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Se enfadaron, no votaron y vino Rajoy

Suso de Toro

Somos personas mayores así que cada uno hace lo que le parece pero, por favor, que nadie se queje después de las consecuencias del resultado electoral si no votó el día 26.

Porque Rajoy y su gobierno está ahí porque lo decidió el electorado español, lo decidimos entre todos. No cayó del cielo, lo pusieron ahí los votos de unos, de otras y las abstenciones de unos y otras. Votar es un derecho, no creo que sea una obligación, pero quien sabe que los votos ponen gobiernos no tiene más remedio que cargar con esa responsabilidad. El gobierno de Rajoy fue mérito de quienes deseaban estas políticas y fue culpa de los demás.

Hace ocho años había en la Xunta de Galicia un gobierno del PsdG-PSOE y el BNG que hizo más políticas sociales que nunca, la sociedad que había estado controlada férreamente respiró, se iniciaron líneas de política económica y cultural necesarias...Y, como es natural, hubo también inmadurez que se evidenció, hubo errores y roces internos que fueron agrandados por la prensa afín al PP desde el primer momento. Finalmente se tejieron los hilos mediáticos y desde Madrid y desde Galicia se destrozó la imagen de aquel gobierno. Hubo electores socialistas y galleguistas que se sintieron defraudados ante aquel espectáculo calculadamente orquestado por los medios, y se abstuvieron. Como consecuencia, en la provincia de A Coruña, donde la prensa local se había volcado contra la Xunta, el BNG perdió un diputado que pasó para el PP…, y llegó Feijóo. Con consecuencias desastrosas en todos los ámbitos.

Algo semejante ocurrió hace cuatro años cuando el partido socialista perdió las elecciones y llegó Rajoy. Cuando una parte del electorado progresista se abstiene la derecha llega como llega siempre, a lomos de los poderes.

Con frecuencia escucho que cuando pasen unos años la figura de Zapatero será vista de otro modo. Recordaré que la crisis financiera desencadenada por Wall Street y las consecuencias en la burbuja inmobiliaria, que Aznar había echado a andar, dejó al Reino de España a merced del azote de los mercados y sus agencias de calificación. Estuviese quien estuviese en aquel momento en el Gobierno tendría que afrontar las imposiciones autoritarias de Alemania y Francia, una verdadera guerra europea entre estados. “A España no puede ocurrirle lo de Grecia”, creo que dijo públicamente Zapatero entonces. Tomó decisiones en aquel contexto y ante aquel dilema, acertó o no, quienes no teníamos aquella responsabilidad no estamos obligados a asumir ni sus políticas ni sus decisiones y podemos estar en desacuerdo.

Pero hagamos memoria, lo que más daño le hizo a aquel gobierno no fueron las decisiones del Presidente, ni siquiera las consecuencias globales de la crisis, fue la campaña de la derecha sostenida las dos legislaturas con todos sus poderes mediáticos que prendió definitivamente y se vio recompensada con el descontento social por la crisis. Zapatero afrontó campañas de movilización masiva de la derecha y, con la excepción de TVE que tuvo una etapa de cierta independencia y profesionalidad, la hostilidad manifiesta de las cadenas de televisión privadas y de todas las cabeceras de prensa. Todas las cabeceras madrileñas, sin excepción, pidieron en varias ocasiones la dimisión de Zapatero, cuando ninguna ha pedido la de Rajoy. Y eso que Zapatero no había recibido sobres de dinero negro ni mentido al parlamento. No, no fue la crisis quien trajo a Rajoy, fue la derecha con su poder mediático quien consiguió aburrir, fatigar y enfadar a una parte del electorado progresista.

Fue su poder para imponer una infame visión de las cosas lo que le permite a un ministro sin vergüenza de un gobierno sin dignidad decir que la futura visita de Obama va a reparar el daño por la retirada de las tropas de Irak. Esas sucias palabras son posibles porque se hicieron dueños del relato de un pasado que ya no sabemos si es nuestro, de todos, o suyo, de ellos. Lo indigno fue meternos en una guerra imperialista, lo digno fue salirse, y lo indigno es celebrar el servilismo.

Vivimos un momento de enorme confusión política y mediática, ruido y desánimo. Una semana tras otra criticamos aquí el lamentable momento del partido socialista, que se muestra sin rumbo, escorado a la derecha y camino de reducirse a un partido clientelar del sur de España; constatamos la evolución de Podemos a lo largo de estos dos años y que deja mudo a cualquiera, sus propios votantes saben que pueden esperar cualquier cosa distinta la semana próxima o el mes que viene; vemos los conflictos internos en los partidos catalanistas; la incertidumbre de otros proyectos de la izquierda en las nacionalidades...Pero atendamos a lo importante, sus programas prometen políticas alternativas a las actuales, al menos en parte, y esos partidos necesitan nuestros votos del mismo modo que nosotros necesitamos que tengan buenos resultados.

Recordemos lo evidente. El electorado del PP va a volver a votar en masa y si no hay votos bastantes al otro lado éste u otro Rajoy volverá a gobernar. Porque la política, como todo en la vida social, no es perfecta y los partidos son un instrumento, el que se tiene. No tenemos los mejores instrumentos ni entusiasman los dirigentes, pero son los que hay. Todos estamos enterados de lo terrible que es la situación de muchas personas y, puesto que lo sabemos, no podemos permitirnos la frivolidad de torcer la nariz y soltar irresponsablemente un “no es esto, no es esto”. No se trata de votar contra el PP, se trata de votar contra la abstención. Y de ese modo se vence al PP.

Y en ese sentido que cada quien vote lo que crea mejor y que pueda decir luego, “no me rendí y no traicioné mi idea o mi ideal. Cumplí”.

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