Así fue el final de 'El tiempo entre costuras'
El tiempo entre costuras se despidió ayer para siempre de los espectadores de Antena 3. El último capítulo de la serie protagonizada por Adriana Ugarte y basada en el libro homónimo de María Dueñas cerró una historia en la que triunfa el amor y en la que Sira Quiroga, su personaje, acaba demostrando que “todos jugamos nuestro papel en el destino del mundo”.
La despedida arrasó en audiencias, logrando su récord histórico con un 27.8% de cuota de pantalla y 5.536.000 espectadores. Además, Adriana Ugarte (Sira Quiroga) y Peter Vives (Marcus Logan) otorgaron antes con su visita a El Hormiguero su récord histórico de espectadores (3.560.000) y su mejor cuota de la presente temporada (16.4%). Consulte todas las audiencias aquí.
Sira y Marcus, ante su complicado final ((AVISO: SPOILERS))
En el episodio final, a pesar de que Sira ha intentado por todos los medios desviar la atención de Manuel, no sabe si Da Silva ha descubierto el sombrero de Marcus sobre la cama de su habitación. Parece que no ha reparado en él y, caballeroso, insiste en acompañar a Sira hasta la estación de tren.
Marcus cree que, ante la duda, debe evitar la compañía de Da Silva, pero Sira está decidida a llevar su coartada hasta el final, si no deja que la acompañe a la estación y desaparece, definitivamente llamará la atención. Sira y Marcus deben despedirse, no saben cuándo volverán a verse…
Mientras tanto, Marcus logra salir del hotel, piensa que nadie le ha descubierto… pero un hombre le vigila y le sigue. Se trata de Joao, el chófer de Da Silva, que le advierte de que Sira está en peligro.
Un tiroteo y una huída que marcan su regreso a Madrid
Mientras, en la estación de tren y tras despedirse de Da Silva, Sira se encuentra sola y desamparada. No lo sabe a ciencia cierta, pero siente que algo no va bien. Un presentimiento que se hace real cuando ve a dos hombres sospechosos que no le quitan ojo de encima.
Marcus consigue avisar a Sira para que huya con él. Juntos escaparán del tiroteo en el que se ven envueltos. Logran llegar a Madrid y retomar su relación donde la habían dejado en Tánger: con un beso.
Ya instalada, y sin confesar a Marcus su “otra vida” como espía, Sira cumple su misión de entregar la importante información que había conseguido a los ingleses, aunque con algo de desilusión, puesto que “otro agente” ya había informado a su jefe, Hillgarth. De lo que no había podido informar ni entregar era el microfilm, que la joven había robado a Da Silva y que logró conservar hasta su llegada a la capital.
Pero poco después de la cita de Sira con su jefe, Da Silva mueve ficha. Sabiendo que su cabeza está en juego después de haber sido presionado por perder el microfilm, decide ir un paso más allá y no duda en fijar a Sira como su principal objetivo.
Marcus arriesga su vida por salvar la de Sira
El empresario portugués secuestra a Sira y obliga a los ingleses a devolverle el microfilm a cambio de “su agente”. Aunque Hillgarth no está dispuesto a dárselo de nuevo, aunque ello cueste la vida de Sira, permite a Marcus Logan ir al intercambio, e intentar engañar a Da Silva entregándole un microfilm falso.
Pero Da Silva no se fía y exige que el intercambio se produzca con sus condiciones. Apuntando a la cabeza de Sira, obliga a Marcus a que le entregue primero el microfilm. En ese momento, Sira saca unas tijeras de costureras de su abrigo y, tras ponerse de acuerdo con Logan, se las clava al portugués en el brazo, mientras el periodista “se ocupa” del otro hombre, empujándole y haciendo que caiga sobre una roca.
Sus confesiones de espías y el triunfo del amor
Al final, después de que tanto Sira como Marcus se sinceren, así como el padre de la joven espía-costurera; y compartan sus “otras vidas”, comunican a su jefe Hillgarthque todo va a cambiar, y la protagonista por fin encuentra su verdadero amor y puede vivir adelante.
La serie se cierra con una especie de monólogo interior de su protagonista, mientras camina por una playa desierta, en el que explica que aunque será otros los que pasen a la historia, la labor de personas como ella o Marcus no será nunca tan visible, será por siempre “entre costuras”.