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Cómo escribir un buen relato

Pablo Iglesias y Pedro Sánchez, durante un debate parlamentario

Silvia Nanclares

Queridos Pedro y Pablo:

(Tal vez debería dirigirme a vuestros asesores o spin doctors, pero como tradicional y deliberadamente quedan en la sombra y vosotros sois los que dais la cara o la espalda según toque, seguiré con el teatrito de la interpelación. Quienes os filtren lo que debéis leer u os comparta estos links en esos chats llamados 'War Room', 'Desembarco del Rey' o algo todavía más infantil, estoy segura de que tendrán a bien haceros llegar esta humilde columna)

Como, pese a vuestro obsesivo interés por la batalla por el relato, no os he visto el pelo por las clases de Escritura Creativa I, os dejo unas cuantas pautas (o tips, como diréis, ahítos como estáis de series y artículos del The Economist) para que practiquéis este verano y podáis salir algo más airosos de lo que tanto os preocupa: contar la película política en vez de hacerla. Sé que estáis, como todas, con el cerebro frito de fin de curso, así que os he desglosado la cosa en cinco cómodos pasos o puntos, seleccionados especialmente para vosotros basándome en lo que considero son vuestros puntos débiles. Os haría un vídeo para ver tumbados, pero mis destrezas de content curator están también bajo mínimos a estas alturas del año. Huiré de la bullshit motivacional y las estrategias para construir marca personal, de las que imagino que estáis empachados o más bien, a la vista de los resultados, indigestados. Allá vamos.

1. El lenguaje

Sencillo pero preciso. Que quede claro. Como estáis empezando y no sois Carmen Martín Gaite ni Juan Benet, os recomiendo algo sencillo: cada frase, una idea. Huid de la intensidad y del énfasis desmesurado. Es de principiantes. A no ser que queráis dar miedo, huid de la grandilocuencia, de los maximalismos, de la adjetivación superflua y del farol. Huid de la reiteración sin sentido y las asociaciones forzadas (ejemplo al respecto: vuestro compañero Rivera y su bochornoso ejercicio experimental titulado Su banda). Huid asimismo de las metáforas (manidísimas como recurso, la nueva política ya es otra cosa) y, a no ser que seáis Aitor Esteban, del chiste fácil.

2. Los personajes

Igual: sencillez, claridad, por más que mantengáis ocultos vuestros objetivos (un poco de suspense es la salsa de todos los relatos), dejad pistas de lo queréis, de vuestros objetivos y vuestros deseos. Si vais a escribir sendos monólogos, jugad a tope vuestros papeles. Sed protagonistas, antagonistas. Pero para que haya resolución dentro del conflicto, vuestras motivaciones han de quedar cristalinas. Huid del victimismo. Otra propuesta: dejar a un lado la autoficción, tratar de construir relatos donde no seáis los únicos personajes. ¿Os veis capaces ya de superar esta fase?

3. El cambio

Mantenerse en la misma posición destruye los relatos. Todo relato se sustenta en la emoción y toda emoción viene precedida por un cambio. Lleva hasta el extremo tus deseos y luego mete un giro desarmante (que no desquiciado, Pablo, ej. recurso del mensaje de Zapatero). En los relatos clásicos, el héroe o la heroína son capaces de cambiar gracias a la ayuda de un aliado. En los relatos contemporáneos, los sujetos políticos son colectivos, relato exitoso será colectivo o no será. Así que ojo a los finales: sorpresivos pero consecuentes. Un buen ejemplo hubiera sido: “No entramos al gobierno pero en seis meses reguláis el precio de los alquileres o bajáis las tasas de la universidad”. Si hay renuncia, que haya epifanía. (Estudiad el ejercicio del compañero Rufián, recientemente ha explorado con mucho éxito un estilo muy alejado de su trayectoria).

4. La verdad

Pedro, aquí te tengo que dar un toque ad hominem. El ejercicio que presentaste en la sesión del lunes, además de largo y tedioso, parecía digno de El sombrerero de Alicia en el País de las Maravillas, con la diferencia de que tú no estás construyendo una novela fantástica (que yo sepa), sino que cultivas el realismo social. Te recomiendo que te leas estas vacaciones El Jarama, o Tiempo de Silencio, o Ser mujer negra en España, en fin, algo que te baje del tripi del wishful thinking y te ponga en sintonía con el tipo de obra que quieres llevar a cabo.

5. El feminismo

Antes de volver a mentar el feminismo como eje troncal de vuestra obra, investigad en algunas de las obras claves que han indagado acerca del poder. Algunas claves en las que se basa el ejercicio del poder con perspectiva feminista: el reconocimiento de la autoridad de la otra parte, el encuentro en el disenso, la capacidad de hacer pactos éticos dentro de las diferencias, la distribución equitativa del poder... Lo de medirse los liderazgos está bastante pasado de moda y ya sabemos los resultados que da: relatos casposos, llenos de autoritarismo y sin capacidad de movilizar y cambiar. Del cuidado ya os hablaré el curso que viene (si es que aparecéis por clase, claro).

Hale, leed, descansad y escribid más y mejor. Os espero en septiembre con los deberes hechos.

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