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Cómo superar la homosexualidad

El papa y los obispos entonaron "mea culpa" por los abusos en la cumbre vaticana

Jose A. Pérez Ledo

  • Artículo satírico sobre los cursos clandestinos del obispado de Alcalá destapados por este diario

Que la vida gay denigra el espíritu es algo que todos los religiosos sabemos bien. ¿Quién no ha flaqueado en algún momento, particularmente en su juventud, buscando entre los velludos brazos de un marinero el calor que a veces nos niega el Creador?

La Terrible Pandemia Desviada (TPD desde ahora) es uno de los principales problemas de la sociedad. Son muchos los jóvenes que se acercan a nuestra diócesis en busca de una manera de escapar de esa espiral de fornicación descontrolada. Tras un minucioso análisis de la fenomenología gay, los miembros de nuestra congregación hemos realizado un manual de buenas prácticas para aquellos que quieran abrazar la cristiana heterosexualidad.

1. La homosexualidad suele ser producto de una caída o golpe en la infancia. No son pocos los que se vuelven gays tras un accidente ciclista. Estudios recientes confirman que el síndrome desviado puede deberse a pequeños coágulos de sangre en el lóbulo parietal. La mejor manera de retornar a la heterosexualidad, por tanto, es deshaciendo ese coágulo. De ahí que recomendemos a todos los gays el consumo diario de alguna clase de anticoagulante que no requiera de prescripción médica como, por ejemplo, una aspirina.

2. Se sabe que algunos homosexuales visten muy apretados. En la actualidad se están desarrollando numerosos estudios que tratan de analizar este fenómeno. Es el caso del ambicioso proyecto puesto en marcha por el Vaticano bajo el título: “¿Visten apretado porque son gays o son gays porque visten apretado?” Hasta que las conclusiones de este estudio sean publicadas, recomendamos, por precaución, evitar los cortes tipo slim fit, especialmente en lo referido a pantalones, sustituyéndolos por prendas holgadas tales como chándales o togas.

3. Algunas personas aquejadas del trastorno desviado presentan un exceso de gesticulación garbosa, lo que las hace fácilmente identificables y les impide salir de la espiral viciosa de fornicio constante. En estos casos recomendamos un esfuerzo de contención. En caso de que los enfermos no sean capaces de controlar los manoteos, aconsejamos la mutilación de las extremidades superiores, ya que nadie es garboso con los muñones.

4. No debemos olvidar, por último, la importancia de tener unos referentes correctos. Para la Iglesia católica la figura de referencia es Jesús, pero, por tratarse de un barbudo fibroso generalmente representado escaso de ropa, recomendamos que los desviados se busquen otro referente. En nuestra diócesis disponemos de un catálogo de Varones de Masculinidad Tajante (VMT) que ofrecemos por solo 50 céntimos y que contiene nombres como Bertín Osborne o El Fary.

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