Cintora destapa los abusos de los “Mierda Jobs”: repartidores de pizza a menos de 5 euros la hora
Carretera y manta arrancó sus emisiones en laSexta dedicándose a mostrar las consecuencias de la precariedad laboral en España. Jesús Cintora se centró en este primer programa en la situación de sectores como el de las “trabajadoras del frío” en Vigo.
El reportero Quique Morales acompañó a integrantes de este gremio en una jornada laboral: “No te dejan ni hablar con las compañeras”, criticaban las entrevistadas. El programa no se centró solo en evidenciar en imágenes las restricciones extremas a las que someten a estas obreras, sino las consecuencias que este ritmo y condiciones de trabajo, a menudo a temperaturas de 10º sin descanso: palidez en la piel, aumento de la presión arterial, mayor producción de orina...
El programa no solo dio voz a trabajadoras como Esclavitud, sino que las permitió enfrentarse con un representante de los empresarios que justificaba este nivel de exigencia. Josep Bou, presidente de Empresarios de Cataluña, argumentaba que han de mirar “la productividad y competitividad”. “Yo digo lo que ha de ser. Tengo trabajadores que se les valora más y ganan más, lo que pasa es que hay otros que ya están contentos y no quieren hacer más. Esto depende del factor humano, de si quieren sacrificarse más o menos”, justificaba su política el portavoz. “¿Qué se cree que hacemos todos los días? ¿Jugar a las cartas?”
El programa no se ciñó al sector del frío y ahondó en la realidad del mercado laboral español, destapando los “Mierda Jobs”: ofertas de trabajo en condiciones de abuso.
Un periodista del programa se hizo pasar por un candidato para un puesto de repartidor de pizzería, donde se ofrecía un contrato de 50 horas mensuales a priori aceptables. Al llegar a la entrevista, se le comunicaban las verdaderas características del trabajo: no solo no se distinguía días laborables de fines de semana y festivos (negándose la consiguiente bonificación que implicaría trabajar en dichas fechas), sino que al final se revelaba que, además, y por el mismo sueldo (menos de 5 euros la hora), el repartidor debería hacer labores de limpiador y reponedor.
En una segunda entrevista de trabajo, en esta ocasión de mozo de hostelería, se repetía la misma dinámica: bajo las vagas condiciones expuestas en la oferta, se escondían labores adicionales: por ejemplo, encargarse de comprar la indumentaria de trabajo. Aunque lo más grave llegaba al informar de la cantidad de horas trabajadas por día, superiores a 12 horas y sin descanso.