Cristina Pardo: “Tuvimos problemas para grabar sobre los Pujol, para muchos siguen siendo la Sagrada Familia”
Cristina Pardo vuelve a rodearse de Malas compañías en laSexta. La cadena de Atresmedia lanza la segunda tanda de especiales dedicados a contar “historias corrientes de corrupción”, esta vez con Catalunya como oportuno nuevo eje. Una decisión, nos cuenta, que estaba prevista mucho antes de que se agravara la crisis con la comunidad autónoma.
Sin embargo, no le preocupa: “Si llevamos tantos años de convulsión en la política catalana, si hubiéramos esperado a que las aguas estuvieran más calmadas, no lo hubiéramos podido hacer nunca”, argumenta una periodista que se reconoce “más cómoda” en estos nuevos especiales.
Esta semana tanda de especiales llega a escasas semanas para que acabe un 2017 que ella misma despedirá, junto a Iñaki López, en laSexta. Cerrará así un año que ha supuesto la consolidación definitiva como referente de la cadena de Atresmedia, con salto al primer canal del grupo incluido, Pablo Motos mediante. Aunque, de nuevo, Pardo lo asume sin presión: “Trabajo tanto que mi ritmo es como si todavía no hubiera conseguido nada. Y en ese aspecto tengo los pies muy en el suelo”, asegura la “Karanka” de Ferreras en Al rojo vivo, como ella misma acostumbró a definirse.
De corruptelas y personajes que se niegan a reconocerse como culpables, de picaderos y Campanadas hablamos en la siguiente conversación.
Tras destapar las historias corrientes de corrupción en la Comunidad Valenciana, ahora toca el turno de Catalunya. Las primeras promos con Josep María Pou ya nos hacen pensar en el caso Palau. ¿Qué veremos?
El primer capítulo irá sobre el 3%, el pago de comisiones, que es una corrupción a la que lamentablemente estamos más habituados. Y el segundo capítulo es sobre la familia Pujol.
Con la que está cayendo en Catalunya con el proceso independentista, quizás se han perdido de vista todo lo que tiene que ver con la corrupción. ¿Teme el recibimiento que puedan tener estos especiales para según qué sectores?
Primero de todo, yo no temo nada. Los que tienen que temer son los corruptos y los que han robado. Es verdad que hay quien nos ha dicho: “Vaya, justo antes de unas elecciones, hacéis el Malas compañías de Catalunya”. Pero este programa lo grabamos en septiembre, antes del referéndum. Puigdemont decía que iba a haberlo y Rajoy que no, y eso ya lo habíamos visto. No podíamos prever hasta qué punto se iba a complicar todo, ni que hubiera elecciones.
En segundo lugar, yo soy de las que piensa que si le preguntas a un partido cuándo les viene bien que se emita un programa sobre su corrupción, te van a contestar que nunca. Y en tercer lugar, creo que con los corruptos no hay que tener ningún tipo de consideración. A mí me dan asco, y por tanto, hay que emitirlo incluso cuando peor les venga.
Cuando uno ve un programa sobre el dinero que le han robado, que nos han robado a todo, las preguntas que habría que hacerse son otras. Que la gente haga lo que quiera, pero cuanto más informado esté uno mejor, tanto antes de unas elecciones, como durante y después. Que cada uno vea el programa con el enfoque que considere y ya está.
En cualquier caso, es verdad que en este momento de convulsión, hay quien puede preguntarse por qué han decidido continuar por Catalunya.
Cuando hicimos Malas compañías de la Comunidad Valenciana, una de las cosas que nos preguntaban era por qué habíamos empezado por aquí. Pues porque por algún sitio teníamos que empezar. Y luego haremos más, no nos vamos a quedar en Catalunya. Este es un programa de información y tiene que ir relacionado con la actualidad, y por algún sitio había que empezar y que seguir. ¿Por qué no Catalunya, por qué? Si llevamos tantos años de convulsión en la política catalana, si hubiéramos esperado a que las aguas estuvieran más calmadas, no lo hubiéramos podido hacer nunca. Este es un momento como otro cualquiera.
Las primeras entregas de “Malas compañías” tuvieron un seguimiento más que notable y llamaron mucho la atención. Imagino que no tardaríais en querer poneros manos a la obra con esta nueva tanda de especiales, pero... ¿cuánto costó encontrar protagonistas y el tema en cuestión?
Para los que no estamos acostumbrado a esta clase de programas al estar en informativos del día a día, que es algo mucho más loco, este programa lleva una preproducción complicadísima. Se empezó a gestar en junio de este año. A partir de ahí había que buscar los personajes; asegurarse de que las historias que contaran estuvieran bien y que fueran a dar nombres y apellidos (porque a mí no me gusta que la gente tire la piedra y esconda la mano); había que documentar lo que iban a contar; y ya después de grabar, está la postproducción. Y si algo tiene la productora de Jordi Évole [Producciones del Barrio] es que tienen una postproducción muy característica y muy bien hecha, casi como si fuera cine. Eso lleva mucho tiempo.
Ha habido mucho cambio de fechas con respecto al estreno. ¿A qué se ha debido? ¿Cree que puede afectar al seguimiento?
Lo cierto es que la cadena decidió emitir el programa en cuanto lo entregamos. No ha estado metido en un cajón. Es verdad que ha habido un par de cambios de días. Pero eso es normal en la tele. Los programadores hacen lo que consideran más interesante. Todo lo que sea cuidar el programa me parece bien. Si han decidido que era mejor emitir martes y miércoles, genial. Pero como broma, digo que igual Ferreras quería hacer algún especial, o que parece que han mandado a negociar con el programador de laSexta al padre de Neymar. A mí, bromas aparte, no me importa nada, es algo normal en las televisiones. Buscan que el programa salga lo mejor parado posible.
Con la experiencia de las anteriores grabaciones, ¿ha cambiado en algo tu forma de abordar estas nuevas entrevistas?
En estas entregas me he sentido más cómoda. En los primeros episodios, al no estar una acostumbrada a este tipo de formato, quizás me contenía un poco más o pensaba más las cosas. Ahora estoy más tranquila, y como conozco el formato y sé que las historias que se cuentan están bien y que la gente las cuenta bien, quizás me permito tirar un poco más a los entrevistados o incluso reírme un poco más, porque en el fondo lo que nos están contando... Tenemos una historia con la que aluciné: un señor que trabajaba en una empresa pública de vivienda social, y entre otras cosas terminó adjudicándose una vivienda porque se había echado novia y necesitaba un picadero... Es muy difícil al final pensar en el movimiento que haces o la cara que pones a cámara cuando escuchas ciertas cosas.
Además de esa que comentas del picadero, ¿hay otras historias que podamos considerar fuera de lo normal?
Sí, sí. Aparte de esa, vamos a tener algunas persona que confiesa que pagó un 20% de comisión por unas obras, porque así se lo pidió un político determinado; un fiscal anticorrupción nos contará cómo se trituraban documentos en la sede de un partido... Vas a tener detalles muy interesantes de las actividades de la familia Pujol, a pesar de las dificultades que hemos tenido para grabar sobre ellos. Es alucinante... Parece ser que se referían a sí mismos como La Sagrada Familia y para mucha gente lo siguen siendo. Hemos tenido bastantes problemas.
¿Cómo de complicado ha sido acercarse a los Pujol? Porque, aunque hayan trascendido y sean conocidos sus contubernios con el fisco, parece que sigue habiendo mucho respeto hacia él y su familia. ¿Vamos a ver esas dificultades que tuvisteis en el programa?
Para responder a eso, habrá que esperar el capítulo del miércoles. Pero a mí me ha sorprendido algunas de las dificultades que encontramos para grabar. Por ejemplo: localizaciones que no te querían dejar una vez sabían que íbamos a hablar de los Pujol; fuimos al pueblo donde tiene la casa uno de los hijos y nadie nos quería decir qué casa era, a pesar de que el pueblo era de menos de 1.000 habitantes y todos lo sabían perfectamente; gente a la que preguntas por el fraude de Jordi Pujol y te contestan que no se lo creen, que el corrupto es Rajoy“... Rajoy puede ser un corrupto, pero no ha admitido fraude fiscal; Jordi Pujol sí, pero no se lo creen.
Hay mucha gente que sigue respetándolos muchísimo. Lo siento muchísimo por ellos -o no- pero el programa ha salido adelante y lo ha hecho con gente que ha tenido trato muy directo con ellos. Es lo que hay.
En las promos hemos visto cómo uno de los entrevistados se resistía a calificarse como “corrupto”. Ya en la primera temporada otros de los testimonios también negaban a reconocerse como culpables o cómplices. ¿Sigue costando esa asunción de responsabilidad?
Fíjate que eso nos pasó en Valencia con una persona que se había mostrado arrepentida ante el juez y por lo tanto reconocía lo que había hecho, pero le costaba mucho definirse a sí mismo como corrupto. Suena muy mal... pero en el fondo es lo que son. A veces, si preguntas a una persona que ha confesado haber robado si es un corrupto, es casi una pregunta retórica. Después de todo lo que ha contado, casi da igual lo que responda. Pero es interesante analizarlo como comportamiento humano. También está para eso la gente en sus casas, para sacar sus propias conclusiones.
Ahora que eres un rostros de referencia en laSexta, estás colaborando con “El Hormiguero”...
¡Soy muy feliz en El Hormiguero! Me divierto muchísimo.
Y vas a presentar las Campanadas. Se puede decir que este ha sido tu año, que te has consolidado como una de las caras más reconocidas de la información en laSexta, e incluso de Atresmedia. ¿Lo sientes así?
Me siento muy afortunada. He tenido mucha suerte con los jefes que he tenido, porque terminan confiando en mí y eso me hace sentir satisfecha. Estoy muy contenta con la confianza que deposita en mí la cadena, pero tampoco me da vértigo porque llevo trabajando muchos años y soy consciente de que igual que ahora estás, mañana puedes no estarlo. Procuro disfrutar del momento, vivo en el día a día. Trabajo tanto que mi ritmo es como si todavía no hubiera conseguido nada. Y en ese aspecto tengo los pies muy en el suelo.
Hablando de las Campanadas, ¿sientes vértigo o presión al enfrentarte a algo tan alejado de lo que acostumbras a hacer?
Lo que tengo es muchas ganas de que llegue, porque tengo la certeza de que me lo voy a pasar muy bien con Iñaki. Nos compenetramos muy bien y es uno de los tipos más divertidos que conozco, y tengo la ilusión por saber que lo voy a disfrutar. Es un territorio nuevo pero tampoco me asusta, porque prima el hecho de que va a ser una noche divertida y que no olvidaré nunca. Pero tampoco me he sentado mucho a pensar en lo que va a pasar...
Para finalizar... ¿Podemos esperar que sigas teniendo Malas compañías en 2018?
Sí, rotundamente sí.