La serie infantil de dibujos animados Shin-Chan ha entrado en el debate político. Adquirida por las televisiones autonómicas, esta producción de origen japonés ha desatado la polémica a su paso por Telemadrid y TV-3. El Partido Popular respalda las actuales emisiones en la cadena madrileña (13.00, de lunes a viernes) y la gallega TVG (19.30) mientras reclama un cambio de horario en la catalana (14.00 y 19.15 en días laborables). La doble lectura sobre Shin-Chan recuerda la que el PP hizo en su día de Tómbola. El controvertido espacio de cotilleos sobre las andanzas de los famosos fue fervientemente defendido por los populares, que respaldan al equipo directivo de Canal 9. La autonómica valenciana, de hecho, mantiene en antena Tómbola, mientras que Telemadrid (también bajo la tutela del PP) retiró el programa por considerarlo impropio de una televisión pública. Con Shin-Chan se repite la historia. El PP catalán ha presentado una proposición no de ley en el Parlamento regional solicitando a la Cámara que inste a la autonómica TV-3 a modificar el horario de Shin-Chan por entender que la serie animada manga no es adecuada para el horario infantil. El PP señala que para muchos niños se ha convertido en un referente de conducta educativa, pero la considera muy negativa, informa Europa Press. Añade el PP que TV-3 ha desoído las peticiones en este sentido. El Consejo Audiovisual de Cataluña (CAC) lanzó ya una recomendación a TV-3 para retrasar media hora Shin-Chan, que actualmente se difunde a las 19.15 a través del segundo canal (K3). Además se incluye un pase a las 14.00 y en fin de semana se emite en torno a las 12.45. En Televisión de Galicia (comunidad en la que gobierna el PP) se emite igualmente dentro del horario de protección infantil (19.30). Vigilancia en Telemadrid Telemadrid optó por modificar la franja de emisión. Transfirió la serie del tramo matinal a las 13.00, menos frecuentado por los espectadores más jóvenes, aunque en la edición fin de semana se emite en torno a las 11.15. Tras las protestas de los socialistas, encabezados por la parlamentaria regional Alicia Acebes, el canal madrileño ha extremado la vigilancia sobre los contenidos de Shin-Chan. Los capítulos se revisan ahora minuciosamente antes de salir al aire. Aquellos especialmente groseros o violentos son apeados de la rejilla. Acebes llevó la serie a la Comisión de Control de Radiotelevisión Madrid de la Asamblea regional, donde pidió su retirada. “Muestra escenas violentas, utiliza un lenguaje soez y es impropia para los niños”, dijo la diputada socialista. La dirección de la cadena subraya, sin embargo, que esta producción ha tenido “buena acogida” entre el público. El CAC ya advirtió de que a menudo la polémica serie contiene diálogos con connotaciones sexuales, los personajes reproducen marcados estereotipos de género y utilizan un lenguaje escatológico. Para confeccionar una programación infantil y juvenil “de acuerdo con las exigencias de una televisión pública”, el Consejo Audiovisual de la Comunidad de Madrid ha propuesto la celebración de un foro en el que participen, junto a los directivos de Telemadrid, expertos en educación, asociaciones de usuarios y consumidores y el Defensor de Menor. Con esta iniciativa se pretende abrir un debate sobre las características y formatos que debe presidir una nueva oferta de programación específica para niños y jóvenes, según expuso el consejero del organismo madrileño Manuel Núñez Encabo. Creada por el dibujante Yoshito Usui, Shin-Chan gira en torno a un niño de cinco años -bajito y cabezón, obsesionado con los ultrahéroes- que revoluciona la pacífica vida de una guardería. Antes de saltar a la pequeña pantalla pasó por el cómic. La irreverencia de su protagonista levantó una agria polémica en el país nipón, donde ya son más de 370 los capítulos emitidos por televisión. Incluso se han exhibido ocho películas en las salas cinematográficas. La serie de dibujos animados, incluida también en la parrilla de la televisión vasca ETB, llega hoy al canal autonómico canario, donde se emitirá de lunes a viernes a las 17.30. Artículo publicado en el diario El País. R. G. Gómez, 24/2/03