Ataque de risa de Sonsoles Ónega en directo en Telecinco, con Alba Carrillo de presentadora de “emergencia”
Divertido momento el vivido esta jornada en Ya es mediodía en Telecinco. Un ataque de risa de Sonsoles Ónega ha dejado fuera de juego a la presentadora en mitad de la sección Fresh del programa, teniendo que encargarse Alba Carrillo de tomar el mando mientras aquella se recuperaba.
El momento sucedía cuando terminaban de hablar de la comparecencia de Isabel Pantoja en los juzgados de Chiclana, Cádiz, en calidad de testigo en el juicio abierto entre su hijo, Kiko Rivera, y su hermano, Agustín Pantoja, a quien el DJ ha demandado por presuntos delitos de estafa, administración desleal y apropiación indebida. Miguel Ángel Nicolás comentaba que la tonadillera y jueza de Top Star había acudido con numerosas medallas a la cita, algo que ha hecho gracia a la presentadora. Los compañeros, lejos de conseguir que se le pasara, solo consiguieron que el jolgorio fuera a mayores.
“¡Venga, señora, arranque!”, le decía Nicolás a la presentadora, mientras Carrillo intentaba reencauzar el directo: “Seguimos con la Panto, con la misma familia, vamos por ahí”, avisaba a la Ónega, sin poder contenerse. El remate lo puso Rosa Benito, que tuvo la feliz idea de imitar a Rockefeller, el muñeco de José Luis Moreno, y exclamar: “¡Toma Moreno!”. El resultado, la risa imparable de la periodista, incapaz de seguir con el hilo del programa.
Alba Carrillo pone orden: “Las cámaras a mi persona”
“¿Pero qué os está pasando de verdad? Yo me desapunto de esto”, decía Carrillo, que se determinaba a coger las riendas y empezó a leer el cue por cuenta propia: “Vamos a ver a Anabel. ¡A Anabel!”, insistía. “Eso es, gracias Alba”, acertaba a decir Nicolás, a quien se había contagiado la risa.
“Pero por lo menos las cámaras a mi persona”, exclamó para que dejasen de pinchar la cámara de Sonsoles. “Que ayer Anabel Pantoja estuvo inaugurando las vacaciones. Mirad cómo nos contó todas las cosas que sabía...”, dijo la modelo tratando de mantener la compostura. “¡Brava!”, la aplaudieron entre risas tras salvar los muebles.
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