Crítica
'Operación Marea Negra' se convierte en otra serie en una temporada 2 difícil de sostener

Jorge López y Nerea Barros en la temporada 2 de 'Operación Marea Negra'

Laura Pérez

Cuando una plataforma o cadena decide dar continuidad a una serie concebida como cerrada, puede deberse a varios motivos: que haya sido un éxito y la empresa vea que puede seguir rentabilizando la marca, que hayan quedado cabos sueltos que den pie a una nueva temporada, o que la historia tenga algún hilo interesante del que tirar y sobre el que sustentar otra tanda de episodios.

Sin tener acceso a los datos de Amazon Prime Video, ninguno de ellos parece a priori el caso de Operación Marea Negra, la ficción de Daniel Calparsoro que se estrenó en febrero de 2022 en el servicio de streaming como una miniserie inspirada en la historia real del primer narcosubmarino interceptado en Europa, y que ha regresado este viernes 10 de febrero a su catálogo con una temporada 2 que es, sencillamente, una serie diferente.

Si la primera -y en principio única- temporada se dedicó a mostrar la emocionante -e ilegal- aventura de un gallego que en 2019 cruzó el océano Atlántico con un cargamento de 3.000 kilos de cocaína valorado en 123 millones de euros a bordo de un pequeño submarino construido en la zona del Amazonas, la segunda da un giro de 180 grados y deja atrás los hechos reales para imaginar cómo continuaría la vida de ese hombre tras su fallida expedición.

Así las cosas, Operación Marea Negra deja de ser una ficción sobre el narcotráfico basada en un acontecimiento que llegó a los Informativos de medio mundo para convertirse en un thriller carcelario con más acción, pero inevitablemente con menos interés sin ese morbo que genera el hecho de tener acceso a los detalles de una historia que ha sucedido de verdad.

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Rodada entre Galicia y Portugal, la segunda temporada nos traslada dos años después del final de la primera, y con Nando como centro de la acción. Un personaje con el que reconectamos a través de su nuevo día a día en prisión, y que termina caminando cual funambulista entre lo legal y lo ilegal con el fin de seguir sobreviviendo.

Un cambio de protagonista que pesa demasiado

Para este nuevo viaje, esta vez de cinco capítulos de 45 minutos de duración, la producción pide al espectador un ejercicio de fe. Y es que como ya es sabido, Jorge López sustituye a Álex González al frente del reparto en un cambio que ni se entiende ni se sostiene, pues los dos actores no tienen nada que ver en cuanto al registro o aspecto físico.

Esta decisión, que evidentemente ha sido forzada aunque no han trascendido los motivos, lastra de primeras una temporada que hace aguas a pesar de sus buenas intenciones. Igual de buenas que las del nuevo actor protagonista, conocido internacionalmente por su papel en Élite, que se encuentra con serias dificultades para hacer verosímil esta sustitución.

Cabe destacar el trabajo y el esfuerzo del chileno a la hora de asumir un personaje doblemente complicado. Primero porque otro actor, Álex González, ya lo había hecho suyo durante los cuatro capítulos de la primera temporada. Y segundo, porque ese Nando al que interpreta poco o nada parecer tener en común con él y no solo en lo que respecta al acento gallego que se ve obligado a forzar.

El resultado consigue un aprobado si tenemos en cuenta el cambio de registro que supone para López respecto a otros trabajos previos, con la traba de las escasas dos semanas que tuvo para preparar el papel antes de lanzarse al set de rodaje. Sin embargo, tener tan próxima la referencia de otro actor pesa como una losa a la hora de creerse al personaje a pesar, insistimos, de la buena predisposición.

Especial mención merece la dicción del mismo, cuyas intervenciones resultan prácticamente ininteligibles en los tres episodios sobre los que se basa esta crítica. La calidad de los screeners facilitados por Prime Video posiblemente agudice este problema, pero es complicado pasar por alto que se entiendan mejor sus secuencias en portugués que aquellas en las que ha tenido que 'imitar' el gallego para hacer creíble a su Nando.

Un gran elenco en el salto al thriller

La segunda temporada de Operación Marea Negra se sustenta sobre un potente elenco en el que se mantienen Nerea Barros y Luis Zahera como grandes nombres, además de Leandro Firmino y Bruno Gagliasso. A ellos se incorporan Óscar Jaenada, Esther Acebo, Belén López y Patricia Vico, entre otros.

Todos ellos arropan a López y llevan junto a él el peso de la serie en este cambio a un género más oscuro en el que el crimen, los pactos con la policía y los negocios entre clanes son el plato fuerte. Ingredientes que distancian esta temporada de la primera, y que consiguen un mejor engranaje conforme avanzan los capítulos.

Así, y mientras que la primera tanda condensaba a la perfección los principales acontecimientos de una trama con un principio y final correctamente definidos, esta segunda arranca con demasiada dispersión y para cuando afina el tiro, corre el riesgo de haber perdido la atención del espectador.

Podríamos decir que en esta temporada se toma su tiempo para introducir su foco de interés. Algo que disfrutarán a lo grande los amantes de las historias cocinadas a fuego lento, pero que impacientará a aquellos que prefieren ficciones con un alto ritmo de la acción.

Con todo esto, cabe preguntarse si la marca Operación Marea Negra era lo suficientemente importante para Prime Video como para hacer una temporada 2 -o incluso 3- bajo el mismo paraguas, o si hubiera sido más inteligente convertir este mismo guion en una serie independiente con su desarrollo propio, y sin la losa de las comparaciones con una primera temporada que fue notable.

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