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Peor que un 'sorpasso', un 'sorpasok'

Pedro Sánchez trasladará al Rey que las elecciones pueden "fortalecer al país y las instituciones"

Isaac Rosa

Si queda alguna posibilidad remota de evitar elecciones, está en que a Pedro Sánchez le tiemblen las piernas al entrar este martes en Zarzuela. Que cuando el rey le dé las buenas tardes, el líder del PSOE se eche a llorar en su hombro y acabe por aceptar alguno de los escenarios que ha rechazado durante cuatro meses: gobierno con Podemos, o gran coalición.

Si alguien se la juega yendo otra vez a urnas es el PSOE. El que más tiene que perder, al que más se le pueden torcer las cosas. Hasta el 26 de junio queda una inmensidad, nueve semanas que al ritmo que vive la política española equivalen a una década. La volatilidad esa de la que tanto hablábamos antes del 20D, y que ahora volverá a escena.

La historia reciente del PSOE es pura ley de Murphy: si algo puede salirle mal, saldrá peor. Y aún así, el 20D salvó los muebles, aunque fuesen unos muebles desvencijados. Mantener el segundo puesto equivalía a salvar una bola de partido, una victoria pírrica tras la que necesitaba ganar tiempo, un par de años al menos, para recomponerse. Y eso es lo que va a perder al dejar que muera la legislatura. Se le acaba el tiempo.

Puede pasar de todo, claro, pero pintan nubarrones. Tras la campaña tan gris que hizo Sánchez para el 20D, va a tener que esforzarse mucho para que una parte de sus votantes no se quede en casa el 26J. Y en cuanto al relato de “nosotros lo hemos intentado todo”, está bien, sí, pero no llega para nueve semanas, habrá que inventar otros argumentos. A cambio, el precio a pagar por haberse hecho tantas fotos con Albert Rivera puede ser una fuga de su flanco izquierdo hacia Podemos.

Pablo Iglesias y los suyos tienen el viento de cara y lo saben: no se han desgastado tanto en estos meses como dicen los analistas interesados, y a cambio son los reyes de la campaña electoral, como demostraron en diciembre. De aquí al 26J solo pueden ir a más, en cuanto resuelvan las confluencias y empiecen a llenar pabellones, viralizar vídeos emocionantes y triunfar en los platós. Mantendrán movilizados a muchos más votantes que el resto de partidos, y encima son los que tienen más donde pescar: echarán una caña hacia los socialistas desencantados, y otra hacia IU, con la que sospecho que están intentando el mismo juego de antes del 20D: que parezca que hay muchas ganas de una coalición, para en el último momento levantarse de la mesa llevándose lo único que a Podemos le interesa de IU: sus votos.

Se habla mucho del ‘sorpasso’ estos días, el viejo fantasma de los años noventa, cuando la Izquierda Unida de Anguita se iba a comer al PSOE, amenaza que luego quedó en nada. Pero eran otros tiempos, y ahora existe un miedo mucho mayor: el 'sorpasok', la mezcla de sorpasso y pasokización. Es decir, la coexistencia de una alternativa con opciones reales de superar a los socialistas (Podemos) y un PSOE en sus horas más bajas (como el PASOK griego hace unos años). La tormenta perfecta, en la que tendrá que navegar Pedro Sánchez desde mañana.

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