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MAPA OPOSITOR

De llegadas tarde, fotos incómodas y una pregunta ¿ordena o no ordena Cristina?

Cristina Fernández de Kirchner, el sábado 27 de abril, durante su primer acto tras el triunfo de Milei.

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Cristina Kirchner pasó por el sector del VIP donde esperaban los intendentes de la provincia de Buenos Aires, previo al inicio de su acto de regreso en Quilmes. “¿Hacemos una foto?”, propuso mientras saludaba. Todos los presentes se acomodaron a las apuradas. Ella se puso al medio. Por fuera de los jefes comunales, aparecieron el senador Eduardo Wado De Pedro, el candidato presidencial que no fue, y la vicegobernadora bonaerense, Verónica Magario. Faltaba Axel Kicillof. ¿No había llegado? ¿O no le avisaron? La foto se hizo igual y se la distribuyó oficialmente. El mensaje: la conducción política del peronismo es de Cristina. Esté quien esté. Le guste a quien le guste.  

A eso le siguió una estudiada puesta en escena. Ninguna ubicación, arriba o abajo del escenario, se define sin la palabra final de la expresidenta. Axel quedó debajo, como si el título de gobernador de la provincia más grande del país valiera lo mismo que el de un senador, un exfuncionario, un ministro provincial o uno de los “ñatos del whatsapp”. 

Tampoco hubo reunión a solas entre ambos. Sólo un encuentro casual de unos pocos minutos antes del inicio del acto, del que también participaron Máximo Kirchner, el propio Wado y Oscar Parrilli. Hasta ahí, hechos. De ahí en más, interpretaciones de cada sector. 

Según fuentes con despacho en La Plata, cuando el gobernador llegó al predio, lo llevaron a ese mismo VIP. Hubo conversaciones de ocasión, como si nada pasara. Cuando él fue para su asiento, uno de los invitados quiso saber qué había pasado. “La mejor”, contestó él. Más tarde recibiría, como el resto, la ácida foto que plasmaba el desplante. 

Del otro lado, desde las dos oficinas centrales del Instituto Patria sostienen que la responsabilidad de no haber estado en la foto con los intendentes fue de Axel. “No se puede llegar sobre la hora a un acto de Cristina”, reprochan y hasta sostienen que la expresidenta lo tuvo que esperar para comenzar a hablar. “¿Cómo hizo entonces Fernando Espinoza, el intendente de La Matanza, para llegar a tiempo si salieron de Avellanada casi juntos?” se preguntaban con suspicacias. Encima Kicillof arribó junto a Andrés Larroque, su ministro y satélite clave de la interna bonaerense.

Con Cristina jugando a fondo, para adelante el gran interrogante es cómo reacciona el gobernador. El también hizo su propio recorrido territorial en un sábado que quedará marcado como punto de partida de la reorganización partidaria. Antes de ir a escuchar a la expresidenta, pasó primero por Ensenada, distrito gobernado por Mario Secco, para recalar minutos después en Avellaneda, junto a Jorge Ferraresi. Ambos intendentes representan las voces más nítidas del ecosistema peronista que eligieron confrontar la delegación de facultades de la expresidenta a Máximo Kirchner. Ambos, también, fueron los grandes ausentes del acto de Cristina. 

Qué dice Kicillof. “No es momento de definir nada, sino de gestionar la provincia y denunciar públicamente a Milei”, comenta uno de sus principales asesores. Eso es decir nada. Pero hace. Además del raid de sábado que promovió segundas lecturas, el lunes reunió a su mesa política, integrada por Ferraresi y Secco. También hubo otros intendentes que mastican malestar hacia el presidente del peronismo bonaerense. 

Lo que tiene que definir, no ya, pero en algún momento, es si acepta esa conducción delegada. Eso es lo que la puesta es escena de Quilmes dejó en claro. No sólo el gobernador no subió al escenario principal. Tampoco fue parte de la banda soporte que después del acto se acercó al otro palco, montado en las afueras del microestadio, donde Cristina hizo su bis con Mayra Mendoza, Wado y Máximo. “Se fue antes, nosotros qué tenemos que ver”, se excusan en La Cámpora, como si todo se simplificara en una cuestión de malos entendidos.   

Por fuera del elenco estable, el sábado estuvieron representados algunos movimientos sociales, garantizados con la presencia de Emilio Pérsico. No estuvo Juan Grabois. Tampoco la CGT. 

Los más veteranos bonaerenses analizan lo que pasó como un nuevo punto de partida. Hasta ahora, cada uno de los sectores en disputa hizo su demostración de fuerzas. Apareció Cristina y desbalanceó en favor de Máximo. Nadie se anima todavía a pronosticar qué pasos darán quienes promueven a  Axel 2027. Todo indica que tampoco está decidido. No tienen apuro. Tampoco pasó inadvertida la tribuna. Cuando el gobernador llegó, desde las gradas bajó el clásico Cristina Presidenta.

MV/MG

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