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DETRÁS DE ESCENA

El contundente apoyo de los gobernadores, clave para allanar el camino en el Senado

Diputados oficialistas se toman una foto en el recinto una vez finalizada la sesión de la jornada.

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Y un día, el gobierno de Javier Milei se decidió a hacer política. El nido de ratas se convirtió en diputados con labor patriótica y los gobernadores, antes expulsados, ahora fueron invitados a sentarse a participar de la redacción de la ley que en el primer intento conocieron sobre la hora y a libro cerrado. 

Cambió Milei y le dio resultados. Sin dudas, los gobernadores más permeables a acompañarlo esta vez fueron la clave para entender la aprobación en todos sus artículos, sin necesidad de apelar a los peronistas. Con los dialoguistas alcanzaba.

Claudio Vidal, de Santa Cruz, jugó esta vez para la Casa Rosada. Con concesiones como la privatización parcial de Yacimientos Río Turbio, que entró bajo el régimen de ingreso de capital privado con mayoría pública y acción de oro, le terminó dando votos al Gobierno: uno a favor, de Luis Garrido, y una sugestiva ausencia, la de Sergio Acevedo. Tiene dos senadores propios para la próxima parada. Podría ser clave, de todas maneras, para el rechazo en el Senado al impuesto a las Ganancias. Acevedo ahí votó negativo como el resto de los patagónicos.

Sin fugas, los ocho diputados del bloque Innovación Federal, que responden a los gobernadores de Salta, Misiones, Neuquén y Río Negro aportaron número a la contundente mayoría de 142 legisladores con que se aprobó el proyecto de ley Bases en general. Ninguno se desmarcó. Tampoco lo hicieron los representantes de Córdoba y Santa Fe, autores en la discusión pasada del fracaso al que se expuso el presidente Milei. 

Una mirada por el radicalismo también es clave en esa misma línea decisoria. Los seguidores del jefe de bloque, Rodrigo De Loredo, votaron a favor sin dudarlo, junto con los cinco maneístas con techo, es decir, que pertenecen a provincias donde gobiernan. Son Pedro Galimberti (Entre Ríos), Jorge Rizzotti (Jujuy), Natalia Sarapura (Jujuy), Manuel Aguirre (Corrientes) y Juan Carlos Polini (Chaco). Otros cuatro que no tienen ascendencia provincial, los sin techo, se abstuvieron, entre ellos, el propio Facundo Manes (Buenos Aires), junto a Fernando Carbajal (Formosa), Marcela Coli (La Pampa) y Pablo Juliano (Buenos Aires).

Es la lógica que atraviesa toda la votación: el peso que tuvieron los gobernadores. Incluso, el bloque de Unión por la Patria sufrió a la hora de las definiciones en el capítulo sobre el nuevo régimen de incentivos para las grandes inversiones (RIGI). Raúl Jalil, de Catamarca, aportó tres votos, cuando encima no eran estrictamente necesarios. Aprobaron ese apartado Silvana Ginocchio, Fernanda Avila y Dante López Rodríguez. Incluso se desmarcaron tres sanjuaninos, Walberto Allende, Ana Aubone y Jorge Chica. En los días previos había nerviosismo por lo que podía hacer el santiagueño Gerardo Zamora, que finalmente se mantuvo alineado. 

Un tema aparte, y para el debate interno, fue la gran abstención del bloque peronista en la incorporación del capítulo tabacalero, que puso -a instancias de una iniciativa de la Coalición Cívica- a todas las empresas del sector en las mismas condiciones impositivas. ¿Lo explicarán más allá de la falta de conocimiento del tema que argumentaron a las apuradas? De todas maneras, hubo 20 diputados del bloque que acompañaron la iniciativa. Sin ellos el proyecto no pasaba. 

Para el Gobierno, lo que pasó es un triunfo innegable. No sólo aprobó todo el paquete, sino que hasta se quedó con una reforma laboral, más moderada, pero reforma al fin, y el regreso del impuesto a las Ganancias, dos temas que en la discusión anterior habían estado ausentes. 

¿Qué cambió? Cambió el Gobierno. “Se trabajó totalmente distinto”, reconocen en un despacho de la Casa Rosada. Si en enero la ley se mandó sin preaviso, esta vez se trabajó durante dos meses. En aquel momento se llegó al debate sin que nadie conociera el dictamen de mayoría. Es que no estaba. Ahora, el borrador se trabajó con los gobernadores. Fueron varias reuniones. En grupo y por separado. Además, hubo al menos dos encuentros más con cada uno de los bloques dialoguistas. A todos ellos les fueron mandando los borradores con los cambios. Y según refiere en la Casa Rosada, se aceptaron propuestas opositoras como que el Gobierno avanzara con el decreto con el cambio de la fórmula de movilidad jubilatoria, o el piso para el pago del impuesto a las Ganancias. La reforma laboral, finalmente, se la terminaron entregando al sector menos confrontativo con la CGT, representado en el proyecto de Miguel Pichetto. 

Ese escenario de apoyos contundentes de los gobernadores le abre la puerta a la Casa Rosada a un escenario más favorable en el Senado. Unión por la Patria ostenta 33 senadores. Las dudas: Martín Lousteau, que viene mostrando los dientes al Gobierno, será clave. Votó por el rechazo al DNU 70. Siempre está a mano, en todo caso, la abstención. También es una incógnita cómo se moverán los sin tierra Carlos Camau Espínola (Corrientes) y Edgardo Kueider (Entre Ríos). Finísimo. Pero con algún faltazo y muñeca política, más cerca de Milei. “Difícil, pero no imposible”, se agarra la cabeza una espada peronista en el Senado.

El interrogante es Ganancias. A pesar de que se aprobó, de la votación en Diputados surge que a los santacruceños se sumaron Ana Clara Romero (Pro Chubut) y Jorge Avila (HCF Chubut). Podría jugar Nachito, como llamó despectivamente entonces el Presidente al gobernador Ignacio Torres. También lo rechazaron Agustín Domingo (Innovación Federal Río Negro) y Osvaldo Llancafilo (MovimIento Popular Neuquino). Se abre un hueco para el rechazo de ese capítulo, con los patagónicos a la cabeza, en el Senado. 

MV/DTC

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