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Tipos de votos en España

Barbijaputa

Ahora que se acercan las elecciones conviene recordar la tipología de los votos del ciudadano español. Observamos que ha cambiado poco, si bien es cierto que debido a la crisis se ha creado algún tipo de voto nuevo.

1. El voto “castigo”

Dícese de aquel que se deposita en la urna pensando en el partido que gobierna con una expresión triunfante de “os vais a enterar, cabrones”. La papeleta del interior lleva el nombre del partido de la oposición. Se trata del tipo de voto más común entre los españoles y el motor del bipartidismo. Cada cuatro años (máximo, ocho), el español medio se venga de este modo de la acumulación de atropellos del actual Gobierno, votando de nuevo al que ya le atropelló en el pasado pero del cual se ha olvidado, formando un bucle de atropellos del que no saldrá nunca pero sintiendo que el que está castigando es él.

2. Voto “útil”

El voto útil es aquel que se mete en la urna cruzando los dedos para que no salga “lo peor”, votando “lo menos peor” pero no lo óptimo, ya que este tipo de votante está convencido de que el partido óptimo no va a tener suficientes votos para gobernar, por lo que votarle sería una tontería. Millones de votos útiles se han depositado en las urnas españolas a lo largo de la democracia, dando como resultado más de lo mismo pero con otras caras. Este tipo de votante lo llama “voto útil”, sin saber que también lo llaman así el PP y el PSOE con muchos más argumentos que ellos.

3. El voto “de perdidos al río”

Dícese de aquel que lo mismo lleva dentro una rodaja de chorizo que la foto de Karl Marx. Este tipo de votante está muy hasta las gónadas del sistema establecido y no quiere formar parte de él, pero sabe que no votando está formando más parte que nadie. Lo que no sabe quizás es que podría hacer más daño que con un simple voto nulo, o sí lo sabe pero es que no le da la gana, coño ya.

4. El voto “domingo playero”

Este voto lo practica el 40% de la población española y consiste en meter una tortilla de patatas y una casera fresquita en la nevera portátil y llevarse a los niños a la playa. Para cuando vuelven, ya bronceados y cansados, ponen la tele y comentan lo mal que está el país, que fíjate que ha salido otra vez este que nos robó. El 100% de estos votantes, al día siguiente en el trabajo (si tienen), sueltan a sus compañeros un “¿veis como no sirve de nada votar?”.

5. El voto “convencido”

Dícese de aquel que es introducido en la urna con la seguridad de quien está votando a su propia madre pero que no sabe ni un solo punto del programa del partido en cuestión. Es un voto convencido porque “José Mari es un gran estadista y mejor presidente” o porque “Susana nos va a regenerar todo esto”, y contra eso no hay debate posible. El votante de esta tipología vota siempre lo mismo desde que tiene edad de votar hasta que pasa a mejor vida, y da exactamente igual que lo hayan engañado repetidamente o que el partido haya dado un giro a derecha o izquierda.

6. El voto “veremos a ver”

Es aquel que se deposita en la urna con alguna que otra reticencia después de haberle dado vueltas durante los cuatro años anteriores. Este votante sigue la actualidad, se sabe el programa de su partido, se sitúa adecuadamente a izquierda o derecha del tablero político siendo consecuente con su situación personal, pero aun así siente una gran responsabilidad el día de las elecciones, por lo que, después de mucho reflexionar, vota sin estar 100% seguro. Aquí se engloba el 0,05% de los votos en España.

7. El voto “de la novedad”

Este voto es nuevo en nuestra democracia y es aquel que va para partidos que no se conocen en absoluto pero cuyo representante está siendo encumbrado por los medios y no parece mal tipo. Al votante de esta tipología, que está un poco harto de que le roben a manos llenas, le ha parecido muy acertado el cabeza de lista cuando ha dicho cosas como “qué mal lo de la corrupción” o “nos gusta lo bueno, no lo malo”. Este votante no tiene ni la más remota idea de cómo afectarán a su vida las políticas del partido en cuestión, básicamente porque no se ha leído qué propone y qué no, pero piensa “¿qué puede ser ya peor?”.

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