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El actual problema de la política española es la situación de sus partidos

612.080 aragoneses han acudido a las urnas hasta las 18:00 horas

José Miguel Contreras

El proceso abierto desde la convocatoria de elecciones el pasado 15 de febrero inicia su última etapa. Ha arrancado la campaña para la cita del 26 de mayo y falta apenas un par de semanas para que el mapa político español termine de actualizarse. Los resultados de las generales del pasado día 28 han significado un paso trascendental de la nueva etapa que se avecina. Toca ahora volver a votar. Estas elecciones van a marcar un antes y un después que va a culminar con un cambio de nuestro modelo. Tras varios años de inestabilidad, cabe la posibilidad de llegar a consolidar una legislatura estable durante al menos 4 años. Por el contrario, también cabe la alternativa de continuar con la incertidumbre que nos ha traído hasta aquí. Pero ¿qué se dilucida realmente el día 26?:

1. Lo primero que llama la atención es que en esta campaña hablamos prioritariamente de la influencia que el resultado electoral va a tener en el futuro de los partidos políticos. Ya no oímos discutir sobre si el gobierno está arrodillado ante comunistas, etarras e independentistas, ni de si debemos estar armados hasta los dientes en casa o si cabe la posibilidad de abortar a los niños recién nacidos. El mayor problema de la política española es hoy la situación de sus partidos.

2. El Partido Popular es posiblemente el que más se juega. Se supone que el sistema electoral en esta ocasión no castiga tanto la fragmentación como en las generales. El objetivo de Pablo Casado es doble. Por un lado, superar a Ciudadanos en aquellos territorios donde compiten. En segundo lugar, conseguir un resultado que le permita alcanzar algunos triunfos emblemáticos. El futuro del Partido Popular pasa por gobernar la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid y no perder algunos de los gobiernos que controlaba. Madrid, más que nunca, va a convertirse en el principal campo de la batalla electoral.

3. Ciudadanos está tan cerca de la gloria como del fracaso. Rivera apostó todo por una única opción, la de sobrepasar al PP en el liderazgo de la derecha en España. A nadie se le oculta que, a diferencia de lo ocurrido en la campaña de las generales, Ciudadanos y el Partido Popular van a pelear a cara de perro por ocupar una posición preferente uno contra el otro. Aunque nadie duda de que luego se coaligarán allá donde tengan oportunidad de sumar mayoría, esta vez lo que hay que determinar es quien está por encima del otro. Como ya decíamos, Madrid va a ser la joya de la corona. Si los componentes del Trío de Colón consiguen superar a la izquierda en el ayuntamiento y en la comunidad podrán mantener un importante territorio desde el que hacer frente al previsible gobierno de Sánchez.

4. La clara victoria obtenida por el PSOE el pasado día 28 de abril ha cambiado por completo la percepción que los españoles tenemos ahora de Pedro Sánchez y los suyos. La victoria siempre reviste a quien la consigue de un halo de respetabilidad difícil de racionalizar, pero visualizable por todos. Este efecto ganador que hoy acompaña al PSOE puede influir en el resultado en las urnas. Hay siempre una parte del electorado a quien le gusta votar dentro del bando ganador. Está más que comprobado a lo largo de años de experiencia democrática en todo el mundo. No hablamos de grandes porcentajes del electorado, pero sí de un número suficiente como para condicionar el resultado final. Según las últimas encuestas, el PSOE ha subido su posición en todos los territorios de España y llega incluso a tener la posibilidad de competir en algunas ciudades y comunidades donde hace apenas un par de meses no parecía que tuviera oportunidad alguna.

5. Unidas Podemos tiene que hacer frente a la superación de un nuevo obstáculo. Llega en un momento difícil para la formación, con las fuerzas justas y castigados por el declive vivido en los últimos tiempos y los visibles efectos de la división interna. Para la formación, los objetivos primordiales están claramente definidos: Barcelona y Madrid. Ada Colau tiene una dura competencia y está lejos de tener garantizada la reelección. Manuela Carmena ha creado su propia candidatura junto a Íñigo Errejón y el papel de UP en Ayuntamiento y Comunidad es difícil de predeterminar. Además, su deseo de formar parte del gobierno de Sánchez influirá su discurso de campaña. Será difícil que UP mantenga la tradicional abierta crítica contra los socialistas a los que en paralelo está solicitando convertirse en su socio más leal.

6. Vivimos tiempos fulgurantes. Vox ha pasado de ser una imparable fuerza naciente a que nos planteemos la posibilidad de que al final la ultraderecha se quede en lo que ha sido durante las últimas décadas, una esquina del tablero. Ya se empiezan a observar significativos cambios en el partido liderado por Santiago Abascal. Ahora, se muestran menos arrogantes y buscan la aparición en los medios y la participación en los espacios de debate. La experiencia de las generales de vivir al margen de los medios convencionales parece que les dio muchos peores resultados de lo que vaticinaban. Nadie espera de ellos otra cosa que no sea la de convertirse en la pequeña muleta que sostenga al triunfador de la cruenta batalla entre PP y Ciudadanos. Si, como algunos analistas han indicado, la primera intención de Vox era herir de muerte al PP, el día 26 veremos si ha terminado de conseguirlo.

7. La última batalla que quedará por resolver es la pugna entre Puigdemont y Junqueras. Mientras continúa el juicio del procés, el futuro político de Cataluña va a estar condicionado decisivamente por la resolución del pulso que mantienen ambos líderes. Todos los especialistas consideran clave saber quién va a liderar el movimiento independentista en los próximos tiempos. Ambos tienen posiciones enfrentadas. De quien salga vencedor moral en la votación al Parlamento Europeo y en algunos ayuntamientos estratégicos como el de la ciudad de Barcelona va a depender en buena medida el futuro de un conflicto que amenaza con convertirse en insuperable.

Todas las encuestas vislumbran una tremenda igualdad en la mayor parte de los territorios entre izquierda y derecha. Una vez más, la movilización y la participación van a ser decisivas. Ninguno de los partidos en liza va a salir de estas elecciones de la misma forma en la que se encontraba hace apenas unas semanas. El modelo político español va a ser distinto. Hay disputas profundas en la derecha. Hay incógnitas en la izquierda. Hay incertidumbres en el independentismo. Todo es un lío. Todo está en el aire. Así que, a fin de cuentas, España sigue siendo España.

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