'The missing' 1x08 Review: desenlace atropellado con sensación de desazón
Por María FuentesMaría Fuentes
(Cuidado spoilers)
Estamos acostumbrados, como espectadores, a que todo gran esfuerzo conlleve una gran recompensa. En este caso, en la primera temporada de 'The missing' no se tiene porque cumplir esta premisa, sin embargo hubiera estado mejor si se hubiera dado.
Si es cierto que después de ver el final de la primera temporada en lugar de quedar una sensación de cierre, de las cuestiones dadas al principio, te quedas con una desazón. Quizás el final ha sido un poco atropellado y contiene unas altas dosis de elementos que juntos provocan que los hechos parezcan increíbles.
La confesión que todos esperábamos
Después de ocho capítulos en los que íbamos pasando de prueba en prueba a una velocidad muy lenta aceleramos a todo gas. En este episodio los acontecimientos y la información se suceden de manera simultánea. La moneda cuya autoría no sabíamos resulta ser del marido de Sylvie, que se encuentra en el hospital en estado terminal. El grupo decide ir a buscarlo para que cuente su versión.
Este capítulo contiene dos giros de guión. El primero es el cambio de los esquemas dados pasando de un tipo de crimen a otro: un asesinato. De forma no premedita Alan atropelló al niño sin querer cuando le iba a devolver la bufanda a la piscina. Personalmente lo veo como algo que esta “cogido por los pelos”, y más cuando la razón por la que el niño se aleja de su padre es la aparición de un zorro.
Esta escena tan inverosímil en un segundo convierte la serie en toda una pantomima que nos lleva a pensar que todo lo que hemos visto hasta ahora no tiene sentido ni coherencia.
La última vuelta de tuerca que acaba en descalabro
Tras la confesión lacrimógena (que no acaba de llegar al espectador) la trama nos traslada al punto en que por una serie de casualidades, muy poco previsibles e inverosímiles todo sea dicho, todo queda hilado de una forma un tanto brusca. El niño llega a las manos de la banda para la que trabajaba Antoine. ¡Y como no! El implicado principal de todo el asesinato es el juez que llevaba el caso tanto en el pasado como en el presente.
Este sería un buen giro de guión sino fuera porque durante toda la investigación no ha sido más que un personaje secundario sin ninguna carga en especial. Y este giro que puede parecer interesante si hubiera sido otro personaje se queda en agua de borrajas porque no tiene coherencia.
Al final la rutina se impone
A lo largo de ocho episodios siempre nos han insinuado que para Tony el mundo se paró mientras que Emily no dejó que la tristeza le embargara y siguió adelante.
Después de la resolución del crimen lo mejor sería dejar la serie en un punto álgido. Pero los últimos diez últimos minutos nos cuentan que ha pasado con los personajes tiempo después de averiguar la triste verdad. Dentro de la amargura de un personaje como Tony que se queda estancado buscando a su hijo negando que no haya muerto porque no hay ningún cuerpo que lo atestigüe, el resto de personajes rehace su vida. Tony sigue buscando algo que cree encontrar, a su hijo, pero nada nos lleva a pensar que finalmente lo haya encontrado.
Estos minutos finales que se hacen especialmente eternos intentan buscar una empatía con el espectador pero no la encuentran ya que no ha dejado que asimilemos toda la información que nos han dado de forma tan atropellada.
Espero que en la segunda temporada creen un caso en el que se gestione bien las pistas que se dan sin pretender cerrar todo al mismo tiempo. Rizar el rizo sólo queda bien cuando se han construido bien las bases.
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