vida como en el trabajo. Y eso podría dar como cierre la pregunta sobre la que se articulará este nuevo orden: ¿me produce bienestar mientras lo persigo?

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Resumen del artículo “La Red de economía feminista de Madrid como experiencia, concreta y situada, de fortalecimiento de las demandas feministas dentro de la economía social y solidaria” publicado en el número 25 de los Dossieres de Economistas sin Fronteras Dossieres EsF, dedicado al tema El enfoque de género en la Economía Social y Solidaria: aportes de la Economía Feminista' que se presentará el próximo 8 de junio en el Espacio de Igualdad Juana Doña, en la Casa del Lector (Paseo  Chopera,  10 , Arganzuela, Madrid ), a las 18:00h. 

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