El 'selfie' de la sucesión
Mañana miércoles, después de firmar la Ley de Abdicación, en su último acto como rey, Juan Carlos de Borbón se levanta, da la espalda a los presentes, saca el teléfono y ante la sorpresa de todos se hace un selfie. Uno a lo grande, solemne, con el fondo impresionante del salón de columnas del Palacio Real engalanado para la ocasión, y con todos los presentes vistiendo sus mejores galas. Clic.
En el selfie del rey saliente aparece retratado el régimen del 78 al completo, en sus últimas unidades. Si hace la foto en modo panorámico caben todos: el presidente del Gobierno y sus ministros; los presidentes del Congreso y el Senado, junto a los miembros de las mesas de ambas cámaras; los máximos representantes del Tribunal Constitucional, el Supremo y el Consejo General del Poder Judicial; todos los presidentes autonómicos; el jefe del Estado Mayor del Ejército y los jefes de los tres cuerpos del ejército. Además, la alcaldesa y la delegada del Gobierno de Madrid, los líderes de los dos grandes sindicatos y de la patronal, los presidentes de las Reales Academias, y unos cuantos aristócratas en representación de la nobleza, junto al nuncio del Vaticano. Clic.
Tendrán que apretarse un poco en la foto para que quepan también quienes ya no están en activo, pero que tienen derecho a salir retratados en este selfie de despedida: los tres ex presidentes vivos, y los tres padres de la Constitución que aun quedan en pie. Ah, y la familia real que, depurada de elementos impresentables, no se pierde una foto. Clic.
¿Sonreirán todos ellos en la foto? ¿Serán capaces de disimular la expresión de desgaste, de fatiga de materiales, el deterioro institucional, la descomposición acelerada de todo un sistema político? ¿Transmitirán sus miradas algo de desasosiego, incertidumbre por el futuro inmediato, temor a no salir en una próxima foto histórica? ¿Tendrá el retrato un aire de despedida, de fin de época?
Al día siguiente es el turno del nuevo rey, Felipe de Borbón. Tras jurar el cargo, ser proclamado y leer su discurso, el monarca saca el teléfono, oculto en el fajín de capitán general. Se da la vuelta, estira los brazos y se hace otro selfie con quienes se apiñan en los escaños. Clic.
Veamos ahora esta segunda foto, también en formato panorámico. Se repite el escenario pomposo, en este caso el hemiciclo del Congreso, engalanado para la ocasión. Vemos los mismos trajes elegantes, algunos uniformes militares. Y ahí vuelven a estar todos, prácticamente idénticos en el selfie de proclamación que en el selfie de la abdicación. Me ahorro repetir el listado de autoridades, pueden leerlo arriba, no faltará ni uno. A ellos se sumarán todos los senadores y diputados, salvo aquellos que no quieren salir en más fotos, quienes rechazan la sucesión y piden un proceso constituyente.
Cabe esperar que en esta ocasión los retratados sonrían con más fuerza: tienen que aparentar renovación, sangre joven, futuro, esperanza, el nuevo tiempo que se abre con el nuevo rey. Pero sí, son ellos. Los mismos. Lo único que ha cambiado de una a otra foto es quién aparece en primer plano, el que hace la foto, el rey, que ahora luce más joven, sin el aire terminal de su antecesor. Y ya está, ahí terminan las diferencias. En eso consiste la sucesión. Sonrían también ustedes. Clic.
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Si prefieren salir en otra foto, y reírse con más ganas, sepan que mañana un grupo de dibujantes y escritores lanzamos una revista satírica: Orgullo y Satisfacción. Tras irnos de El Jueves por la censura empresarial de RBA, sacamos un número especial para despedir al rey viejo y dar la bienvenida al rey nuevo. Frente al selfie de la sucesión, será un álbum con las fotos que no quieren ver, y que siempre son las mejores.
Se presentará mañana miércoles a la misma hora en que el rey firma su abdicación: a las 18h, en el Teatro del Barrio (C/ Zurita, 20, Madrid).
