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¡Cómo marca España!

La alcaldesa de Madrid, Ana Botella. / Efe

José María Calleja

Una persona con discapacidad ha sido suspendida en su examen de españolidad por no saber quién era Mariano Rajoy. Este ciudadano nació en Ecuador y reside en España con los papeles en regla. Vive con su madre, su abuela y su tía y nos cuentan que en el mismo examen para obtener la nacionalidad española sí ha sabido responder a la pregunta de cuáles eran los colores de la bandera española.

Esta persona habrá llegado a España por avión, por lo que se ha ahorrado el riesgo de comprobar en su propia carne si las cuchillas puestas para que se cuarteen los subsaharianos en Melilla son realmente cortadoras o una especie de colchón amortiguador del golpe, como sostiene impunemente el desarticulado ministro del Interior.

En Madrid, el Ayuntamiento ha hecho un examen para tener derecho a pasar frío en la calle mientras se toca un instrumento. No parece que el objetivo sea detectar a una Madeleine Peyroux, que era más de metro, y más bien da la sensación de que quieren afearnos, también aquí, por haber tocado por encima de nuestras posibilidades.

No hay noticias de que la alcaldesa vaya a pasar un examen del tipo “cómo aprender a hablar en público”, más bien parece que Botella quiere emular a Ánges Heller, pero en derecha que ha cambiado el mundo y sin tener que irse a Australia.

Jaume Matas, modelo a seguir por Rajoy, se pone en defensor de la familia y dice, desde uno de los banquillos en los que coloca sus posaderas, que pedir un trabajo para su mujer es lo que hubiera hecho cualquier padre de familia. Eso y comprar un palacio, como sabemos todos.

Vemos las fotos de Correa, cuando era con Bárcenas el modelo para organizar viajes, actos, bodas y dineros del PP, y cuadra la consigna que los jóvenes apoyadores de Dolores de Cospedal gritaban a los protestones jubilados estafados con las preferentes: “Si sois pobres, os jodéis”, les decían cuando Cospedal fue a declarar ante el juez.

El Fabra puesto por Fabra sale a boicot por acto en la Comunidad Valenciana, y ya sabemos que hemos protestado y nos hemos manifestado e indignado por encima de nuestras posibilidades durante estos dos años, por lo que no se excluye que a los trabajadores del extinto Canal Nou en breve les den a elegir: cuchilla o 30.000 euros.

Todo esto viene mejor que bien para comprobar ¡cómo marca España! Del inmigrante ecuatoriano suspendido en españolidad por el Gobierno de Rajoy se habla en Latinoamérica para concluir, con renovada amargura, que nos quieren más ellos a nosotros que nosotros a ellos.

Ana Botella tiene espacio garantizado en los periódicos del mundo, ¡uníos!, así sean de derecha pura o de talante progresista, cuando dice que en la reciente huelga se veían papeleras llenas, y nada más.

España progresa adecuadamente hacia los primeros puestos de la corrupción y la falta de transparencia, ya estamos a punto de alcanzar a Siria después de haber hecho plata, tras Grecia, en el cierre de televisiones, y oro, en el deporte de meter la mano en la caja y hacer contabilidad en b.

No pasa nada, todavía quedan puestos de trabajo por roer, inmigrantes que expulsar, dinero que robar, manifestantes por empapelar y políticos incompetentes que aupar en las próximas elecciones. El estratega introverso de los tiempos confía mucho en la Navidad, tan llena de luz.

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