Ángela Rodicio ha presentado esta semana el libro “Acabar con el personaje” donde da su versión sobre su despido de Televisión Española. El libro es, además, una crónica de su trabajo como enviada especial a zonas de guerra y un repaso a sus compañeros de trabajo de los Servicios Informativos. La cadena pública retiró a Rodicio de sus funciones en diciembre de 2003 acusándola de cometer irregularidades económicas en la corresponsalía de Jerusalén que ella abrió en 1996. Siempre negó las críticas y sus amigos aseguraron desde el principio que la periodista había mantenido graves enfrentamientos con el entonces director de informativos de la pública, Alfredo Urdaci. A comienzos de febrero fue despedida de TVE -a la que llegó en 1989- tras un expediente que, según la cadena, demostró que Rodicio había gastado grandes sumas de dinero en compras personales. Un juzgado declaró el despido “improcedente” porque, según la sentencia, TVE “en todo momento conoció, o debió conocer, porque podía hacerlo, cuál era el estado de la cuenta de la corresponsalía”. Además, aseguraba que Rodicio “utilizaba dinero de RTVE para gastos personales que posteriormente devolvía con el conocimiento” del Ente. El juez obligó a la cadena pública a indemnizarla o a readmitirla pero la sentencia fue recurrida. Rodicio asegura que fue víctima de una persecución política porque sus crónicas desde Irak, donde fue enviada para cubrir la guerra, incomodaban a la dirección de Informativos. “Desde TVE me llegaban señales inequívocas de que no podían soportar que yo fuese su voz en Irak”, explica en el libro. “Pensaba dimitir cuando todo aquello acabase. Siempre me arrepentiré de no haberlo hecho”, añade. Sobre el episodio económico, Rodicio no ofrece demasiados detalles, aunque sí explica que “es imposible pretender transparencia total en los gastos y los pagos de una oficina como aquella (Jerusalén), en un lugar como aquel”. “Nunca he visto la complejísima contabilidad de la oficina”, añade. Además, cuenta que los pagos a sus colaboradores eran caóticos, muchas veces tenía que adelantarles dinero, y que sus compras personales eran “compensadas” con esos gastos de trabajo. 'Acabar con el personaje' es también una crónica de los últimos conflictos en Oriente Próximo y Europa y del trabajo de los enviados especiales. En el libro hay un recuerdo especial para Julio Fuentes, Ricardo Ortega y Daniel Pearl, asesinados en Afganistán, Haití y Pakistán, respectivamente. Ángela Rodicio también dedica atención al cámara de TVE José Luis Márquez y a Arturo Pérez Reverte, que la llama “niña Rodicio” en el libro “Territorio Comanche”. Según la enviada especial, ambos periodistas tenían “dobles empleos”, refiriéndose a sus relaciones con el espionaje. Sobre Márquez no tiene duda: trabajaba de espía para Israel y la presión del gobierno de Sharon fue lo que hizo que la echaran de TVE. Acusa a su cámara de contar a sus jefes todo lo que hacía. Sobre Pérez Reverte mantiene una posición ambigua, citando a Emilio Romero: “Mi única duda sobre él es si trabaja para la CIA o para la KGB”. En el libro también hay palabras para otros responsables de informativo de la era Aznar. De Carmelo Machín se dice que era “un mediocre”, de Fernando Giles, “un comunista reconvertido en ultraderechista”, de Daniel Peral que era un “flojo” y un “resentido” por haberse ido de Jerusalén justo antes de que estallara la Segunda Intifada. De Alfredo Urdaci -“el sin labios”- dice que tiene un “servilismo sin límites”. Sobre su despido, afirma que todo se debió a una conspiración de la embajada israelí por denunciar los problemas de los palestinos y que Urdaci utilizó a Jiménez Losantos para que pidiera su cese. De paso, califica al periodista de la COPE de “remedo de Goebbels”. De Aznar afirma: “el estilo de sus telediarios era nazi y propio de los Legionarios de Cristo Rey”. La réplica de Alfredo Urdaci Alfredo Urdaci ha comentado las acusaciones de Rodicio en Periodista Digital: “Vi en su libro que achaca su despido a una conspiración israelí-asegura. Eso es un delirio. Ella viene a decir que hubo una reunión en mi despacho con el embajador de Israel en España, en la que se pactó su sustitución. Pero en TVE hay controles de absolutamente todas las personas que entran y salen, y puedo asegurar que jamás ha entrado en mi despacho. Ni siquiera hablé con él por teléfono”. “En cuanto a que Márquez estaba allí para vigilarla o espiarla, es un disparate. Para empezar, Márquez estaba en la delegación de TVE en Jerusalén mucho tiempo antes que ella, ya con Daniel Peral, actual jefe de Internacional. Yo no sabía que Ángela y José Luis Márquez tenían malas relaciones hasta que en una visita de ella a Madrid nos pidió que sacáramos a Márquez de allí, a lo que nos negamos, por supuesto”. “Al parecer, ellos tenían malas relaciones desde hacía mucho tiempo, creo que desde que coincidieron en Bosnia. Y también se vieron en Budapest, en la época de María Antonia Iglesias, y aquello debió de acabar mal. Sí que se peleaban como niños, a veces él grababa imágenes muy buenas y ella no las utilizaba y tenían peleas constantes en las que yo tenía que poner paz a miles de kilómetros de distancia”. “Pero decir que le habíamos pedido que la espiara o vigilara es una locura, un disparate. No había nada que vigilar, porque su vida privada no tenía el menos interés para nosotros, y en cuanto a sus cuentas, era ella quien tenía que dar cuentas, como administradora que era, además de corresponsal, cada mes”. “Dice que le pedí a Federico Jiménez Losantos que pidiera su cese en una columna de El Mundo, pero ¿de verdad piensa que Federico puede hacer algo por orden del Gobierno o mía? Él siempre ha disparado contra la televisión pública, y en mí época recuerdo que escribió un artículo titulado ”Las Huríes de TVE“ en el que hablaba algo de Ángela Rodicio y criticaba, sobre todo, a Almudena Ariza por cubrirse con un pañuelo cuando cubría información desde Afganistán”.