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La tentación de usar la inmigración para ganar votos asoma en Euskadi

June Fernández / June Fernández

“Los chinos comen, duermen, procrean en los bazares”. “Vamos a tener mezquitas como champiñones”. “Sanidad para todos, pero primero para los de casa”. No son perlas de Josep Anglada ni tuits de Masa Enfurecida, sino afirmaciones realizadas por destacados dirigentes políticos vascos durante las últimas semanas: los alcaldes de Bilbao (Iñaki Azkuna, del PNV) y de Vitoria (Javier Maroto, del PP), y el presidente del PP vasco, Antonio Basagoti, respectivamente. ¿Son salidas de tono puntuales o maniobras electoralistas ante el adelanto de los comicios autonómicos? ¿Cómo utilizarán los partidos el debate sobre la inmigración en campaña ahora que el conflicto vasco ha dejado de ser el tema estrella?

Los colectivos antirracistas alertan de que el uso electoralista de la inmigración en tiempos de crisis agravará las tensiones sociales. Zuria Arzua, de SOS Racismo Bizkaia, lamenta los buenos resultados que da la xenofobia y cree que puede ser un motivo para decidir el voto entre opciones conservadoras en los próximos comicios. more

La coordinadora de apoyo a inmigrantes Harresiak Apurtuz, en cambio, recuerda que hasta el momento en Euskadi no se ha recurrido a ese discurso, “quitando declaraciones puntuales”, y dudan de que atraiga votos más allá de los del electorado afín: “Si la sociedad vasca está madura, el efecto debería ser el contrario, dado que no son sino burdas maniobras de distracción de los problemas reales”. Ambas organizaciones reclaman mecanismos de contrainformación, prevención y reparación ante los discursos y políticas xenófobas.

El PP, contra las mezquitas y los 'sin papeles'

Javier Maroto fue elegido alcalde de Vitoria tras las elecciones de mayo 2011, campaña en la que prometió rescindir la licencia de una mezquita y elevar a cinco años el requisito de empadronamiento para cobrar ayudas sociales, acusando al colectivo inmigrante de abusar de ellas. Recientemente criticó la Ley de Centros de Culto del Gobierno vasco vaticinando que se abrirán mezquitas “como champiñones”. Xabier Aierdi, sociólogo que dirige el grupo de investigación sobre inmigración Begirune, alerta de lo peligroso de que persista en esas tesis: “Las pulsiones sociales rara vez se desbocan por sí solas, salvo cuando la gente cree que recibe una autorización desde instancias superiores. Así empezaron los nazis”, sentencia. Y cita el caso del movimiento Amanecer Dorado en Grecia.

En cambio, el PP vasco no se ha caracterizado, al contrario del PP catalán, por enarbolar un discurso xenófobo. El 30 de abril, Basagoiti aplaudió en su blog la medida del Gobierno de Rajoy de excluir a los inmigrantes en situación irregular de la sanidad pública. Hablaba de “los excesos de los inmigrantes irregulares y la irresponsabilidad de los gobernantes que les han dado alas”.

El 4 de mayo, el lehendakari Patxi López dijo en el Parlamento vasco que recurriría ante el Constitucional la reforma de la sanidad y  que no se aplicará en Euskadi. Tres días después, Basagoiti anunció la retirada de apoyo al Gobierno de López. Entre los motivos, acusó a López de estar “más preocupado en hacer oposición a Rajoy que en el interés de los vascos”. Aunque el PP vasco apele cada vez más a la preferencia nacional, Basagoiti reconoció en una entrevista en El País que no se encuentra “del todo cómodo en ese debate”.

A las declaraciones de Maroto y Basagoiti se suma la iniciativa del PP de Bilbao (que también se opone a la apertura de nuevas mezquitas) de buzonear un folleto sobre vivienda bajo el lema “Primero, los de Bilbao”, en el que afirma que el Reglamento de Viviendas Municipales de la capital vizcaína “favorece al colectivo de inmigrantes a la hora de adjudicar vivienda con medidas de discriminación positiva”. SOS Racismo lo denunció ante Fiscalía por “incitar al odio con informaciones falsas e injuriosas”.

Azkuna y los chinos

“Los chinos tienen bazares y los domingos se transforman en una tienda de 150 metros; ponen una persiana y allí comen, duermen, procrean, no sé dónde se mueren, pero ellos van a competir con nosotros de una forma tremenda”. El alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, argumentó así durante un evento de la patronal vizcaína su defensa de que los comercios bilbaínos abran al menos ocho días festivos al año: “Como los chinos han empezado a abrir como champiñones, si los nuestros no abren, peor para ellos”. Unas semanas antes, había relacionado la apertura de mezquitas con la inseguridad ciudadana.

Mikel Mazkiaran, de SOS Racismo Gipuzkoa, afirma que no fue un comentario espontáneo propio del estilo campechano que pretende transmitir el veterano alcalde, sino que responde a “un estricto cálculo electoral ante el panfleto del PP de Bilbao”. Aierdi, en cambio, recuerda que el PNV no coincide con esa actitud y mantiene un “impagable papel de estabilidad” en materia de inmigración.

El Gobierno vasco, a dos velocidades

El Ejecutivo de Patxi López ha dado continuidad a la política del anterior Gobierno vasco, basada en el concepto de ciudadanía inclusiva, promoviendo entre otras medidas un Pacto Social por la Inmigración que pretende implicar a la población contra la xenofobia. Sin embargo, esas políticas entran en contradicción con la política social de la consejera de Empleo y Asuntos Sociales, Gemma Zabaleta, quien ha endurecido el acceso a la Renta de Garantía de Ingresos, estableciendo el máximo de dos perceptores por vivienda y elevando a tres los años mínimos de empadronamiento para poder demandarla.

Aunque ha evitado referirse abiertamente a la inmigración (pese a que a nadie se les escapa que el requisito de tres años coincide con el exigido para solicitar el permiso de residencia), ha justificado las medidas con el argumento del fraude. “El Gobierno va a dos velocidades, entre las declaraciones de buenas intenciones para combatir los prejuicios racistas, y los discursos y medidas que vinculan la inmigración con la exclusión social, con el fraude, la criminalidad y la inseguridad”, exclama Arzua.

¿Y la izquierda abertzale?

La izquierda abertzale ha mantenido tradicionalmente un discurso progresista en materia de inmigración, aunque marcado también por su discurso identitario que se traduce en no hablar de inmigrantes extracomunitarios, sino de personas nacidas fuera de Euskal Herria que deben sumarse al proceso de construcción nacional.

“Eso puede esta muy bien para quien ha dejado atrás la extranjería, pero la realidad se impone y buena parte de la inmigración es la batalla por los papeles o por la reagrupación”, señala Mazkiaran. El miembro de SOS Racismo Gipuzkoa considera que “Bildu responde a esa parte sin ofrecer soluciones, como si estuvieran por encima de la Ley de Extranjería”. “Si incluyen en su proyecto político a las personas de origen extranjero como ciudadanas en igualdad de condiciones y oportunidades, convendría que asumieran el reto de enfrentar la desigualdad normativa que afecta a las de fuera de la Unión Europea”, coincide la integrante de SOS Racismo Bizkaia.

Aierdi espera en todo caso dos resultados positivos de la política de Bildu en Gipuzkoa, al frente de la Diputación y de 58 alcaldías: que actúe como “dique de contención” frente a los retrocesos en política social, y que ensaye un sistema de incorporación al euskera. Respecto a la primera cuestión, la Diputación ha lanzado una ayuda equivalente a la RGI que no exigirá los tres años de empadronamiento introducidos por Zabaleta.

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