'The Americans' 3x05 Review: Philip, las mujeres y el espectador de psicólogo
Por Israel VicenteIsrael Vicente

Con el capítulo de esta semana, Salang Pass, entramos en el segundo tercio de la temporada, cinco capítulos que están dando más bajos que altos. “The Americans” anda dando rodeos, jugando al todavía más difícil con las moralinas en esta temporada, y particularmente, cansa. No digo que la forma esté mal, sí el fondo, porque tengo la sensación de que todos sabemos, no sé cómo pero sí dónde va a acabar la historia.
Este episodio hace del espectador un psicólogo que escucha o ve, en este caso, los problemas de Philip, nuestro paciente en el diván, y las mujeres de su vida. Un dato curioso es que, salvo un par de ocasiones, todas las acciones rodadas en “Salang Pass” suceden entre dos actores que mantienen un diálogo. Tal vez por eso me siga resultando lento.
A partir de aquí, los SPOILERS que la CIA no quiere que leas.
Encuentros en la tercera base

Es bastante recurrente que los encuentros de agencias gubernamentales rivales se celebren en parques, sitios con espacios abiertos, etc., cosas que no van a cambiar en la televisión, como el hecho de que uno de ellos esté haciendo deporte y se le acerque un segundo vestido con gabardina y manos en los bolsillos. ¡Viva la innovación!
En este caso tenemos a nuestros Oleg Burov, el “runner” ochentero de chándal (le faltan muchos años para ser un runner pro como los de hoy día), y Stan Beeman, agente cara de palo con su gabardina, color agente con cara de palo. En el anterior episodio conocíamos de los recelos del agente Beeman hacia la desertora Zinaida, y la posibilidad de que realmente fuese una espía. Esta vez Stan da un paso más haciendo partícipe a Oleg de sus sospechas. ¿Cooperación de agencias? No, bien común, y su bien común es Nina. Si ambos logran desenmascarar a la desertora tal vez puedan hacer un intercambio de prisioneros. Aunque hay un gran pero “¿qué es más probable, que Zinaida sea un agente doble, o que tú me estés tendiendo una trampa?” Oleg, pese a querer a Nina, sospecha de Stan.
Esta subtrama me engancha, Oleg es un personaje misterioso para mí. No sé qué camino va a seguir, su deber para con la Madre Rusia, o bien su afinidad por el sueño de vida americano. Tiendo a inclinarme por la segunda, sobre todo por detalles como el intento de sonsacar información sobre Zinaida a Tatiana, mientras brindan con Jonnhy Walker Black Label. Claro y en botella de whisky. Aunque con estos tipos nunca te puedes fiar, por eso molan tanto.
¿Recuerdas cuando caminar sin caerse de morros era importante?

Keri Russell se ha labrado una reputación como espía y tipa dura, buenos ya fueron sus momentos en “Mission: Impossible III”, y no descarto que acabe formando parte de “Los Mercenarios” versión féminas. En “The Americans” ella es la dura y fría, como la propia Rusia, y sus misiones tienen esas trazas. El contacto retomado con Lisa ha evolucionado a un ritmo vertiginoso. De estar desahuciada y semi divorciada, Lisa pasa a tener una nueva casa y, finalmente, retomar un trabajo en Northrop a tan sólo 15 minutos, gracias a su “amuleto” Michelle/Elisabeth.
Lo que desconoce ella son las tácticas de su amuleto para haberla situado donde está. Si la vacante se ha creado ha sido gracias a la sencilla, y aplastante, muerte de quien ocupaba la plaza. El siguiente paso es captar a Lisa, Elisabeth no se anda con rodeos y ya la está tanteando.
Esa frialdad que atesora la Russell también reluce en casa de los Jennings. Durante un instante, mientras recuerdan cuánto se caían sus hijos de pequeños, Philip y Elisabeth parecen felices. Lo serían si no fuese por su condición de espías. Reformulo, ¿lo serían si no fuesen espías? Esa misma condición que les unió es la que les enfrenta. Ya sea por cuestiones maritales como los celos que parece desarrollar Elisabeth ante Kimberly, “-¿Cómo es ella? -Joven”, o ante la compra de un vestido para el bautizo de Paige, están condenados a enfrentarse.
En la escena de la cena, cuando Paige pide comprar el vestido, se producen dos hechos insólitos. El primero es que Henry Jennings tiene más de dos frases, pero no muchas más. Le da tiempo a hacer chistes, y preguntar a Stan Beeman por su ex, Sandra. Caras de incomodidad. Paige porque sabe que su hermano guarda una foto de la Sra. Beeman, sus padres porque se ven sorprendidos ante tal pregunta, y Stan, bueno, él no se esperaba nada así.
El segundo de los hechos insólitos es que se produce el único momento en el que salen juntos más de tres actores en el mismo plano. Como ya dije en el inicio, este capítulo tiene mucho de consulta de psicólogo. Vuelvan al diván.
¿Recuerdas cuándo aprendimos a hacer esto?

El foco del episodio es Philip, cómo mentalmente le afectan las diferentes relaciones encubiertas que mantiene con sus mujeres, Martha, Kimberly, Paige y Elisabeth. Lidiar con tanto puede volver tarumba a uno. “Es mucho para cualquiera, puedo imaginar que debe ser muy confuso, incluso para ti”. Ésta y otras frases pronunciadas por Gabriel (Frank Langella), haciendo uso de la palabra conciencia, son los mejores consejos que un psicoanalista podría darle a Philip. La cuestión es que el fondo de esa condescendencia, ese arrastrar las palabras y hablar de manera suave, encierra un mensaje claro, “tu conciencia puede que te diga lo contrario en algunas misiones, pero la causa es la causa”.
Con Martha el camino es más sencillo, ella tiene la “fiebre” del bebé y va a estar follonera con el tema. Clark/Philip tan sólo tiene que seguir jugando la baza del que no quiere “comprar” a un niño.
No sólo de encuentros mujeriegos vive Philip, ya que Yousaf también está en su nómina de “assets”. La guerra en Afganistán se está recrudeciendo, muchos soldados caen, y para colmo, en la vecina Paquistán los fundamentalistas brotan por doquier, el germen de los problemas que hoy día conocemos en la zona.
Kimberly está jugando un papel crucial en la mente de Philip. La niña de 15 años, le ha refrescado el feeling con su hija, quiere pasar más tiempo válido junto a ella, y por eso se encarga de acompañar a Paige a comprar su vestido para el bautizo. Cuando estás molesto con alguien no te has de alejar, sino pasar más tiempo con esa persona. Este mismo consejo le da Philip a Stan, mientras toman unas cervezas, para que haga con su hijo. El espía ruso sabe que al final acabará cediendo a la conversión de Paige y, como si de un enfermo terminal se tratase, quiere pasar el mayor tiempo posible junto a su hija.
La cuestión es que Paige no pone mucho de su parte, por lo que Philip se refugia en Kimmy y usa su relación con la joven como si de su hija se tratara. Claro está que no todos los padres se hinchan a fumar porros con sus hijos, que los hay y habrá, pero todos esos juegos con las palomitas, el helado, ver la tele y llevarla a su cama a dormir, son más propios de un padre, que de un rollete mayor que tú.
Y como la misión no hay que olvidarla, Philip aprovecha la visita a casa de Kimberly, para tomar fotos del maletín de Isaac Breland, jefe del grupo afgano de la CIA, y principal motivo de todo este embrollo.

Dicen que los niños, los borrachos, y por extensión los fumados, dicen la verdad, y en este estado vuelve Philip a casa. Toca el hueso duro, Elisabeth, preocupada, celosa de una niña a la que sabe, pese a sus dudas, que Philip se la ha de tirar por el bien de la misión. “¿Alguna vez piensas en cuándo aprendimos a hacer esto?” le pregunta Philip a la señora Jennings. “No”, le responde ella, fría como Siberia, quien cree que el acostarse con otros debe ser más fácil para un hombre.
Gracias a unos flashbacks entendemos que no, no es tan fácil para un hombre. En ellos, un Philip adolescente se acuesta durante su “aprendizaje” con una mujer atractiva, una vieja, una joven impasible (tal vez Elisabeth), y un hombre gordo con cara de lascivo. El fin era buscar que en su mente encontraran un hueco y hacerlo real, como hace con Martha, y quien sabe si hará con Kimberly.
“-¿Tienes que hacerlo real conmigo?”
“-A veces… no ahora.”
¿Para qué preguntas, bonica?
El capítulo de la semana que viene, “Born Again”, marca el ecuador de la temporada, sólo espero que tras dos episodios lentos vuelva la acción.
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