Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Una denuncia de la extrema derecha lleva al límite al Gobierno de Sánchez
Crónica - El día que Sánchez se declaró humano. Por Esther Palomera
Opinión - El presidente Sánchez no puede ceder

El divorcio

Miguel Roig

Afirma Pablo Iglesias en la carta que escribió a los militantes esta semana que un viejo dirigente de la izquierda le dijo: «Cuando se os ve a los dirigentes en el escenario se nota que os queréis» y en la última línea del texto Iglesias lo reafirma: «No quiero acabar esta carta con un saludo, sino diciéndoos que os quiero». La carta lleva por título «Defender la belleza».

El relato sentimental se expresó también en el Congreso en uno de los debates de investidura cuando el líder de Podemos le ofreció el «acuerdo del beso» a Pedro Sánchez.

Otra manifestación en el mismo sentido es la que protagonizaron Iglesias, Íñigo Errejón y Pablo Echenique en Twitter cuando comenzaron a hacerse públicas las diferencias entre el secretario general y el político. Errejón citó en su cuenta a Saint-Exupéry: «Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección» a lo que Echenique acotó: «Del beso [entre Iglesias y Errejón] no os vais a librar y lo sabe toda España. A la gran coalición y a sus voceros se la derrota con amor». No se habló de divorcio pero sí de ruptura que también entra dentro del mismo campo semántico. Quien lo hizo, para negarla, fue Sergio Pascual el cual, paradojalmente –de momento– se llevó la peor parte.

El discurso amoroso, sentimental, es una novedad aquí pero hay antecedentes de un relato más amplio, privado e íntimo, que se puede declinar hacia lo sentimental o bien hacia lo cotidiano. Son los casos de los expresidentes Nicolas Sarkozy y José Mujica.

Sarkozy recurrió –e inauguró– el relato de la intimidad para contrarrestar el flujo de decisiones impopulares que su Gobierno prodigaba desde un anclaje neoliberal duro. Conscientes de una opinión pública en tensión permanente, tanto que hace unos días ha hecho trastabillar la reforma laboral del presidente François Hollande, el gabinete de comunicación de Sarkozy optó por la telerrealidad y la prensa del corazón: en lugar de convertir en espectacularidad –en los términos de Guy Debord– la política en si misma, se optó por abrir al público la vida íntima del presidente: se cambió el despacho por el dormitorio. Así, los franceses desayunaron un domingo con las imágenes en portada de los periódicos en los que se reproducían fotos románticas del presidente con la modelo Carla Bruni en Disneyland. El affair duró todo su mandato.

El filósofo Michaël Foessel opina que las figuras públicas ponen en un primer plano su vida privada para no tener que explicar sus actos, llenar de contenido el vacío de poder que provocan al tener un estrecho margen de maniobra y, en definitiva, salvar su imagen pública con la carga oficial de significación que tiene a costa de narrar su intimidad.

El expresidente José Mujica no lo utilizó con este fin pero sí su modo de ser le sirvió para crear una perfil inédito y cercano que le facilitaba la formación de consenso dentro y fuera del Frente Amplio, la coalición de izquierdas que lleva años gobernando Uruguay. Mujica abrió su casa, su vida privada y su intimidad al mundo. Su modesta vivienda enclavada en una «chacra», una pequeña finca rural en las afueras de Montevideo, fue durante su gobierno centro del mundo político y mediático. Una perra coja, un escarabajo Volkswagen de los sesenta y un par de viejos tractores para trabajar la tierra de aquel acotado solar, constituyeron el plató de su relato. No solo entraban a diario las cámaras de la BBC, la RAI, Al-Jazira o la CCN en la casa de «el presidente más pobre del mundo», sino jefes de Estado como el rey Juan Carlos a quien Mujica sentó en su jardín para compadecerse de él: “Tuviste la desgracia de ser rey”, le dijo al monarca español y le aclaró: “Es que yo tengo la suerte de no necesitar más que esto que ves”.

La diferencia entre la intimidad y los propósitos de comunicación de Mujica y de Sarkosy es la misma que media entre los bajos suburbios montevideanos y el Disneyland francés.

La pregunta que habría que responder es cuál es el propósito del relato íntimo que utiliza Podemos. Si para escenificar la ruptura de su dos líderes se recurre a la «belleza» y al «amor» y para lograr acercamientos en las negociaciones de investidura se ofrece dar «besos», armas que, según Echenique, son también útiles para evitar una gran coalición con la derecha, estamos ante un uso indiscriminado de espectacularidad en la política.

A finales de los años setenta e incluso entrados los ochenta, en los campus se solían ver posters con frases tomadas de los poemas de Mario Benedetti. «Defender la alegría» o “En la calle codo a codo somos mucho más que dos» eran los más usuales. Con los textos de Podemos, también es posible imaginar carteles que llamen a defender la belleza o proponer la revolución del beso. Pero, en aquellos años, junto a los versos de Benedetti convivían posters con el rostro de Salvador Allende, Ernesto Guevara y Líber Seregni. ¿Qué rostros acompañan las frases de Podemos?

Etiquetas
stats