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Sí, me too y la culpa no era mía

Imagen de la performance chilena contra la violencia machista representada en Madrid.

Lolita Bosch

Me llamo Lolita, fui violada a los 11 años y aquel ataque brutal y espeluznante cambió mi vida. Lo dije hace unos meses en un programa de televisión y lo publiqué en redes el pasado fin de semana: “DIGÁMOSLO. FINALMENTE DIGÁMOSLO... 38 años más tarde: ‪*Y la culpa no era mía (fue un señor mayor) ‬‪*Ni como andaba (vestido blanco y azul) ‬‪*Ni cómo dormía (sofá, 11 años). ‬#MeToo ‬#YLaCulpaNoEraMia‬ siempre lo he sabido y tras tantos años y tanta terapia y tanto amor yo ya estoy curada después de atravesar un larguísimo infierno. Con secuelas, como todas, pero libre y feliz. Ahora veo a estas chavas en la calle y me admiran. Ojalá hubiéramos estado todas entonces. Pero aquí estamos todas ahora. Aquí mi solidaridad con ustedes, compañeras. Decirles que se gana. Triunfa el amor.” Porque triunfa el amor. Vean, si no, lo que ahora estamos haciendo las unas por las otras. Como comentó una mujer en mi facebook: “Y así nos descubrimos viendo que las chicas de hoy salvan y sanan a las chicas que fuimos nosotras antes”. Que es exactamente lo que está ocurriendo. Y otra: “Está cabrón lo que están logrando con ésto, ¿no? Yo siento mucho agradecimiento y que mi carga se aligera cada vez más.” Pero lo peor es la evidencia, que una amiga comentaba así en sus redes: “Al parecer todas las mujeres, desde niñas, hemos sido violentadas en el aspecto sexual. Ya sea por omisión, por exhibicionismo, o por tocamientos. Sí, todas.. ”

Mi conclusión de estos días emocionantes y tristes, fue que “Entiendo que nos estamos dando cuenta de la cantidad infame de mujeres que hemos sido violadas, no?Entiendo que esto ha de servir de revulsivo. Que nuestra fuerza para hablar merece una respuesta masiva, de todas las mujeres a las que afortunadamente no les ha ocurrido, de todos los hombres que no eran conscientes... esto tiene que ser un antes y un después. Conste”. Porque tiene que serlo. En todo el mundo las mujeres hemos levantado la voz para hablar de un dolor íntimo y que nunca se apaga del todo, muchas de nosotras para constatar lo que ya sabíamos: Somos mayoría. La mayoría de las mujeres del mundo hemos sido violadas (si no todas violentadas, como comentaba mi amiga) y desde entonces, desde todas y cada una de nuestras violaciones, desde todos y cada uno de los momento más angustiosos, repugnantes y difíciles que hemos atravesado perplejas por el tabú social, no ha ocurrido nada. Hemos seguido viviendo, valientes, respuestas, atónitas, en un mundo que actúa como si la mitad de su población no hubiera sido profundamente herida. 

Estos días he recordado estadísticas, he recordado buscar información cuando yo fui violada y encontrar silencio, he recordado el asco social que provocaba hablar del tema, he recordado el silencio y el recato. Y sé que en muchos lugares del mundo sigue siendo así. En muchas familias sigue siendo así. En demasiados entornos, grupos de amigos y amigas, trabajos, lugares de ocio… Y finalmente este basta ha sido el basta más ensordecedor de esta gloriosa y tristísima era del Mee Too. Uno de los movimientos que estoy segura que cambiará el mundo. De hecho, ya lo está cambiando. Y detrás vienen más cosas. Porque el respeto por el cuerpo humano es el nivel más básico de respeto por la vida y el planeta. 

Gracias, Chile. 

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