'Tyrant' 2x08 review: Encuentros y desencuentros familiares
A estas alturas ya sabemos que en ‘Tyrant’ lo gubernamental y lo familiar van inexorablemente de la mano. Todo lo que pasa en el país repercute en la familia y cada una de las decisiones que toman los Al Fayeed afectan a Abbudin. Para lo bueno y para lo malo.
Y en este capítulo han pasado cosas buenas, pero también han aparecido problemas donde menos lo esperábamos. Y es que los Al Fayeed, a fin de cuentas, son una familia y como en todas las familias hay encuentros y desencuentros. ¿Lo vemos?
¡¡CUIDADO SPOILERS!!
Tendrás lo que quieras
Comencemos por el primer gran desencuentro familiar. Si recordáis, la semana pasada avanzaba que Leila iba a tardar muy poco en buscarse una nuera nueva ya que Nusrat no puede darle a los Al Fayeed el heredero que necesitan. Pues, dicho y hecho. Bueno, lo matizo. Leila no ha empezado el casting de nuera ideal, pero ya le ha dejado claro a Nusrat que, aunque la quiere como a una hija, debe dejar libre su puesto en la familia.
Si esto ya es bastante desagradable para una mujer que acaba de sufrir un aborto, encima tiene que ser la propia Nusrat quien le diga a Ahmed que su matrimonio ha terminado. Pobre Ahmed. En todos los capítulos que hemos visto nunca ha podido tomar una decisión por sí mismo. Absolutamente todo en su vida viene marcado por los deseos de papá y mamá.
Eso sí, Leila reconoce los servicios prestados por Nusrat y le promete que tendrá todo lo que quiera y podrá iniciar una nueva vida allí donde desee (Londres, París, Dubai). No me canso de decirlo. Leila es uno de los personajes más interesantes de todo el elenco. Para bien o para mal, es la que más claro tiene lo que significa ser una Al Fayeed y es la que más lucha porque ese apellido mantenga su brillo.
¿Una isla en un mar de problemas?
Mientras Ahmed vive ajeno a los cambios que se avecinan en su vida, el bastardo Rami ha ido tomando posiciones como general en jefe. Sigue con su estrategia de atacar tierra de nadie para dar la sensación de que la victoria está cerca. Jamal duda de ese plan, pero acepta las explicaciones de su hijo sobre la importancia de no tener bajas civiles. Para Jamal, Rami es ahora mismo una isla en un mar de problemas.
El problema está en que ese “ahora” se convierte muy rápido en pasado. Me explico. Jamal está atravesando una crisis existencial. La culpa por la muerte de Bassam no lo deja tranquilo y cree fervientemente que todos los males que afectan al país y a la familia son un castigo divino por condenar a su hermano.
Busca consuelo a su angustia en un consejero religioso y la respuesta que obtiene lo descoloca a él y nos deja fuera de juego a nosotros. No podrás vencer la amenaza externa si no derrotas la amenaza interior, le viene a decir. En otras palabras, que en el palacio alguien está urdiendo una trama para destruir a Jamal. No hace falta más para que Jamal, que tiene en la paranoia una de sus principales características, empiece a sospechar de todo y de todos.
Bueno, no. Sus sospechas tienen un objetivo claro. ¿Quién? Rami. Ahmed ha cometido mil y un errores, pero nunca lo cuestionó. Rami olvidó comentarle que había contactado con alguien que decía ser Khalil y ya es el candidato número uno a traidor. Jamal consideraba a su hijo bastardo un superhéroe, pero, ante el primer problema que se presenta, recuerda perfectamente que también es un Rashid y el que era una isla en medio de un mar de problemas pasa a ser un posible error.
Después de este giro inesperado, es hora de hacerse preguntas. ¿De verdad existe una amenaza interna? ¿De dónde ha salido esa suposición? Se me ocurren dos posibilidades. Una: el Califato se ha infiltrado en los órganos más próximos a los Al Fayeed y quiere desestabilizar el régimen desde dentro, además de distraer su atención del campo de batalla. Dos: alguien de dentro quiere librarse de alguien. ¿Mis candidatos? Leila, que sabe que Jamal es míster influenciable, utiliza a un tercero para librarse del bastardo.
En teoría, la segunda opción es la más factible conociendo a Leila. Sin embargo, esta jugada es demasiado precipitada. La guerra no ha hecho más que empezar y Rami es la mejor opción militar de los Al Fayeed. Lo cierto es que esta nueva vía argumental me tiene desconcertada. En este momento, no tengo demasiado claro lo que está pasado. Eso sí, lo evidente es que alguien está moviendo los hilos para que Jamal crea que la traición de Bassam puede repetirse.
Reencuentro familiar por triplicado
Y hablando de Bassam. Sigue demostrando que es un buen estratega. Se ha dado cuenta de lo que está haciendo Rami y ni corto ni perezoso decide llamarlo para informarle de que está bombardeando a la resistencia de Ma’an.
La semana pasada hablábamos de las licencias que se toman a veces las series y hemos tenido una más. Khalil llama a la centralita de palacio, se identifica, pide hablar con el general Said y el general Said se pone al teléfono. Vale, Rami tiene sus dudas sobre la identidad de quien llama, pero no deja de ser curioso lo fácil que es llegar al general en jefe de un país en plena guerra.
En fin, que el ansiado encuentro tío – sobrino se ha producido, aunque haya sido vía telefónica y hay esperanzas porque parece que estos dos sí hablan el mismo lenguaje. Ambos saben que se necesitan para vencer al Califato. Bassam lo tiene tan claro que hasta es capaz de poner en peligro la vida de su infiltrado para evitar perder la colaboración de su sobrino. Veremos qué pasa ahora que el general Said ya no es todopoderoso.
Pero ha habido otro encuentro muy especial. Samy ha conseguido llegar a Ma’an y, sí, ha conocido a Khalil. Dicho de otro modo, Bassam se ha encontrado frente a frente con su hijo. El que quiera saber qué ha pasado entre padre e hijo, le recomiendo que vea la escena porque ha habido de todo un poco.
Y si este encuentro lo esperábamos desde la semana pasada, hay otro que llevamos aguardando desde el capítulo dos de esta segunda temporada. Y ha tenido lugar. Sorpresivamente. Casi sin darnos cuenta. De repente. Solo diré que en pleno reencuentro entre Bassam y Samy se produce una llamada telefónica que va a marcar un antes y un después en ‘Tyrant’.
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