Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Al fondo derecha

Los principales candidatos para las elecciones del 10N.

Antón Losada

Con todo lo confusos y liados que andan los sondeos, al menos nos suministran evidencias suficientes para confirmar dos cosas que ya sabíamos: dos reglas inexorables en la política española que se cumplen con la inercia de las leyes de la física cuanto más algunos se empeñen en ignorarlas. La primera fija que, cuando la izquierda no se entiende, la derecha sale ganando siempre, como la banca. La segunda establece que no importa cuántas veces tropiece con esta misma piedra, la izquierda española no aprende. Los errores se pagan, en política y en la vida, pero a la izquierda española le encanta pagarlos dos veces e invitar a otra ronda a la derecha.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se pasean por la campaña encantados de haberse conocido. Nada que reprocharse a sí mismos, nada por examinar en conciencia. Ni un remordimiento, ni una palabra de disculpa, ni un gesto de humildad o penitencia hacia esos votantes de izquierda que se lo dieron todo hecho en abril. Ni una señal sincera y honesta de haber aprendido la lección. Por cierto, el primero que la haga, saldrá ganando.

A nadie debería sorprenderle que una campaña montada en torno al inmovilismo, como receta ante cualquier cambio, y al orden público, como principal valor de nuestra convivencia, beneficie a la derecha, a la de siempre y a la extrema. Lo asombroso y lo sorprendente parece que alguien de la izquierda calculase que fuera a resultar al revés. No se antoja menos deprimente alegrarse por mantener el suelo cuando se venía a asaltar el cielo.

La derecha, en cambio, sí ha aprendido. Tres son multitud y había que dejarlo en dos. Vox únicamente puede pactar con el PP, así que le ha tocado a Ciudadanos. Ayudada por una progresía política y mediática embobada con la perspectiva de una abstención del Partido Popular, hábilmente alentada por los populares, e incluso extasiados por el sueño húmedo de una gran coalición, la derecha de orden se ha procedido a la voladura controlada del desorden naranja. A Albert Rivera le están tumbando las mismas fuerzas que le levantaron, además de su error de haber llegado prometiendo ser la solución que podía pactar a un lado y a otro y haberse convertido en parte del bloqueo.

A Vox le sucederá lo mismo cuando convenga. Se le desinflará a la misma velocidad que se le ha hinchando durante las últimas dos semanas, puede que incluso al minuto de acabar el debate televisado del lunes 4. Mientras tanto, marchando otra ronda del ministro Grande-Marlaska explicándonos que tenemos un problema de orden público, que va a arreglar la Guardia Civil, y que lo que pasa en Catalunya es peor que lo sucedido en Euskadi; justo el mensaje que está esperando el votante de izquierdas. Otra ronda de especulaciones sobre la violencia en Catalunya, que a Pablo Casado le hace falta un último impulso.

Etiquetas
stats