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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

El día después

Puigdemont en Salvados.

Rodolfo Irago

Sin frenos y cuesta abajo nos acercamos peligrosamente al 1 de Octubre. Nadie parece querer poner un poco de cordura en esta carrera hacia el precipicio. Puigdemont se quedó políticamente desnudo ante Jordi Évole y millones de espectadores comparando el referéndum con un cruasán y buscando el Kurdistán en el mapa; el fiscal Maza no se calla ni debajo del agua y se pasa el día amenazando con sediciones, tumultos y detenciones, incluida la del president.

Los independentistas vitorean a los Mossos y en varias provincias del resto de España a la Guardia Civil la despiden camino de Catalunya con el “a por ellos” como si fueran a la guerra. La presidenta del Parlament grita que ha vuelto el franquismo y el PP quiere llenar las calles de Madrid de juras de bandera. No hay censo, no hay urnas, no hay ni junta electoral pero sí observadores internacionales pagados por la Generalitat. Todo esto en la Europa del siglo XXI

Solo la fortuna ha evitado hasta ahora males mayores. Y lo que es peor, nadie parece estar preparando el día después. O, mejor dicho, lo que se está preparando puede complicar las cosas todavía más.

¿Qué escenarios hay sobre la mesa? Puigdemont tiene sus días políticos contados y querrá despedirse a lo grande intentado pasar a la historia. Tiene dos opciones supuestamente épicas: hacer un balconing como ha dicho Iceta declarando la independencia desde su despacho o convocar unas elecciones constituyentes para hacer una Constitución catalana. En los dos casos, el Gobierno de Rajoy aplicaría el famoso articulo 155 y suspendería de sus funciones al ejecutivo catalán.

La tercera posibilidad que tiene Puigdemont después del día 1 es aprovechar la inflamada movilización independentista para convocar elecciones de inmediato. En el fondo esta es la salida que todo el mundo desearía pero el president ha llegado tan lejos en su deriva que esto parecería una rendición.

Así que nadie descarta ya la “bomba” del 155 aunque sus efectos colaterales son imprevisibles porque, por ejemplo el PNV tiene que decidir en pocas semanas si tumba o no los presupuestos generales del Estado. Y no parece verosímil que los nacionalistas vascos le aprueben las cuentas a un Rajoy que acabe de suspender la autonomía catalana. De momento, Montoro ya ha vuelto a retrasar su presentación, pero qué pasaría si el Gobierno se queda sin presupuestos nuevos, en minoría y con una crisis política abierta en canal? Hay quien no descarta tampoco que se adelanten también las generales al año que viene.

En este borrascoso panorama, parece muy difícil que haya espacios para el dialogo. La única vía abierta, la comisión impulsada en el Congreso por el PSOE y aceptada por Rajoy para mantener la unidad de acción con los socialistas, puede encallar antes de empezar porque todos los partidos estarán ya en clave electoral y nadie querrá renunciar a sus principios. De todas formas, como decía Iñaki Gabilondo, a veces, los pesimistas también se equivocan.

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