“Todo dependerá de cómo presione el patrón”
Me cuentan que el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso, es partidario de llevar el asunto de Canal Plus al Consejo de Ministros de mañana viernes, pero que Zapatero, más prudente, ha impuesto el criterio de que hay que esperar. “Todo dependerá de cómo presione el patrón”, aseguran en Moncloa. Porque en Moncloa, donde teóricamente reside el poder ejecutivo de este país, a Jesús Polanco lo llaman el patrón. Ni más ni menos.
Bueno, pues el patrón ha decidido emitir en abierto con su Canal Plus las 24 horas del día, volviendo del revés los términos de la concesión que le otorgó en su momento el Gobierno González, porque quiere meter la cuchara en la gran tarta de la publicidad que se reparten en comandita las dos cadenas de TV privadas.
Preguntan estos días algunos lectores de El Confidencial por las razones por las que tanta gente se opone al nuevo regalo del Gobierno al señor Polanco, cuando, “desde el punto de vista del espectador normal, esa oposición es difícil de sostener”.
Para responder a duda tan razonable hay que recordar que el grupo Prisa obtuvo en 1990 una licencia sui generis para emitir en codificado, siendo así que las bases del correspondiente concurso hablaban de televisión privada en abierto, nunca de pago. Primera ilegalidad.
Pero al patrón le habían puesto los dientes largos el éxito y la rentabilidad del Canal Plus francés. El negocio era rentable, y el Gobierno socialista no dudó a la hora de, contraviniendo el espíritu y la letra de la Ley, concederle autorización para cobrar por ver Canal Plus.
Ahora, al patrón ya no le parece suficientemente rentable su Canal Plus. Conviene recordar que tanto Antena 3 como Telecinco tardaron varios años en hacer rentable el negocio de la televisión en abierto, viéndose obligados a realizar fuertes inversiones para lograrlo.
Prisa, en cambio, con un solo canal y escasos gastos tecnológicos, encriptaba su señal gestionada al modelo francés para generar en los años noventa beneficios acumulados de más de 400 millones de euros, excedentes que han servido al tycoon hispano para capitalizar sus negocios editoriales, inmobiliarios, hoteleros, de ocio, etc.
A Polanco le preocupa ahora quedarse colgado de la brocha de Sogecable, un monopolio valorado en 3.900 millones de euros, una barbaridad, pero sin la influencia, rentabilidad y posibilidades de futuro de Antena 3 o Telecinco. La competencia del cable y la multiplicación de canales abiertos que traerá aparejado el encendido digital coloca el negocio de la televisión digital por satélite ante un futuro incierto.
De modo que el patrón quiere despejar esta incógnita ahora que puede y ganar más dinero, mucho más del que ya gana por graciosa concesión, para lo que cuenta con el favor de un Gobierno decidido a permitírselo retorciendo una vez más la ley.
La ventaja competitiva que este nuevo favor puede representar para el Imperio Polanco no puede ser vista sino como una amenaza para el resto del sector. No se trata de libre competencia. Se trata de un nuevo Gobierno socialista decidido a otorgar un nuevo privilegio al patrón.