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Un escenario pendiente del guión

José Antonio Pérez Tapias

Miembro del Comité Federal del PSOE —

Estamos, sin duda, ante una situación nueva en la política española. Y tan nueva que podemos decir que, aun siendo esperada, pilla a los actores muy confusos respecto al guión que han de seguir en medio de ella. Ciertamente, las elecciones municipales y autonómicas, incluidas las andaluzas, anteriormente celebradas, nos han traído al escenario que, con su novedad, era previsible: el escenario de una pluralidad de fuerzas políticas en ayuntamientos y parlamentos notablemente incrementada.

La pluralización de la realidad política española es, pues, el hecho fundamental, al que se añade, por la derecha, la pérdida de poder institucional sufrida por el PP y, por la izquierda, las distintas situaciones que se presentan según el PSOE haya conseguido mantener la primacía o, por el contrario, ésta haya pasado a manos de otras fuerzas, como es el caso de Ahora Madrid, con Manuela Carmena como candidata revelación que puede estar al frente del gobierno municipal de la capital de España, o de Ada Colau con Barcelona en Comú dispuesta a gobernar la capital catalana. El Partido Socialista, mediando determinados acuerdos, se ve gobernando, además de en la comunidad andaluza, en Extremadura, Castilla-La Mancha, Asturias, País Valenciano y, quizá, Comunidad de Madrid. Pero si en algunos de esos casos tal posibilidad es muy factible, en otros no se presenta fácil de realizar. Aparte circunstancias concretas de cada ámbito, como las que pueden darse también en ciertas ciudades, como Sevilla o Córdoba, por señalar algunas descollantes, el caso es que ante panorama tan complejo podemos observar ciertos elementos comunes que son, al fin y al cabo, causas en buena parte de una incertidumbre que parece difícil de disipar.

Habiendo sido muchas las voces que, concretamente desde la izquierda, hemos insistido en la necesidad de haber ido preparando las propuestas políticas ante un escenario como el descrito, en el sentido de haber ido anticipando las condiciones para lograr pactos que permitan no sólo hacer que el PP pierda gobiernos, sino configurar alianzas de izquierda para conformar ejecutivos y dar estabilidad a mayorías parlamentarias, nos encontramos hoy pudiendo verificar que la preparación para esta necesidad, actualmente sobre la mesa, no se ha dado como hubiera sido de desear. En estrategias de alianzas y cultura de pactos, que para el PSOE y otros partidos, han de ser por la izquierda, no se ha llegado a este momento con los deberes hechos. Las indiscriminadas descalificaciones mutuas de las que tanto se ha abusado, como es la acusación de “populismo” hacia Podemos o la descalificación sumaria del PSOE como partido de la “casta”, obstaculizan ponerse a trabajar con agilidad y eficacia en la búsqueda de los necesarios acuerdos para dar forma a las alternativas de izquierda que buena parte de la ciudadanía espera para poder hacer frente de verdad a la derecha y sus políticas injustas. Y si ahondamos un poco más, las pretensiones tan enfáticamente formuladas por unos y otros de alcanzar cada cual una posición hegemónica, con lo que supone de pretensión monopólica en el espacio de la izquierda y de retórica grandilocuente muy ayuna de reconocimiento del otro, no ponen fácil el mismo ponerse a trabajar en busca de la confluencia necesaria sobre lo que se tiene en común.

De todo eso, sin embargo, puede decirse que queda atrás, y que se está a tiempo de corregir rumbos tan desafortunados, que no han dejado de alentar, no ya el pluralismo de la izquierda, sino su fragmentación, de la mano además de personalismos a veces con acusados perfiles mesiánicos. No es ese el tipo de liderazgo que necesitamos. El caso es que es ineludible sentarse a dialogar, potenciando los puntos de encuentro para articular los pactos de izquierda, sean parlamentarios, sean de gobierno, que la ciudadanía está esperando. Hay que recordar que abordar esta cuestión con perspectiva más allá de coyunturas inmediatas en las que hay que salvar los trastos, es algo que ha estado presente en la tradición de la izquierda en general. Ya el mismo Marx, ante el programa de Gotha, insistía en la necesidad de pactar acuerdos, aunque advirtiendo que se hiciera sin sacrificar los principios y sin concesiones que pervirtieran el propio proyecto de transformación socialista de la realidad de explotación y, por consiguiente, de injusticia propia del capitalismo.

Para conseguir acuerdos de esa índole hay que tener respuestas bien trabadas respecto a para qué pactar y con quién, cuestiones respecto a las cuales se detectan notables carencias en lo que se está representando ante los ojos de la ciudadanía sobre el escenario político actual. Es por ello que se nota una clamorosa ausencia de guión que urge cubrir. De no ser así, las incoherencias que se acumularán en las formaciones políticas pondrán en peligro el caudal de apoyo ciudadano que han ganado. En el caso del Partido Socialista, por ejemplo, es de imperiosa necesidad acordar internamente las líneas maestras de su política de pactos, de manera que esa política se module teniendo en cuenta circunstancias concretas, pero sin que la excusa de éstas lleve a pactos contra natura, es decir, contra la naturaleza solidaria, emancipadora y al servicio de objetivos de libertad, igualdad y justicia que sus electores esperan del partido al que han confiado su voto. Tales metas no se van a conseguir mediante pactos con la derecha, ni con la derecha neoliberal dura, que ahora aparece incluso con las bufonadas de Esperanza Aguirre invitando a coaliciones para cortar el paso a Podemos -es su insultante propuesta la que conlleva veneno antidemocrático-, ni con la derecha blanda de Ciudadanos, cuyos modales suaves enmascaran tanto su sesgo neoliberal como su fondo españolista, reluctante al federalismo que el Estado español necesita. Pactos, sí, pero no sólo con transparencia en medidas contra la corrupción –indispensables para que la representación sea decente–, sino fraguados desde un guión estratégico que los sitúe bajo las claves transformadoras y de emancipación necesarias en nuestro escenario nacional y ante el telón de fondo internacional.

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