'The Virtues', la serie británica que en solo cuatro capítulos retrata de forma excelente el drama de la clase obrera
Hace unos días, en nuestro repaso de las mejores series del momento, recogíamos siete títulos internacionales que se habían coronado como lo más destacado del 2019. Y entre estas, figuraban nada menos que tres británicas: Sex Education de Laurie Nunn, Fleabag de Phoebe Waller-Bridge y After Life de Ricky Gervais.
La ficción seriada británica siempre ha gozado de buena salud, pero de un tiempo a esta parte -quién sabe si los convulsos tiempos del Brexit tienen algo que ver-, ha producido algunos títulos que se cuentan entre lo directamente imprescindible para comprender la televisión contemporánea. Black Mirror, Peaky Blinders, The Crown o la más reciente Years and Years serían algunas de las más conocidas. Pero en el terreno de lo menos mainstream pocos nombres propios han hecho tanto sin levantar tan poca polvareda como el de Shane Meadows.
El realizador británico trabajaba en el cine desde finales de los noventa, pero no fue hasta el estreno de This Is England que no saltó a la fama internacional. Se trataba de una cinta indie sobre la cultura skinhead que fue un absoluto fenómeno a principios de los dosmiles. Un éxito que le llevaría a dedicarse durante años a la televisión dirigiendo tres miniseries en forma de secuela del filme -This is England 86, 88 y 90-. Ficciones que ampliaban el universo creado por la película pero que, al tiempo, se convertían en un retrato generacional certero y sin concesiones a la nostalgia que alcanzaría un culto considerable gracias al canal Channel 4. El mismo que ahora estrena The Virtues, su última creación_ un sólido drama social que en nuestro país podemos ver en Filmin.
La resaca de ser uno mismo
Cuando le conocemos, Joseph -a quién da vida un entregado y sobresaliente Stephen Graham- no está pasando por su mejor momento, si es que alguna vez tuvo un buen momento. Trabaja como albañil haciendo arreglos dónde y cuándo puede para llegar a final de mes y así poder fingir ante su expareja y su actual marido que lleva una vida normal. Intenta ser ordenado, ganarse la vida y no crear alboroto. Lo único que le hace feliz es ver a su hijo Shea los fines de semana.
Pero resulta que Shea y su madre se van a mudar a Australia y Joseph no puede hacer nada para revertir la situación. Es consciente de que es un absoluto desastre, así que no encuentra otro consuelo que al abrigo de un pub, con una o varias pintas de cerveza entre manos.
Un día, tras despertarse con una resaca de campeonato, Joseph se descubre completamente solo, sin una sola amistad ni relación afectiva que le ayude a sobrellevar la profunda decepción que siente por la persona en la que se ha convertido. Entonces decide volver al pequeño pueblo cerca de Belfast en el que nació. En parte por romper con el momento que vive, en parte para ver si en sus raíces se encuentra la cura de su depresión.
El retorno al hogar, una estrategia narrativa muy manida a simple vista, se torna urgente en manos de Shane Meadows gracias a una sensibilidad especial para plantear el desarrollo sentimental de sus personajes. Gracias a él, el drama íntimo de Joseph no se desentiende del entorno que vive pero conecta con el espectador por su sinceridad. Total ausencia de florituras para una directa exploración de un trauma a cada capítulo más oscuro.
El olvido de la clase obrera
The Virtues se hace grande a medida que explora su premisa, abrazando sendas sorprendentes sin miedo a recurrir al thriller psicológico o al noir rural. El encuentro del protagonista con su pasado abre la puerta a multitud de recursos y géneros que Meadows transita con facilidad.
Jopseph llevaba tres décadas desaparecido y, de hecho, muchos le daban por muerto. Cuando su hermana, a la que no ve desde que tenía nueve años, le acoja en su casa, el protagonista de The Virtues tendrá que enfrentarse a un pasado que creía olvidado. Se marchó de allí por una razón pero no es capaz de recordarla.
Stephen Graham, un sospechoso habitual de las obras de Shane Meadows, interpreta soberbiamente a un chav de manual: ese integrante de una clase obrera cabreada pero desamparada y demonizada por instancias superiores y gubernamentales. Un hombre de mediana edad que ha visto traicionadas las expectativas profesionales y sentimentales con las que creció. Que tuvo un trabajo, una familia y una casa en el centro... y ahora no tiene nada.
Pero a su vez es un hombre que, literalmente, no recuerda su pasado. Es la encarnación de una generación que ha sido objeto, sin ser consciente, de la desmemoria. Un ejercicio de reseteo mental, de echar tierra sobre el trauma fundacional que condució a las personas como hasta el punto exacto de sus vidas en el que se encuentran.
El secreto de The Virtues es su habilidad para plantear un drama social, aplicable a diversas sensibilidades políticas, en términos íntimos y estrictamente emocionales. Alejado de cualquier impulso moralista, Meadows presenta su última serie como una denuncia clara de la situación de su país. Pero sin mentar el Brexit, sin acudir al estilo funcional de la escuela de Ken Loach, sino más bien construyendo un drama sobre un hombre que sólo quiere saber por qué le duele estar vivo.