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Opinión - El pueblo es quien más ordena todavía. Por Rosa María Artal

Hasta septiembre

Maruja Torres

Agosto nos debe, por este orden: descanso, rearme moral, desatasco estético, reflotación ética y, last but not least, muchas vitaminas. Para resistir sin claudicar, criticar sin vomitar, y aguantar sin asumir.

Porque, entre el agobio de la Púnica que llueve sobre Gürtel, y un Rajoy convertido en objeto flotador identificado que amenaza nuestro hábitat periférico, ganas dan de pirarse en el sentido de enloquecer, como ya os decía la semana pasada. Pero llegará septiembre y tendremos nuevos retos que afrontar, con las piernas bien plantadas en esta tierra que también es nuestra.

Por de pronto, Cataluña ofrece un nuevo aliciente, a añadir a su condición de ex oasis. ¡Amanecer Albiolado! No nos precipitemos juzgando al ex alcalde de Badalona. Recapacitemos.

Estoy segura de que el candidato García-Albiol va a dejar atrás el perfil racista que tanto éxito le ha deparado hasta el momento, aunque, para su desgracia y la fortuna general, oscuros pactos de perdedores perpetrados en funestos despachos le hayan desplazado del poder municipal badalonés. Y no va a dejar su perfil racista por dejar de ser racista, no os equivoquéis. Digamos que va a pasar del menudeo al mayorismo, del por menor al por mayor, dentro de la grandiosa operación lavativa que el Partido Popular está lanzando, de España para los españoles. O, en este caso, para los catalanes.

García-Albiol es el populista en estado puro, el Gil y Gil que el PP nunca alcanzó a tener, pese a sus intentos. La suma bruta –y brutal– de Florianos, González Ponses, Martínez Pujaltes, etcétera, y, remontándonos, Zaplanas y Miguel Ángel Rodrígueces, nunca alcanzó la sólida encarnadura lograda, como quien dice sin esfuerzo, en mangas de camisa, por este caballero de discurso desfachatado, que no desfachado, que, después de utilizar la escoba xenófoba como elemento disuasivo, irrumpe en la política catalana para representar, sin complejos y sin tapujos, al Estado policial al que representa. Camuflándose esta vez de paladín o defensor contra el racismo que, según él, el catalanismo independentista supone. Tiempos estos. Tiempos de canallas.

Si a ello le añadimos que el ex-alcalde porta como segunda o escudera a una avispada joven, procedente de la acreditada cuadra de Andreas pepperas, tendremos ante nosotros, y en cinemascope, visión aproximada de lo que nos espera en los próximos meses, además de todo lo demás.

¿La parte buena? Que nos vamos a entretener mucho. Cuando volví de Líbano diciéndome que esto se estaba poniendo mucho más interesante no imaginaba ni por asomo el mucho e inenarrable interés que iba a alcanzar.

Me voy pero me quedo entre visillos, volveré salvo que esté muerta, os deseo paz y jolgorio, y toda la fuerza.

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