Gala ATV: ¿Quién tiene la culpa?
La Gala de la entrega de premios (“Victorias”, qué nombre tan horroroso) de la ATV fue un desastre. Parece que hay consenso en este tema, incluso en los equipos directivos de TVE y de la Academia de Televisión. Como espectáculo televisivo hacía mucho tiempo que no veíamos, juntos, en la pequeña pantalla, un cúmulo de despropósitos tan considerable. Fallos de sonido constantes. Presentadores que no se presentaban. Gente que entraba y salía constantemente de la sala. Patio de butacas vacío. Mientras tanto, la Gala se iba desarrollando con un guión discutible, con tono moralizante, nos imaginamos que interpretando la línea editorial de la Junta Directiva de la ATV. Un cubo de basura y una larga serie de cosas que iban acabando en el vertedero era el hilo conductor del esperpento que ofreció La Primera en la noche del viernes. Los despropósitos se verbalizaron cuando un premiado lúcido, José Corbacho, que recibía un galardón por “Homo Zapping”, aprovechó su minuto de gloria para lanzar un mensaje: “Esta noche se han tirado muchas cosas a la basura pero, y lo siento muchísimo, yo tengo que tirar algo más: esta Gala”. Luego, Corbacho explicó su intervención. No quería juzgar el trabajo de unos compañeros pero consideraba, él que había trabajado en tantas Galas similares, que la entrega de los premios de la Academia se había convertido aquella noche en un enorme “gag”, en un desastre, broma, algo terriblemente mal hecho. Lo contó a la SER, sorprendiéndose de la baja audiencia de la entrega de premios (“era para verlo”) alegando “que todo lo que pasaba en el escenario es bueno tenerlo grabado, para saber como no se tiene que hacer una Gala”. Los dos comunicados públicos de TVE y la Academia han acabado de enredar las cosas: “Nadie tiene la culpa”. TVE habla de “improvisación” y “desorganización” y la Academia habla de “sabotaje”. El uno por el otro, la casa sin barrer. ¿Quién tiene la culpa, si es que existe una culpa? Sin entrar en la polémica, que salpicará a las dos instituciones inevitablemente, nos preocupa más el fondo del asunto: el papel de la Academia de Televisión. Ignacio Salas, Presidente de la ATV, ya tuvo una desafortunada intervención en el transcurso de la Gala. En su habitual tono irónico señaló que a la Junta Directiva de la ATV lo que más les gusta de la Victoria de Samotracia, el símbolo de sus Premios, “es que no tiene cabeza” Y remachó: “Nosotros somos iguales”. Visto lo visto, les puso la reflexión en bandeja a sus críticos. La sensación que hoy tenemos todos es que la ATV, efectivamente, “no tiene cabeza”. Ni tampoco pies, ni sentido. Hoy Ignacio Salas vuelve a hacer declaraciones polémicas al diario “El País”. Apunta que considera las quejas de TVE como “una agresión no tolerable” y acusó a la cadena pública de “buscar responsabilidades fuera”. Insistió en que la institución que preside es “un club de notables” que carece de infraestructura para organizar una gala de esas características, ya que sólo cuenta con cuatro empleados. “La ATV puede poner a disposición de la cadena que emite los premios y a las estrellas de la competencia a un coste cero. Pero nada más. No se puede pretender que los socios se encarguen de los aspectos técnicos. Es un disparate pensar que el control del sonido pueda corresponder a Jesús Hermida o a Ana Blanco en su calidad de socios”. En su comunicado anterior, Salas había hablado de “sabotaje”, palabras mayores. Pero el problema no es la deficiente calidad técnica de la Gala, atribuible en buena parte a TVE. El conflicto de fondo es que la imagen de la Academia de las Ciencias y de las Artes de la Televisión es penosa. Por lo del viernes, por lo del año pasado, por el tono de su gestión, agresiva para muchos de sus socios y cadenas de televisión, y por el sentido que debe tener un organismo como éste. La polémica ya se viene gestando desde hacía tiempo y la Gala del viernes solo es un jalón más en un camino lleno de minas. ¿Qué sentido tiene que la ATV edite revistas y publicaciones que a menudo invitan a no ver la televisión? Esta actitud, muy crítica con buena parte del trabajo de los socios, ya tuvo un primer episodio que se desvela ahora, producido hace dos años, con el abandono en masa de todos los asociados pertenecientes a Gestmusic. El conflicto siguió el año pasado con el encontronazo que se produjo en la Gala de Barcelona, auspiciada por el Fòrum, que pasó por pedir disculpas a TV3 por la falta de sensibilidad autonómica de la institución. ¿Qué pasará ahora? El problema de fondo no es una Gala mal resuelta técnicamente, que representa a “un club de notables” como señala Ignacio Salas. El problema a resolver es a quién representa la Academia, qué pretende la Academia. A veces da la sensación que la institución de los profesionales de televisión vive a espaldas de los espectadores y, por lo tanto, a la mayor parte de los profesionales que hacen la televisión en España. Y el viernes volvió a dar otra vez la imagen de un preocupante desapego y de una enorme distancia a la realidad televisiva española. Ahora la reflexión se impone y ya veremos, si no se arreglan las cosas, si la Gala del viernes no es el principio del fin de algo que podía haber sido importante y que ha acabado por convertirse en una institución discutida y criticada por todo el mundo, incluidos sus propios socios, sus principales valedores.