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Sí es país para viejos

Donald Trump y su mano derecha Mike Pence.

Ignacio Vasallo

Al contrario de lo que señalaba el poeta irlandés en el verso inicial  de Navegando a Bizancio “Ese no es país para viejos” que da título a la novela  de Cormac Mc Carthy, llevada al cine por los hermanos Cohen, los Estados Unidos se han convertido en un país para viejos.

Trump, a sus setenta años es el presidente de mayor edad al tomar posesión, un año más que Reagan. Varios de sus elegidos para puestos de responsabilidad en su Gobierno, además de militares o multimillonarios, son también viejos y ultraconservadores. Su candidato a secretario de Comercio Wilbur Ross está a punto de cumplir los 79; 80 tiene Carl Icahn  Responsable de Regulación; 70 el ministro de Justicia Jeff Sessions, y 73 el recién designado director de los Servicios de Inteligencia Dan Coats.

En el lado equivocado de los sesenta están la ministra de la pequeña y mediana empresa Linda Mc Mahon, con 69; 67 tienen el de Energía Rick Perry, el de Trabajo Andrew Puzder y el responsable de Comercio Internacional Peter Navarro. Uno más que los de Vivienda (Ben Carson), Defensa (James Mattis) e Interior (John Kelly). En el lado correcto, el de Exteriores (Rex Tillerson) con 64. Uno menos tienen el de Sanidad (Tom Price) y la de Transportes (Ealine Chao).

Por debajo de esa edad y en puestos relevantes solo están el ministro de Hacienda Mnuchin, el Director de la CIA Pompeo y el Jefe de Gabinete Priebus. En medio queda el asesor para Seguridad Michel Flynn, a punto de cumplir los sesenta. Y por supuesto la guinda, su asesor especial y yerno Jared Kushner acaba de cumplir 36 , el único millenial en el ala oeste de la Casa Blanca.

En los otros dos poderes las cosas no son muy diferentes. En el Senado, el líder de la mayoría republicana Mitchell Mc Connell tiene 75 años, y el senador de mayor influencia, John Mc Cain, 80. Seis senadores tienen más de 80 años y otros 5, más de 75. En total 26 senadores están por encima de los 70. En el Tribunal Supremo, Ruth Ginsburg ya cumplió 83, Anthony Kennedy, 80 y S. Breyer, 79, algo normal en su caso pues son puestos vitalicios. Los otros cinco son jovenzuelos sesentones.

En el caso del Gobierno podría pensarse que con tanta edad habría un gran pozo de experiencia, y la hay en el campo de la empresa privada o del Ejército, pero no en la Administración pública donde muy pocos miembros del Gabinete han servido con anterioridad. El presidente es el primero en la Historia de Estados Unidos que carece de experiencia de Gobierno, Legislativa o Militar.

Es un gabinete viejo con un presidente mayor, elegido gracias a los votos de Estados con poblaciones envejecidas y con sistemas productivos de otra época, basados en el carbón y las industrias del acero y el automóvil que pueden producirse más barato en otros países. Representan el pasado. Incluso su eslogan de campaña “Hagamos que América sea grande de nuevo” hace referencia a idealizados tiempos pretéritos y no al futuro.

El mundo joven de la Costa Oeste y de Nueva York, el de sectores productivos de alto valor añadido, el de Apple o Facebook, el de Hollywood, votó a Clinton, que de hecho sacó casi tres millones de votos más que Trump, pero sus votos, especialmente en el Senado valen menos. Los mismos senadores tienen Wisconsin con medio millón de habitantes que California con 38. Son las reglas del juego.

Y que espabilen los demócratas, casi igual de envejecidos. La candidata Clinton tiene un año menos que el Presidente electo. La Jefa de la Minoría en el Congreso, Nancy Pilosi, tiene 76, uno más que la esperanza de la izquierda Bernie Sanders. 83 tiene la influyente senadora Dianne Feinstein. A sus 67 el recién elegido líder de los demócratas en el Senado, Chuck Shumer, es toda una apuesta de futuro.

Ahora queda por ver si todos ellos son viejos como los de Sorrentino, los Kaine, Keitel, Fonda en la película “La Juventud”, que no pierden el deseo de hacer grandes cosas o se convierten en los de Yeats que en el primer verso de la segunda estrofa del poema citado señala que “un hombre viejo no es más que una cosa miserable” (“An aged man is but a paltry thing”).

Nota del autor: Tengo un año más que Trump.

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